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sábado, 24 de marzo de 2012

Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía (parte dos)

Padre de muchedumbre de gentes

Abram y su esposa Sarai eran ya de edad avanzada y no habían tenido hijos.
Aun así Dios le dijo a Abram que tendría descendientes que heredarían un
territorio. Durante 24 años después de que salieron de Harán, Abram y Sarai
esperaron y pensaron en esas promesas. Hasta que finalmente, cuando
Abram tenía 99 años, Dios le apareció de nuevo.
En Génesis 17:6 Dios le prometió: "Te multiplicaré en gran manera, y haré
naciones de ti, y reyes saldrán de ti." En este momento Abram también
comprendió que vendría a ser "padre de muchedumbre de gentes" (v. 4),
y Dios le dijo que cambiaría su nombre porAbraham/ que significa "padre
de multitudes"; y a Sarai le cambió su nombre por Sara, que significa
"princesa". También le dijo a Abraham que dentro de un año Sara le daría
a luz un hijo (17:19; 18:14). Tal cosa parecía increíble, pero sucedió como
Dios lo dijo e Isaac nació en el momento señalado.
14 años antes del nacimiento de Isaac, Abraham ya había tenido un hijo,
pero este hijo, Ismael, no era el hijo de la promesa. Después de diez años
de esperar las promesas de Dios, Sara le rogó a Abram que se llegara a su
sierva, Agar, y tuvo un hijo de ella. Con esta acción no solo engendró un
hijo sino problemas y conflictos que permanecen hasta nuestros días.
Después del nacimiento de Isaac, Abraham despidió a Agar y a Ismael y los
envió lejos (Génesis 21:14). Finalmente Ismael se casó con una egipcia, de
la tierra de donde provenía su madre y tuvo muchos hijos; de quienes
descienden las naciones árabes.
Años después. Dios visitó a Abraham una vez más para someterlo a una
prueba suprema de fe. Dios, quien ya había tratado durante muchos años
con Abraham, le dijo que llevara a su hijo Isaac a las montañas de la tierra
de Moriah y lo ofreciera en sacrificio. Abraham demostró su fe e hizo
conforme Dios le pidió, estaba a punto de ofrecer a su único heredero
cuando Dios intervino y lo detuvo; entonces ofreció un camero que encontró
trabado en un zarzal en lugar de su hijo Isaac.
Ante la/e de Abraham Dios volvió a confirmar sus promesas, esta vez en
forma incondicional: "Llamó el ángel del Eterno a Abraham por segunda
vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice el Eterno, que por
cuanto has hecho esto, y no me has rehusado a tu hijo, tu único hijo; de
cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del
cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá
las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones
de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz" (22:15-18).
Hay dos cosas interesantes que debemos notar. Las promesas ya no iban
a depender de las obras futuras de Abraham o sus descendientes; porque
ya él había superado la mayor prueba de obediencia, y Dios garantizó el
cumplimiento incondicional de sus promesas.
El otro asunto es que los descendientes de Abraham llegarían a poseer "las
puertas de sus enemigos". Una puerta es un pasaje estrecho por donde se
puede entrar o salir. Esta promesa significa que los descendientes de
Abraham no solo llegarían a formar multitud de naciones, sino que iban a
tener el control de los puntos estratégicos por donde debían transitar sus
enemigos. Más adelante examinaremos el significado de esta promesa tan
importante.
Promesas materiales y espirituales cumplidas
Alguien podría preguntar: ¿No se cumplieron acaso las promesas a
Abraham en Cristo? Esta es una pregunta cuya respuesta viene
directamente de la Biblia.
En Calatas 3:26-29 vemos claramente que todo verdadero cristiano es un
hijo espiritual de Abraham y heredero de la promesa. El cumplimiento
final de las bendiciones de Dios a Abraham incluye la promesa de que
sus herederos espirituales heredarán la tierra (Ro. 4:13; Mt. 5:5). Y también
recibió la promesa de una herencia perpetua (Gn. 17:8), lo cual implica
el don de la vida eterna.
Evidentemente las promesas que Dios le hizo a Abraham tienen un
aspecto espiritual; porque la gracia de Dios va a ser concedida a toda la
humanidad mediante la simiente, Jesucristo (Gá. 3:16). El Mesías,
descendiente de Abraham, sería el único mediante el cual la humanidad
recibiría la gracia de Dios para alcanzar las bendiciones de la salvación
del pecado y la vida eterna.
Sin embargo, también hay un aspecto material de las promesas a Abraham.
La primogenitura trae consigo promesas de poderío nacional al igual
que riqueza mineral y agrícola. En Génesis 13:16 Dios le dijo a Abram que
su descendencia sería "como el polvo de la tierra"; en una referencia muy
clara a la gran cantidad de descendientes físicos de Abraham que
heredarían poderío como naciones y poseerían las puertas de sus
enemigos.
Las promesas a Abraham tienen entonces aspectos espirituales y
materiales; porque incluyen a Jesús el Mesías, y las bendiciones de la
primogenitura que les serían concedidas a una muchedumbre de sus
descendientes, quienes llegarían a formar una gran nación y una "multitud
de naciones" (Gn. 48:19). Esto no significa que quienes reciben las
bendiciones sean mejores que los que no las reciben. De hecho, vemos
que quienes recibieron las bendiciones materiales en su mayor parte las
han dilapidado y se han alejado de Dios, por lo que tendrán que afrontar
el juicio divino.
El inicio de Israel
Muchos años después de que Dios hizo las promesas a Abraham, las
reafirmó a su hijo Isaac: "Habita como forastero en esta tierra, y estaré
contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas
tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre. Multiplicaré
tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia
todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu
simiente, por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis
mandamientos, mis estatutos y mis leyes" (Gn. 26:3-5). Las promesas a
Isaac fueron basadas entonces en la obediencia de Abraham a Dios (v.
24).
Isaac y Rebeca su esposa tuvieron dos hijos, Jacob y Esaú. Quienes a pesar
de ser gemelos, desde un principio mostraron tener carácter y
temperamento completamente diferentes. Desde antes de su nacimiento.
Dios reveló que el mayor, Esaú, habría de servirle al más joven, Jacob
(25:23). Jacob, siendo muy avispado por naturaleza, no pudo esperar a
que Dios le concediera las bendiciones de la primogenitura; entonces
siguiendo el consejo de su madre engañó a su padre para que le transmitiera
esta bendición. Dios lo permitió porque su propósito era que Jacob recibiera
las promesas; pero Jacob tuvo que aprender por medio de la experiencia
lecciones muy difíciles que lo llevaron al arrepentimiento.
Veamos entonces las bendiciones de la primogenitura que Isaac le confirió
a Jacob: "Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la tierra,
y abundancia de trigo y mosto. Sírvante pueblos, y naciones se inclinen a
ti; sé señor de tus hermanos, y se inclinen ante ti los hijos de tu madre.
Malditos los que te maldijeren, y benditos los que te bendijeren" (27:28-
29). Hay dos cosas que se mencionan aquí por primera vez: La primera es
que los descendientes de Jacob habrían de poseer gran riqueza agrícola;
la otra es que llegarían a ejercer poder sobre otros pueblos y naciones.
Después del engaño de Jacob contra su hermano, Isaac y Rebeca lo enviaron
a la región donde vivía la familia de su madre. Allí debería encontrar una
esposa y pasar algún tiempo hasta que se acabara la ira de su hermano
Esaú. Las palabras de despedida de Isaac fueron: "El Dios omnipotente te
bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud
de pueblos; y te dé la bendición de Abraham, y a tu descendencia contigo,
para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham" (28:3-
4).
Poco tiempo después. Dios se presentó a Jacob en un sueño y aumentó
las promesas. En su sueño vio una gran escalera que llegaba hasta el cielo
y a los ángeles que subían y bajaban por ella. "Y eh aquí, el Eterno estaba
en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy el Eterno, el Dios de Abraham tu padre,
y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu
descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te
extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de
la tierra serán benditas en ti y en tu simiente" (13-14).
Vemos aquí por primera vez, que las tierras prometidas por Dios a Abraham
abarcaban más que el Medio Oriente; y que los descendientes de Jacob
habrían de esparcirse por el mundo entero. Esta herencia los haría
relacionarse con casi todos los pueblos de la tierra.
Durante el tiempo de su exilio lejos de Canaán, Jacob aprendió muchas
lecciones; y finalmente, cuando regresó a su tierra, tuvo un encuentro con
Dios en un lugar que luego fue llamado Peniel. Después que Jacob luchó
toda la noche con el divino mensajero, Dios le dijo: "No se dirá más tu
nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres,
y has vencido" (32:28). Jacob o Israel llegó a ser el padre de doce hijos,
progenitores de las doce tribus de Israel.
Las promesas hechas a Abraham fueron pasando de padre a hijo y
gradualmente se fueron ampliando. ¡Pero aún falta mucho! Porque a
Abraham se le dijo que llegaría a formar "multitud de naciones" que
alcanzarían gran poderío y también que habría de suscitar un linaje real.
Esta promesa sería repartida entre dos de los doce hijos de Jacob. Veamos
esta reveladora escritura: "Los hijos de Rubén primogénito de Israel (porque
él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos
de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue
contado por primogénito; bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus
hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de
José)" (1 Cr. 5:1-2).
A Judá se le dio entonces la promesa del cetro, de un linaje real que
culminaría con el Mesías como Rey de reyes. Pero las promesas de la
primogenitura, de poderío nacional no fueron dadas a los judíos, sino a los
descendientes de José. ¡Entender esto es la llave maestra que nos abrirá el
conocimiento de todo lo demás!
Efraín y Manases reciben la primogenitura
Veamos un poco más sobre la forma en que fueron ampliadas las promesas
de la primogenitura a los descendientes de José. Parte importante de esta
historia ocurrió poco antes de la muerte de Jacob o Israel. En aquel entonces
él y toda su familia estaban viviendo en Egipto, donde José había llegado
a ser primer ministro. José fue a visitar a su padre anciano y enfermo junto
con sus dos hijos, Efraín y Manases. Una ceremonia poco comprendida
ocurrió durante esta visita.
En Génesis 48:5 Israel le dijo a José que iba a adoptar a Efraín y a Manases
como hijos, de esta forma serían contados entre las tribus de Israel. Así José
recibiría una doble porción. Después que José acercó a sus hijos, Israel los
abrazó y les impuso las manos para darles una bendición muy especial.
Aquí sucedió algo muy interesante. José, intencionalmente colocó a los
muchachos de manera que el mayor. Manases, quedara a la derecha de
Israel y que el menor, Efraín, quedara a su izquierda. Esto con el fin de que
Israel pusiera su mano derecha que significaba una mayor bendición, sobre
Manases, y la izquierda sobre Efraín. Sin embargo, Israel cruzó sus manos
y puso la derecha sobre Efraín y la izquierda sobre Manases. José, cuando
vio lo que consideró un error de su padre casi ciego, trató de corregirlo;
pero Israel se resistió y le explicó que había cruzado sus manos en forma
deliberada.
Israel le dijo a José que su hijo mayor. Manases, llegaría a ser un gran pueblo,
pero que Efraín llegaría a formar una "multitud de naciones" (v. 19). Vemos
aquí que de los descendientes de José habría de surgir una gran nación y
una multitud de naciones. Ellos recibirían las bendiciones de la primogenitura,
de poderío nacional. Lo que conlleva la posesión de los pasos estratégicos
que utilizarían sus enemigos, enormes riquezas agrícolas y minerales, y la
condición de potencias mundiales que dominarían a otras naciones. En
vista de que Dios prometió que en ellos serían benditas las demás naciones,
es de esperar que su dominio como potencias mundiales sería ejercido de
manera benigna.
¿Existe alguna prueba histórica del cumplimiento de esas promesas? Antes
de examinar lo anterior, veamos unos cuantos detalles más que se revelan
en el libro del Génesis. Poco tiempo después de adoptar a Efraín y a Manases
y de concederles las bendiciones de la primogenitura, Israel hizo venir todos
sus hijos. Se encontraba al final de su larga vida y quería darle a su familia
los últimos consejos y bendiciones.
Observemos cómo empezó su admonición: "Juntaos, y os declararé lo que
os ha de acontecer en los días venideros" (49:1). La profecía de Israel que
siguió no fue para sus días ni para cuando sus descendientes salieran de
Egipto y entraran en la tierra prometida. ¡Era para el tiempo del fin! Lo que
se deduce es que al final de los tiempos los descendientes de Israel aún
existirían y se podrían identificar las diferentes tribus.
Veamos lo que le fue dicho a José: "Rama fructífera es José, rama fructífera
junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro" (v. 22). Esta
es una forma poética de referirse a un pueblo que se multiplicaría y se
extendería por todas partes. Al fin y al cabo a los hijos de José se les
concedería llegar a formar una gran nación y una multitud de naciones.
Israel entonces previo que serían un pueblo colonizador. También les legó
las "bendiciones de los cielos arriba" y las "bendiciones del abismo que está
abajo" (v. 25). Esto significa gran riqueza mineral (bendiciones del abismo)
así como bendiciones de un clima apto para gran prosperidad agrícola
(bendiciones de los cielos).
Ahora bien, ¿se cumplieron alguna vez estas fabulosas promesas en los
descendientes de Efraín y Manases? ¡Lo que está en juego aquí es la veracidad
de la Biblia como Palabra de Dios!
Después de salir de Egipto, las tribus de Israel vivieron durante siglos en el
Medio Oriente, en el territorio que Dios les había prometido. Sin embargo,
antes del cautiverio de Israel, la historia consignada en la Biblia no indica
que Efraín y Manases hayan llegado a ser una gran nación ni multitud de
naciones. Tampoco llegaron a ser benditas en ellas las naciones de la tierra,
antes de que fueran llevadas en cautiverio por los asirlos en el siglo octavo
antes de Cristo. Evidentemente el cumplimiento de las promesas que Dios
le hizo a Abraham y que fueron legadas a sus descendientes NO ocurrió
antes de que las diez tribus de Israel desaparecieran de las páginas de la
Biblia y de las páginas de la historia secular.
¡La manera en que se cumplieron esas promesas, como veremos, constituye
el resto de la historia!
Antes que los hijos de Israel entraran en la tierra prometida, Dios inspiró a
Moisés para que les advirtiera sobre el futuro. Si bien las promesas de Dios
estaban aseguradas, el TIEMPO de su cumplimiento estaba
en las manos de Dios y dependía de la conducta de Israel.
Por medio de Moisés Dios les hizo la siguiente advertencia a los israelitas:
"No haréis para vosotros ídolos, ni escultura... Guardad mis días de reposo
[sábados], y tened en reverencia mi santuario. Yo el Eterno" (Lv. 26:1-2).
Luego prosiguió: "Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis
mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo,
y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto" (vs. 3-
4). En los siguientes versículos. Dios detalló las bendiciones agrícolas y la
paz que disfrutarían si se mantenían fieles. En el versículo 12 concluyó las
bendiciones prometidas con esta afirmación: "Andaré entre vosotros, y yo
seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo."
Así como había bendiciones por la obediencia, también habría graves
consecuencias por desobedecer. Si Israel se volvía a la idolatría y olvidaba
los sábados de Dios, sería entonces castigada por sus malas obras. En los
versículos 16 y 17 Dios señala como consecuencias enfermedades e
incursiones enemigas. ¿Qué pasaría, si después de repetidos castigos, Israel
persistía en su rebeldía contra Dios y sus leyes? "Y si aun con estas cosas
no me oyereis, yo volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados"
(v. 18). La expresión hebrea traducida como "siete veces" puede significar
tanto extensión de tiempo como intensidad de castigo. Esta expresión se
vierte en algunos pasajes como "siete tiempos".
Castigo siete veces mayor
En el capítulo 4 de Daniel, se relata un sueño que tuvo el Rey Nabucodonosor
de Babilonia. En el sueño escuchó que sería castigado por su orgullo con
la pérdida del reino y de la razón y que el castigo duraría "siete tiempos".
En el cumplimiento histórico del sueño en vida de Nabucodonosor, los siete
tiempos fueron un período de siete años.
¿Qué significan las "siete veces" en el castigo que se anuncia en Levítico
26:18? Si se trataba de un espacio de tiempo, ¿cuánto sería ese tiempo?
La comprensión de este concepto nos brindará un conocimiento muchísimo
más profundo de la historia.
Busquemos primero la respuesta a la pregunta sobre los "siete tiempos".
¿Cuántos días vendrían a ser "siete tiempos"? En Apocalipsis 11 y 12
encontramos claves para la respuesta.
En Apocalipsis 11:2-3 se equiparan dos períodos de tiempo:
42 meses y 1.260 días. Esto no presenta ninguna dificultad, porque 42 meses
de 30 días son 1.260 días. En Apocalipsis 12:6 encontramos otra referencia
a 1.260 días, pero esta vez la cifra se equipara en el versículo 14 con la
expresión: "un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo". Ya vimos que
1.260 días equivale a 42 meses, exactamente tres años y medio. Nos queda
claro entonces que en la Biblia "un tiempo, y tiempos, y la mitad de un
tiempo" equivale a tres años y medio o a 1.260 días.
"Siete tiempos" entonces, es el doble de "un tiempo, y tiempos y la mitad
de un tiempo" (tres años y medio). De aquí deducimos que siete tiempos
vendrían a ser 2.520 días (el doble de 1.260 días). Ahora bien, ¿cuánto
tiempo de castigo para Israel representan 2.520 días en la profecía bíblica?
Para facilitar la respuesta, veamos otro incidente relacionado con un castigo
sobre Israel. En Números 13 y 14 se relata cómo Moisés envió doce espías,
uno de cada tribu, para inspeccionar la tierra prometida. Diez de los espías
trajeron un mal informe que desanimó al pueblo e hizo que se negaran a
entrar en la tierra. Dios se indignó por la falta de fe del pueblo. Veamos
cuáles fueron las consecuencias: "Conforme al número de los días, de los
cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades
cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo" (Nm. 14:34).
La desobediencia de Israel les causó un retraso de 40 años para entrar a la
tierra prometida y heredar las promesas que Dios les hizo a sus antepasados.
Los 40 años de castigo corresponden al principio de un año por cada día.
En Ezequiel 4 encontramos un caso similar de castigo sobre Judá e Israel.
En este relato al profeta Ezequiel se le ordenó acostarse sobre su lado
izquierdo todos los días durante 390 días para representar el período del
castigo sobre Israel. Luego se le ordenó acostarse sobre su lado derecho
cada día durante 40 días para representar el castigo sobre Judá. Entonces
el Eterno le dijo: "...día por año, día por año te lo he dado" (v. 6). Vemos de
nuevo entonces que un día equivale a un año en el cumplimiento de ciertas
profecías bíblicas.
Si cada día representa un año en el cumplimiento de los castigos de Israel,
siete tiempos representarían 2.520 años. ¿Qué significa entonces todo este
espacio de tiempo? Pronto llegaremos a la sorprendente respuesta; pero,
veamos primero las razones por las que Israel fue llevada en cautiverio.
¿Por qué las diez tribus fueron llevadas cautivas?
En Levítico 26 Dios señala claramente que si Israel empezaba a adorar ídolos
y a transgredir el sábado, utilizaría castigos para llamarle la atención. El
cumplimiento de esta advertencia se puede ver por todo el libro de los
Jueces. A medida que Israel caía en el pecado. Dios permitía incursiones
terroristas provenientes de las naciones vecinas para trastornar la paz y la
economía. Algunas veces esas naciones llegaron a gobernar a Israel durante
años. Estos ciclos se repitieron durante más de tres siglos hasta que se
estableció la monarquía.
Como ya hemos visto, después de la muerte de Salomón el reino de Israel
se dividió en dos naciones diferentes. Las diez tribus del norte escogieron
a Jeroboam, hijo de Nabat, como su rey; mientras que Judá permaneció
fiel a Roboam, hijo de Salomón. Poco después de la división del reino,
Jeroboam tomó una decisión que afectaría a las diez tribus de Israel por el
resto de su historia.
En 1 Reyes 12 se nos relata el suceso. Jeroboam empezó a temer que en el
futuro las diez tribus anhelarían reunirse con Judá. Pensó que si el pueblo
iba a adorar a Dios en Jerusalén durante las Fiestas anuales podría sentir
nostalgia del pasado. Temió que en un futuro podría añorar los tiempos en
que había formado una sola nación bajo la dinastía de David cuya sede fue
Jerusalén; y que en algún momento esto provocaría que lo eliminaran a él
o a sus descendientes.
Analizado el problema, Jeroboam llevó a cabo lo que consideró la solución.
Reunió a todo el pueblo y anunció algunos cambios. Para facilitar las cosas,
les dijo que en adelante contarían con dos lugares de adoración, de libre
elección, en el norte de Israel. De esta manera no tendrían que volver a
Jerusalén. Los sitios de adoración los estableció en Dan, al norte y en Betel,
al sur; y en cada uno puso un becerro de oro como objeto de culto.
Además reemplazó al sacerdocio levítico por hombres fieles a él y a su
nueva religión. De hecho, Jeroboam "estableció sacerdotes del común del
pueblo" (v. 31, Biblia de Jerusalén). Y como si no fuera suficiente, introdujo
un cambio en la fecha de las Fiestas anuales de Dios. La Fiesta de los
Tabernáculos, que se celebra en el séptimo mes del calendario sagrado,
fue trasladada al octavo mes.
Durante los siguientes 200 anos de existencia de la nación del norte de
Israel, como país independiente, hubo muchas dinastías. Quien quiera que
fuera el rey, la Biblia una y otra vez nos dice: "Se entregó a los pecados de
Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel, y no se apartó de ellos" (1
R. 15:34; 16:19; 2 R. 3:3; 10:29; 13:2, 6,11; 14:24; 15:18, 24, 28; 17:22). Las diez
tribus se desentendieron por completo de las advertencias que Dios les
hizo a sus antepasados por medio de Moisés. Adoraron ídolos, transgredieron
los sábados y, en términos generales, abandonaron las leyes de Dios.
Las consecuencias eran inevitables. Dios les había advertido siglos antes,
por medio de Moisés/ que los castigaría "siete veces" más si persistían en
su desobediencia. Finalmente, a mediados del siglo octavo, los ejércitos
del poderoso Imperio Asirio invadieron Israel.
El Rey Manahem de Israel, mediante una cuantiosa suma de dinero que le
dio al Rey Pul de Asiría, compró la tranquilidad por algún tiempo. Pocos
años después, durante el reinado de Peka, uno de los sucesores de Manahem,
vino Tiglat-pileser rey de los asirios y tomó gran parte del este y del norte
del reino. Varias tribus, entre ellas parte de Rubén, Gad y Neftalí; fueron
llevadas cautivas a Asiría. Durante el reinado de Oseas, sucesor de Peka, las
cosas empeoraron. Los asirios regresaron bajo un nuevo rey, Salmanasar;
y le exigieron tributo al remanente de Israel. Poco tiempo después regresaron
y pusieron sitio a Samaría, que resistió tres años antes de su caída. Entonces
los asirios iniciaron la deportación masiva de las diez tribus de Israel.



toda la informacion fue tomada del folleto:

Estados Unidos y Gran
Bretaña en profecía
Por John H. Ogwyn

para verlo oprime aqui:http://www.mundomanana.org/folletos-2/estados-unidos-y-gran-bretana-en-profecia-usp

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