Maitreya el próximo buda
En el libro canónico Chakkavatti-Sîhanada Sutta del Digha-Nikaya, el Buda les cuenta a algunos de sus seguidores en Magadha acerca de Metteyya, “el amistoso”, el que llegará a ser un buda. (“Metteyya” es la forma en pali del sánscrito “Maitreya”)
Profecía del Buda sobre Maitreya
“En la época de la gente que tendrá una longevidad de 80 mil años surgirá en el mundo un hombre bendito, un arahat, un buda totalmente iluminado de nombre Metteyya, dotado de sabiduría y conducción, un bienhechor, conocedor de los mundos, incomparable adiestrador de los hombres que deben ser domados, maestro de dioses y humanos, iluminado y bendito, tal como ahora soy yo. Él sabrá todo perfectamente, gracias a su conocimiento supremo y lo proclamará a este universo, con sus devas, maras y brahmas, sus ascetas y brahmines y esa generación con sus príncipes y su gente, tal como ahora lo hago yo. Él enseñará el Dhamma, apreciable en su comienzo, apreciable en la mitad y apreciable en su final, en el espíritu y en la letra y proclamará, como yo lo hago ahora, la vida noble en su plenitud y pureza. Le asistirá una compañía de miles de monjes, así como ahora a mí me asisten cientos... “ (Maurice Walshe, traductor, The Long Discourses of the Buddha, Wisdom Publications, Londres 1995, pp. 403-404)
De acuerdo con la tradición budista, en la actualidad Maitreya reside en el Tushita Devaloka, el “cielo de los contentos”, que es la morada de todos los bodhisatvas que aguardan el momento más adecuado para su último renacimiento, cuando habrán de cortar por fin los lazos de la avidez y alcanzarán la budeidad.
Maitreya es el único bodhisattva que coinciden en aceptar como tal las tradiciones theravada y mahayana del budismo. No es raro que los theravadines rueguen renacer cuando él aparezca y volverse monjes entonces, para tener la oportunidad de llegar a la iluminación bajo su tutela, mientras que en el mahayana se suele considerar que la llegada de Maitreya antecederá a una especie de milenio budista en el que no prevalecerá nada mas que los medios hábiles para alcanzar la iluminación. Por ejemplo, en el texto canónico Maitreyavyakarana, “la profecía con respecto a Maitreya”, Sariputra le pide al Buda Shakyamuni que le cuente a los allí reunidos sobre el buda que ha de venir. El Buda le responde:
El mundo al que llegará Maitreya
En esa época, el océano perderá gran cantidad de agua y habrá mucha menos de ella que ahora. Como consecuencia, un gobernador del mundo no tendrá ningún problema para atravesarlo. La India, esta isla de Yambu, será una planicie por todas partes, medirá diez mil leguas y todos los hombres tendrán el privilegio de vivir en ella. Tendrá una cantidad innumerable de habitantes, que no cometerán crímenes ni malos actos, sino que se deleitarán en hacer el bien. El suelo ya no tendrá espinas, será parejo y estará cubierto por una capa de pasto fresco y verde. Cuando alguien salte sobre él, cederá y se volverá suave como las hojas del algodonero. Tendrá un aroma delicioso y crecerá de él un exquisito arroz, sin necesidad de trabajarlo. De los árboles caerán ricas sedas y otras telas de múltiples colores. Los árboles tendrán hojas, flores y frutas, todo al mismo tiempo. Serán tan altos como puede llegar a sonar la voz y durarán ocho miríadas de años. Entonces, los seres humanos no tendrán defectos, desconocerán las faltas morales y gozarán de entusiasmo y alegría. Sus cuerpos serán muy grandes y su piel tendrá un bello color...
La ciudad de Ketumati, para entonces, será la capital. En ella vivirá el gobernador del mundo, de nombre Shankha, quien regirá sobre la tierra hasta los confines del océano. Él hará que prevalezca el Dharma. Será un gran héroe y ascenderá a ese grado por el poder que le conferirán cientos de obras meritorias.
La vida de Maitreya de acuerdo con el Buda
Como para entonces el mundo se habrá hecho receptivo a su enseñanza, Maitreya dejará el cielo Tushita y asumirá su último renacimiento.
Tan pronto como nazca, caminará siete pasos hacia el frente y donde ponga el pie brotará una joya o una flor de loto. Alzará la mirada hacia las diez direcciones y dirá: “Este es mi último nacimiento. Después, no habrá más renacimiento. ¡Nunca volveré a este lugar sino que, totalmente puro, alcanzaré el nirvana!”.
A medida que Maitreya crezca, el Dharma se irá posesionando más y más de él y observará que todos los seres vivos están atados al sufrimiento. Él tendrá una voz celestial que llegará lejos. Su piel tendrá una tonalidad dorada. Su cuerpo irradiará un gran esplendor... y llegará a la iluminación en el mismo día en que se adentre en la vida del que no tiene hogar.
Entonces, ya un sabio supremo, con perfecta voz predicará el verdadero Dharma... Bajo la guía de Maitreya, cientos de miles de seres vivos abrazarán la vida espiritual.
En ese momento, Shakra, rey de los dioses, volteó a ver al Buda Shakyamuni y lo elogió. “Gracias a la enseñanza de Maitreya”, proclamó, “los dioses, los hombres y otros seres abandonarán sus dudas y su avidez cesará”.
En el libro canónico Chakkavatti-Sîhanada Sutta del Digha-Nikaya, el Buda les cuenta a algunos de sus seguidores en Magadha acerca de Metteyya, “el amistoso”, el que llegará a ser un buda. (“Metteyya” es la forma en pali del sánscrito “Maitreya”)
Profecía del Buda sobre Maitreya
“En la época de la gente que tendrá una longevidad de 80 mil años surgirá en el mundo un hombre bendito, un arahat, un buda totalmente iluminado de nombre Metteyya, dotado de sabiduría y conducción, un bienhechor, conocedor de los mundos, incomparable adiestrador de los hombres que deben ser domados, maestro de dioses y humanos, iluminado y bendito, tal como ahora soy yo. Él sabrá todo perfectamente, gracias a su conocimiento supremo y lo proclamará a este universo, con sus devas, maras y brahmas, sus ascetas y brahmines y esa generación con sus príncipes y su gente, tal como ahora lo hago yo. Él enseñará el Dhamma, apreciable en su comienzo, apreciable en la mitad y apreciable en su final, en el espíritu y en la letra y proclamará, como yo lo hago ahora, la vida noble en su plenitud y pureza. Le asistirá una compañía de miles de monjes, así como ahora a mí me asisten cientos... “ (Maurice Walshe, traductor, The Long Discourses of the Buddha, Wisdom Publications, Londres 1995, pp. 403-404)
De acuerdo con la tradición budista, en la actualidad Maitreya reside en el Tushita Devaloka, el “cielo de los contentos”, que es la morada de todos los bodhisatvas que aguardan el momento más adecuado para su último renacimiento, cuando habrán de cortar por fin los lazos de la avidez y alcanzarán la budeidad.
Maitreya es el único bodhisattva que coinciden en aceptar como tal las tradiciones theravada y mahayana del budismo. No es raro que los theravadines rueguen renacer cuando él aparezca y volverse monjes entonces, para tener la oportunidad de llegar a la iluminación bajo su tutela, mientras que en el mahayana se suele considerar que la llegada de Maitreya antecederá a una especie de milenio budista en el que no prevalecerá nada mas que los medios hábiles para alcanzar la iluminación. Por ejemplo, en el texto canónico Maitreyavyakarana, “la profecía con respecto a Maitreya”, Sariputra le pide al Buda Shakyamuni que le cuente a los allí reunidos sobre el buda que ha de venir. El Buda le responde:
El mundo al que llegará Maitreya
En esa época, el océano perderá gran cantidad de agua y habrá mucha menos de ella que ahora. Como consecuencia, un gobernador del mundo no tendrá ningún problema para atravesarlo. La India, esta isla de Yambu, será una planicie por todas partes, medirá diez mil leguas y todos los hombres tendrán el privilegio de vivir en ella. Tendrá una cantidad innumerable de habitantes, que no cometerán crímenes ni malos actos, sino que se deleitarán en hacer el bien. El suelo ya no tendrá espinas, será parejo y estará cubierto por una capa de pasto fresco y verde. Cuando alguien salte sobre él, cederá y se volverá suave como las hojas del algodonero. Tendrá un aroma delicioso y crecerá de él un exquisito arroz, sin necesidad de trabajarlo. De los árboles caerán ricas sedas y otras telas de múltiples colores. Los árboles tendrán hojas, flores y frutas, todo al mismo tiempo. Serán tan altos como puede llegar a sonar la voz y durarán ocho miríadas de años. Entonces, los seres humanos no tendrán defectos, desconocerán las faltas morales y gozarán de entusiasmo y alegría. Sus cuerpos serán muy grandes y su piel tendrá un bello color...
La ciudad de Ketumati, para entonces, será la capital. En ella vivirá el gobernador del mundo, de nombre Shankha, quien regirá sobre la tierra hasta los confines del océano. Él hará que prevalezca el Dharma. Será un gran héroe y ascenderá a ese grado por el poder que le conferirán cientos de obras meritorias.
La vida de Maitreya de acuerdo con el Buda
Como para entonces el mundo se habrá hecho receptivo a su enseñanza, Maitreya dejará el cielo Tushita y asumirá su último renacimiento.
Tan pronto como nazca, caminará siete pasos hacia el frente y donde ponga el pie brotará una joya o una flor de loto. Alzará la mirada hacia las diez direcciones y dirá: “Este es mi último nacimiento. Después, no habrá más renacimiento. ¡Nunca volveré a este lugar sino que, totalmente puro, alcanzaré el nirvana!”.
A medida que Maitreya crezca, el Dharma se irá posesionando más y más de él y observará que todos los seres vivos están atados al sufrimiento. Él tendrá una voz celestial que llegará lejos. Su piel tendrá una tonalidad dorada. Su cuerpo irradiará un gran esplendor... y llegará a la iluminación en el mismo día en que se adentre en la vida del que no tiene hogar.
Entonces, ya un sabio supremo, con perfecta voz predicará el verdadero Dharma... Bajo la guía de Maitreya, cientos de miles de seres vivos abrazarán la vida espiritual.
En ese momento, Shakra, rey de los dioses, volteó a ver al Buda Shakyamuni y lo elogió. “Gracias a la enseñanza de Maitreya”, proclamó, “los dioses, los hombres y otros seres abandonarán sus dudas y su avidez cesará”.
“Libres de toda miseria conseguirán cruzar el océano del devenir
y, como resultado de las enseñanzas de Maitreya, llevarán una noble
vida. Ya no pensarán que algo es de su propiedad. ¡No tendrán
posesiones, ni oro ni plata, ni hogar, ni parientes! En cambio, bajo la
guía de Maitreya, llevarán una vida noble de castidad. Rasgarán la red
de las pasiones, sentirán arrobamiento y tendrán abundancia de alegría y
felicidad, ya que su vida será de nobsleza bajo la guía de Maitreya.
“Durante 60 mil años, Maitreya, el mejor de los hombres, predicará el verdadero Dharma, que es la compasión hacia todos los seres vivos y cuando haya disciplinado en su verdadero Dharma a cientos y cientos de millones de seres vivos, por fin ese líder entrará en el nirvana. Después que el gran sabio entre en el nirvana, su Dharma verdadero perdurará por mil años más.
“Durante 60 mil años, Maitreya, el mejor de los hombres, predicará el verdadero Dharma, que es la compasión hacia todos los seres vivos y cuando haya disciplinado en su verdadero Dharma a cientos y cientos de millones de seres vivos, por fin ese líder entrará en el nirvana. Después que el gran sabio entre en el nirvana, su Dharma verdadero perdurará por mil años más.
“¡Eleven, pues, sus pensamientos con fe en Shakyamuni, el
Conquistador! Para que lleguen a ver a Maitreya, el Buda Perfecto, ¡el
mejor de los hombres! ¡Quién podría tener un alma tan oscura que no se
alumbrara con una fe serena cuando escuche semejantes maravillas, tal
potencial de un buen futuro! Que, entonces, aquéllos que anhelan la
grandeza espiritual muestren su respeto al verdadero Dharma y que tengan
conciencia de la religión de los budas”. (Edward Conze, editor y
traductor, Buddhist Scriptures, pp. 238-242)
En El camino de las nubes blancas, el Lama Govinda habla de manera muy conmovedora acerca de una estatua de Maitreya que encontró en Yi-Gah Cho-Ling, la gompa que se halla cerca de Darjeeling, donde más tarde Dhardo Rimpoche habría de servir como abad.
Siempre que por alguna cosa me despertaba durante la noche contemplaba los benignos rasgos del dorado rostro del Buda Maitreya, que parecían flotar muy por encima de las formas umbrosas que llenaban el templo en la tenue luz de la Lámpara Eterna. Sobre el áureo rostro que irradiaba suavemente, los grandes ojos de color azul intenso parecían estar llenos de una vida sobrenatural y sentía que me miraba con infinita ternura. (Lama Anagarika Govinda, The Way of the White Clouds, Rider, Londres 1966, p. 17)
El maestro del Lama Govinda había colocado ahí esa estatua. Aquel maestro era el gran Tomo Gueshe Rimpoche, reconocido por haber conjurado a los budas y bodhisatvas para que la gente los pudiera ver. Tomo Gueshe tenía una fuerte conexión con el buda Maitreya y exhortaba a sus seguidores para que dirigieran lo que sentían por Maitreya hacia una meta espiritualmente más práctica. Así continúa en el mismo libro:
Erigió estatuas de Maitreya en muchos otros lugares y hacía que los seguidores del Budadharma tomaran conciencia de que no bastaba con remolonearse al calorcito de las glorias del pasado, sino que había que tomar parte activa en la modelación del futuro y, así, colaborar para que el buda que ha de venir pueda aparecer en este mundo, preparando nuestras mentes para recibirlo. (Íbid., p. 9)
En la iconografía, Maitreya suele representarse de color dorado y es común que se le muestre en la postura de real confort. En la mano izquierda tiene una flor de loto con una estupa que surge de ella. También es posible encontrarlo sosteniendo un dharmachakra dorado, es decir, la “rueda del Dharma” o, bien, un jarrón sagrado, lleno del néctar del Dharma que algún día derramará sobre el mundo. Asimismo, es posible hallarlo en la postura bhadrasana, que prácticamente es única de la iconografía budista. Se sienta en un trono y sus pies están posados en el suelo. Esto indica que se está preparando para adentrarse en nuestro mundo. En esta figura, apoya su mejilla extendiendo tres dedos de la mano (representando a las tres joyas). Así, con infinita compasión, mira al mundo que un día alumbrará con la brillantez de su enseñanza del Dharma.
Maitreya simboliza la infinita compasión del bodhisatva. Podría quedarse ahí, cómodamente, en el Tushita Devaloka, pero algún día descenderá a nuestro plano de existencia para difundir el Dharma, en beneficio de un mundo que sufre. Por eso, representa un optimismo constante. Donde quiera que haya seres no iluminados que salvar, los budas aparecerán y reaparecerán.
Fuente: Teachers of Enlightenment, Kulananda, Windhorse Publications.
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