Esta deportación tardó años en efectuarse. Antes de que empezara en
forma masiva, un rey justo subió al trono de Judá, el reino del sur. Este rey,
Ezequías, asumió por completo el mando después de la muerte de su padre,
Acaz, en el año 714AC. Habían gobernado juntos durante varios años, mas
Ezequías solo obtuvo autoridad independiente al morir su padre. Este, a
diferencia de su padre, fue un hombre que buscó de todo corazón a Dios.
Desde que empezó a reinar solo, inició un gran resurgimiento religioso en
Judá. Abrió el templo en Jerusalén y llamó al pueblo al arrepentimiento y
a que se dedicaran de nuevo a adorar al verdadero Dios.
Ezequías le dijo al pueblo: "Nuestros padres se han rebelado, y han hecho
lo malo ante los ojos del Eterno nuestro Dios; porque le dejaron, y apartaron
sus rostros del tabernáculo del Eterno, y le volvieron las espaldas... Por tanto,
la ira del Eterno ha venido sobre Judá y Jerusalén, y los ha entregado a
turbación, a execración y a escarnio, como veis vosotros con vuestros ojos.
Y he aquí nuestros padres han caído a espada, y nuestros hijos, nuestras
hijas y nuestras mujeres fueron llevados cautivos por esto. Ahora, pues, yo
he determinado hacer pacto con el Eterno el Dios de Israel, para que aparte
de nosotros el ardor de su ira" (2 Cr. 29:6, 8-10).
El resurgimiento durante el reinado de Ezequías no solo hizo que Judá
escapara de la espada de los asirlos que estaban destruyendo el reino de
Israel, hacia el norte, sino que fue la última oportunidad para las diez tribus
del norte de evitar el destierro total. Observemos lo que hizo Ezequías:
"Envió después Ezequías por todo Israel y Judá, y escribió cartas a Efraín y
Manases, para que viniesen a Jerusalén a la casa del Eterno para celebrar
la pascua al Eterno Dios de Israel... Y determinaron hacer pasar pregón por
todo Israel, desde Beerseba hasta Dan, para que viniesen a celebrar la
pascua al Eterno Dios de Israel, en Jerusalén; porque en mucho tiempo no
la habían celebrado al modo que está escrito" (2 Cr. 30:1, 5). Los mensajeros
de Ezequías le dieron la siguiente advertencia a los habitantes que todavía
quedaban en el reino' del norte: "No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz
como vuestros padres;
someteos al Eterno... Porque si os volviereis al Eterno, vuestros hermanos
y vuestros hijos hallarán misericordia delante de los que los tienen cautivos,
y volverán a esta tierra..." (vs. 8-9).
¿Cuál fue la respuesta de Israel? “Pasaron, pues, los correos de ciudad en
ciudad por la tierra de Efraín y Manasés, hasta Zabulón; mas se reían y
burlaban de ellos. Con todo eso, algunos hombres de Aser, de Manasés y
de Zabulón se humillaron, y vinieron a Jerusalén” (vs. 10-11). De una u otra
forma Israel desatendió las advertencias del Rey Ezequías y su llamado al
arrepentimiento; la última advertencia que habrían de recibir. En los años
siguientes los asirios desalojaron por completo el norte de Israel y trajeron
gente de entre los babilonios para repoblarlo. Estos nuevos habitantes
llegaron a ser conocidos como los samaritanos, tomando el nombre de la
capital de Israel.
Israel comenzó entonces una odisea que no terminaría en siglos. 2.520
años tendrían que pasar antes de que los descendientes de Israel
empezaran a recibir las bendiciones de la primogenitura prometidas a sus
padres. Durante 2.520 años, “un año por cada día”, habrían de conocer el
“castigo” de Dios.
Israel pierde su identidad
En Éxodo 31:12-17 Dios le dijo a Moisés que los sábados serían una señal
entre Él e Israel para siempre. Una señal es algo que identifica. El sábado
es un recordatorio perpetuo de quién es el verdadero Dios y cuál es su
pueblo. Mientras los israelitas guardaron el sábado, conservaron su
identidad.
Hasta el día de hoy, los judíos han mantenido su identidad en dondequiera
que se encuentren. Porque han conservado la señal del sábado nunca
han perdido de vista quiénes son.
En cambio Israel, desde los días del Rey Jeroboam, abandonó los sábados
de Dios sustituyéndolos por sus propios días de adoración. Como resultado,
cuando Israel fue en cautiverio, no conservó su identidad entre las naciones
que la rodeaban. Los que los conocieron no los relacionaron con los judíos;
y con el tiempo, los mismos israelitas también olvidaron su verdadero
origen.
Muchas de las costumbres que acompañaron a los israelitas al cautiverio
fueron tomadas de las naciones paganas que los rodeaban. Mientras eran
llevados cautivos por los asirios, el profeta Miqueas estaba en Judá. Este
le advirtió a Israel del inminente castigo y por qué habría de venir: "Porque
los mandamientos de Omri se han guardado, y toda obra de la casa de
Acab; y en los consejos de ellos anduvisteis, para que yo te pusiese en
asolamiento, y tus moradores para burla. Llevaréis, por tanto, el oprobio
de mi pueblo" (Mi. 6:16).
¿Quién era Omri y cuáles fueron sus mandamientos? ¿Qué tuvo esto que
ver con la pérdida de identidad de Israel?
Los israelitas cautivos llegan
a ser conocidos como cimerios
En cautiverio, Israel llegó a perder hasta su nombre como nación. Dado
que abandonaron la señal de identidad que Dios estableció, la mayoría
de los historiadores ya no los reconocieron más como israelitas. Sin
embargo. Dios sí sabe perfectamente quiénes son. Veamos el mensaje
que inspiró al profeta Amos antes del cautiverio de Israel: "He aquí los
ojos del Eterno el Señor están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de
la faz de la tierra; mas no destruiré del todo la casa de Jacob, dice el Eterno.
Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada
entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no
cae un granito en tierra" (Am. 9:8-9).
En 1 Reyes 16 se narra el ascenso de Omri al trono de Israel. Después de
derrocar a su predecesor Zimri, estableció una poderosa dinastía. Aunque
solo reinó doce años, estableció la capital en Samaria y dictó leyes que
guiaron a la nación por el resto de su historia. Su papel de legislador fue
tan sólido, que 150 años después de su muerte y muchas dinastías después,
el profeta Miqueas aún se refirió a Israel como a quien guardaba "los
mandamientos de Omri". Obviamente porque la casa de Israel rechazó las
leyes que Dios promulgó por medio de Moisés y decidió guardar más bien
las leyes de Omri. "Omri", nos dice la Escritura, "hizo lo malo ante los ojos del
Eterno, e hizo peor que todos los que habían reinado antes de él" (v. 25).
Obviamente, los mandamientos de Omri incluían prácticas religiosas paganas.
Su hijo Acab se casó con "Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue
y sirvió a Baal, y lo adoró" (v. 31). Aunque tiempo después el Rey Jehú
exterminó el culto a Baal en Israel, lo cierto es que Israel jamás regresó al
verdadero Dios.
Veamos el comentario de la Encyclopedia of Worid History de Langer, sobre
el alcance de la influencia de Omri: "Omri inició una larga dinastía. Construyó
una nueva capital en Samaría y restableció alianzas con Tiro... También
reconquistó a Moab, según se desprende de la inscripción de Mesa. Omri
evidentemente fue un rey poderoso. Los asirios se refirieron a Israel por su
nombre: Bit Omri (Kumri)" [Edición de 1968, pág. 44).
La historia del mundo antiguo, aparte de lo que está consignado en las
Escrituras, nos llega por los escritos y monumentos de los grandes imperios
de la antigüedad y por los escritos de los historiadores griegos. Los asirios
no utilizaron en sus monumentos el nombre de "Israel", sino que utilizaron
el nombre de "Kumri"; y así fueron conocidos durante el cautiverio. Por este
nombre y algunas variantes según el idioma de los pueblos vecinos, es el
nombre con el que se identificó a Israel en la historia secular.
El pueblo identificado en los monumentos asirlos como Kumri fue llamado
en la lengua babilónica como Gimirra (o Gimiri). Y los geógrafos griegos
como Herodoto los llamaron cimerios. Fue así como los israelitas en cautiverio
fueron identificados por la historia secular según el nombre que les dieron
los demás; nombres que variaron en escritura y pronunciación según el
lenguaje del escritor.
Migraciones de Israel
¿Qué sucedió con los israelitas que fueron llevados cautivos por los asirios?
La Biblia nos dice que fueron llevados a las ciudades de los medos; cerca del
Río Gozan, afluente del alto Eufrates. Las ciudades de los medos estaban en
la región contigua al sur de Armenia, entre el Mar Caspio y el Mar Negro.
El libro apócrifo Segundo de Esdras, escrito como un siglo antes de Cristo,
relata la tradición que fue preservada entre los judíos:
"Aquellas son las diez tribus, que fueron llevadas prisioneras lejos de su
tierra... y [Salmanasar] las llevó sobre las aguas, y de esta manera llegaron
a otra tierra. Pero se pusieron de acuerdo entre ellos en que se alejarían de
la multitud de paganos y se irían a un país lejano donde los hombres nunca
habían habitado... Y entonces ingresaron por pasajes estrechos del Río
Eufrates" (13:40-43).
Decir que los israelitas emigraron siguiendo los "pasajes estrechos del Río",
simplemente significa que fueron hacia el norte por los pasos estrechos
montañosos del alto Eufrates. Esto los llevaría hacia las montañas del Caucase
y a la costa norte del Mar Negro. Allí es precisamente donde la historia ubica
a los cimerios, quienes luego siguieron hacia el noroeste de Europa por las
cuencas del Danubio y del Rin.
El Classical Dictionary de Lempriere ubica a los cimerios "... cerca del Palus
Maeotis" (pág. 149). Palus Maeotis fue el nombre que le dieron los antiguos
griegos al gran lago del extremo norte del Mar Negro, conocido en la
actualidad como el Mar de Asof. Desde esta región algunos de los cimerios
emigraron directamente por el sistema fluvial hacia el noroeste de Europa;
mientras que otros invadieron el Asia Menor, y luego de ser repelidos se
fueron hacia el norte de Europa.
Con respecto a la llegada de los cimerio-israelitas al noroeste de Europa,
en The History of France from Earliest Times to 1848, M. Guizot dice: "Entre
los siglos séptimo y cuarto antes de Cristo, una nueva población se esparció
por la Galia; no de una sola vez, sino en una serie de invasiones; de las
cuales las dos principales tuvieron lugar hacía el principio y el final de esa
época. Estos se autodenominaban Kymrians o Kimrians... nombre de un
pueblo al cual los griegos ubicaron en la costa oeste del Mar Negro y en la
Península Cimeria, cuyo nombre actual es Crimea" (pág. 16). Conocidos
como galos o celtas por los romanos, estos pueblos se esparcieron por lo
que hoy es Francia y las Islas Británicas.
Los períodos de mayor migración hacia el noroeste de Europa fueron, poco
después de las primeras invasiones asirías y unos 400 años después. En el
año 331AC, Alejandro el Grande derrotó a los medos y a los persas; entonces
los israelitas que todavía permanecían en la región de los medos quedaron
en libertad de irse. Es interesante notar que entre la caída de Samaría y la
derrota de los medos (721AC y 331AC) transcurrieron 390 anos; exactamente
el tiempo que Ezequiel profetizó para la casa de Israel en Ezequiel 4:5.
Otro antiguo nombre por el que fueron conocidos los israelitas fue "escitas".
De una enorme región en las llanuras eurásicas de la actual Rusia, que en
la antigüedad se llamó Escitia. Muchos pueblos habitaron esta gran región,
entre ellos varias tribus de israelitas exiliados. Según con el historiador
griego Herodoto, "los persas los llamaron sacae, porque este fue el nombre
que ellos les dieron a todos los escitas" (The Persian Wars, VII, 64). La palabra
sacae o sakae viene del nombre de Isaac, antepasado de los israelitas. El
nombre de Isaac dio origen a los nombres de Escocia, Sajonia y Escandiría
vía.
Los escoceses conservan la historia de su origen escita en el documento
más famoso de la historia escocesa, la Declaración de Arbroath. Esta
declaración fue escrita en 1320 y firmada por Robert de Bruce y sus nobles.
En ella está la afirmación de que los escoceses "...viajaron desde la Gran
Escitia por el Mar Tirreno... y que llegaron mil doscientos años después de
que el pueblo de Israel cruzó el Mar Rojo [aprox. 250ACJ, hasta su patria en
el oeste donde viven actualmente." El original de esta antigua carta, conocida
por muchos como "la más preciosa posesión de Escocia" se exhibe en una
urna de cristal en la Casa de Registro de Edimburgo. Al pergamino se le
adjuntan los sellos de los 25 nobles que lo suscriben.
Vemos entonces que las diez tribus del norte de Israel fueron desterradas
en el siglo ocho antes de Cristo, y llevadas a diferentes regiones por sus
captores. Como perdieron su identidad, han figurado en la historia con
diferentes nombres: como curíenos, celtas y escitas; para citar unos pocos.
Hoy en día, guiados por antiguos registros, podemos trazar las migraciones
de esos pueblos desde el Mar Negro hasta las Islas Británicas y el noroeste
de Europa.
¿Qué tiene todo esto que ver con las profecías de la Biblia? Más adelante
encontrará las sorprendentes respuestas.
Cumplimiento de las promesas de la
primogenitura
En la antigüedad. Dios hizo grandes promesas a Abraham y a sus
descendientes. Hemos visto ya que las diez tribus del norte fueron
desterradas de su patria y finalmente emigraron hacia el noroeste de
Europa. ¿Cómo habrían de cumplirse las promesas hechas a Abraham?
Veamos cómo Dios ha intervenido asombrosamente en la historia para
realizar sus propósitos y cumplir con su palabra.
Siete tiempos profetices, 2.520 años; debían transcurrir a partir de la caída
de Samaría y el cautiverio de Israel en el 721AC, hasta que empezaran a
cumplirse las promesas incondicionales hechas a Abraham (Gn. 22:15-
18). Esto nos lleva al año ISOOoc, cuando de acuerdo con las Escrituras,
los descendientes de Abraham comenzarían a recibir las promesas de la
primogenitura. El increíble desarrollo de los pueblos de habla inglesa a
partir de 1800 es sorprendente.
Para comprender lo sucedido y tener un mejor panorama, veamos
brevemente la historia de Europa: A finales del siglo once después de
Cristo, la mayoría de las migraciones hacia Europa habían terminado y las
naciones ya estaban en las regiones en que se encuentran actualmente.
Los israelitas habían llegado, en oleadas migratorias durante siglos, a las
nuevas tierras que habrían de heredar. Cabe recordar que Dios le había
dicho a Jacob que sus descendientes serían esparcidos hacia el norte, el
sur, el este y el oeste (Gn. 28:14).
Durante los diez siglos transcurridos desde la caída de Roma hasta el siglo
15, Europa estaba totalmente dominada por la Iglesia Católica y se debatía
en la pobreza, la ignorancia y la guerra. La mayor parte de ese período ha
sido llamado por los historiadores la "era del oscurantismo".
En la segunda mitad del siglo 15 hubo tres acontecimientos decisivos en
la historia. El primero fue la caída de Constantinopla a manos de los turcos
en 1453. Esto trajo la influencia de los eruditos y los manuscritos griegos
del Nuevo Testamento a Europa Occidental. El segundo fue en 1456,
cuando Johannes Gutenberg perfeccionó el uso de los tipos
intercambiables y nació la imprenta. Esto hizo posible una amplia difusión
del conocimiento. En 1492, Cristóbal Colón avistó tierra; y se inició una
relación ininterrumpida entre Europa y el nuevo continente de América.
Durante ese tiempo, Inglaterra salió finalmente de su lucha interna o
guerra de las dos rosas; y emergió entonces un gobierno estable bajo la
dinastía de los Tudor con Enrique VII. Durante el siglo siguiente, una
notable transformación empezó a efectuarse en Inglaterra. La alfabetización
se extendió, el dominio católico cesó y la pequeña nación insular empezó
a convertirse en una potencia marítima.
El año 1588 señala un hito en la historia de Inglaterra. España decidió
conquistar Inglaterra y llevarla de nuevo al seno de la Iglesia Católica. Para
lograrlo, la famosa Armada Invencible izó velas desde España. Pero sacudida
por las tormentas, la armada fue destruida y la débil Inglaterra quedó a
salvo.
Veamos lo que escribió Sir Winston Churchill en su History of the English-
Speaking Peoples: "Mas para el pueblo inglés en general, la destrucción
de la armada fue un milagro. Durante 30 años la sombra del poder español
había oscurecido la arena política. Una oleada de emoción religiosa llenó
la mente de los hombres. Una de las medallas conmemorativas de la
victoria lleva la inscripción:
'Affiavit Deus et dissipantur' [Dios sopló y los dispersó]. Isabel y sus marinos
entendieron esta verdad" (vol. II, pág. 131).
La milagrosa victoria le permitió a Inglaterra no estar más bajo el dominio
del papado y preparó el camino para la futura libertad religiosa. La
conciencia de la intervención de Dios en la historia de Inglaterra suscitó
un nuevo interés en la Biblia. Este interés condujo a la traducción y amplia
difusión de la Biblia durante el remado del sucesor de la Reina Isabel I, el
Rey Jacobo I.
Durante los siglos 16 y 17 los marinos y exploradores ingleses recorrieron
el mundo. Esto señaló el inicio de la preponderancia de Inglaterra en los
mares y preparó el camino hacia la futura grandeza financiera y comercial.
Cuando llegó el año 1800, Inglaterra y sus excolonias americanas, los
incipientes Estados Unidos, solo tenían una pequeña parte de los territorios
y la riqueza del mundo. En Europa, Napoleón se proponía formar un
enorme imperio continental con Francia como cabeza. Pero en lugar de
ver sus esfuerzos coronados por el éxito, algo completamente diferente
sucedió.
En los años subsiguientes, Inglaterra surgió como cabeza del inmenso
Imperio Británico; el más grande que la humanidad había conocido. Hacia
finales del siglo 19, más de la cuarta parte del territorio y la población
mundial se encontraban bajo la bandera británica. Los Estados Unidos,
que en 1800 apenas contaban con la costa este; en menos de medio siglo
se expandieron a todo lo ancho del Continente Norteamericano. El Imperio
Británico, la más poderosa mancomunidad de naciones; y la mayor nación,
los Estados Unidos, surgieron conforme a lo predicho. El año 1800 señaló
el momento en que se cumplirían los 2.520 años de retención de las
promesas de la primogenitura.
toda la informacion fue tomada del folleto:
Estados Unidos y Gran
Bretaña en profecía
Por John H. Ogwyn
Bretaña en profecía
Por John H. Ogwyn
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