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sábado, 24 de marzo de 2012

Estados Unidos y Gran Bretaña en profecía (parte cuatro)

Surge el Imperio Británico

¿Cómo lo lograron los británicos? En primero lugar, ¿cómo hizo una isla
marginal para levantarse de la miseria y el atraso hasta el dominio mundial?
Y, ¿cómo hicieron, para mantener unido entre las dos guerras [mundiales]
a su tambaleante imperio al parecer con poco esfuerzo?" (The Europeans,
pág. 47). Estas fueron preguntas que planteó el escritor Luigi Barzini y
que han sido secundadas por muchos.
Mientras que otras naciones trazan planes con el propósito de conquistar
grandes extensiones territoriales y construir un imperio; los británicos, se
ha dicho, sin darse cuenta, resultaron con un imperio. ¿Cómo llegó a
efectuarse tan extraordinaria transformación?
Canadá, gran reserva de riqueza agrícola y mineral; llegó casi sin haber
sido solicitada al Imperio Británico. Después de la victoria inglesa sobre
Francia en la guerra de los siete años (1756-63), en el Parlamento muchos
se oponían a aceptar de Francia el Canadá;
advirtiendo que "...el pequeño negocio en pieles de castor no compensaría
los costos en defensa y administración..." (A History of England and the
British Empire, por Hall & Albion, pág. 463). De hecho, "Halifax [Nueva
Escocia] fue la única comunidad en América fundada directamente por
el gobierno británico" (pág. 456).
Australia y Nueva Zelanda llegaron casi de igual manera a formar parte
del Imperio Británico. Se ha dicho sobre Australia que el descubrimiento
de oro en 1851 "convirtió una colonia en una nación" (pág. 664). La
población saltó de 250.000 a casi un millón en poco más de diez años. Y
en cuanto a Nueva Zelanda "el gobierno inglés se opuso durante largo
tiempo a la iniciativa de poner a Nueva Zelanda bajo la bandera británica...
Entonces Nueva Zelanda se mantuvo sin ley hasta que el establecimiento
de colonos ingleses permanentes hizo necesario un control más definido"
(pág. 664).
Durante el curso del siglo 19 el Imperio Británico llegó a tener posesiones
hasta en el último rincón de la Tierra; y entre esas posesiones estaban
prácticamente todas las puertas marítimas estratégicas. "Tu descendencia
poseerá las puertas de sus enemigos" (Gn. 22:17), fue una de las
bendiciones que Dios le prometió a Abraham. Esos pasajes estrechos por
donde tenía que pasar el tráfico marítimo fue de inestimable valor para
los británicos, tanto para efectos comerciales como para propósitos de
seguridad durante las dos guerras mundiales del siglo 20. El control
británico del Canal de Suez y del Estrecho de Gibraltar, así como de la
estratégica Isla de Malta, resultaron fundamentales para el dominio aliado
en el Mediterráneo durante la segunda guerra mundial.
Con Australia, Nueva Zelanda y Canadá; los británicos llegaron a poseer
buena parte de la mayor riqueza agrícola de la Tierra. Los enormes campos
de cereales e innumerables rebaños de ovejas y ganado significaron el
cumplimiento de las antiguas promesas de Dios a Abraham. Además,
contaron con las enormes riquezas minerales de Canadá, Australia y
Sudáfrica. La misma Inglaterra llegó a tener control de la mayoría de las
reservas petroleras del Medio Oriente; cuyas posesiones y oleoductos
significaron una enorme ayuda para proveer de petróleo a los aliados
durante la segunda guerra mundial.
En general, la influencia británica resultó ser benéfica para el mundo
entero, exactamente como Dios lo predijo desde la antigüedad (v. 18).
Precisamente fue la Marina Británica la que acabó con el tráfico
internacional de esclavos a principios del siglo 19. La British ana Foreing
Bible Society, con sede en Londres, se hizo cargo de que la Biblia fuera
traducida a casi todos los idiomas y que por primera vez estuviera al
alcance de todos los pueblos de la Tierra.
En todo el imperio el gobierno británico no se impuso por enormes
ejércitos de ocupación. De hecho, durante el siglo 19, el ejército británico
era realmente pequeño; y fue conocido como "la delgada columna roja".
En la India gigantesca, que en el siglo 19 ya estaba habitada por muchos
millones, el gobierno lo ejercía el servicio civil británico, el cual lo constituían
apenas varios centenares de miembros. Administraron justicia, cobraron
impuestos y aplicaron las leyes. "Ellos solos entraron en contacto directo
con la población nativa... trabajaron ardua y eficientemente... entre ellos
nunca se conoció la corrupción y mantuvieron con éxito la justicia, la paz
y el orden durante decenios" (pág. 738).
La pequeña Inglaterra surgió, prácticamente de la noche a la mañana,
para gobernar el mayor y el más extenso de los imperios que el mundo
ha conocido. Ese imperio se convirtió en una gran mancomunidad de
naciones unidas por la lealtad a una corona. ¿Dónde más podríamos
encontrar el cumplimiento de la antigua promesa que Jacob pronunció
para su nieto Efraín? (Gn. 48:19). ¡Efectivamente Dios cumplió su palabra
con respecto a lo dicho a Abraham!
Posesiones territoriales de Estados Unidos y Gran
Bretaña durante su período de mayor influencia
El trono de David
Por medio del profeta Natán, Dios le hizo una grandiosa promesa al Rey
David: Cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo
levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas,
y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para
siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo.
Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de
hijos de hombres;
pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual
quité de delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre
delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente" (2 S. 7:12-16).
Dios le explicó a David que aunque castigaría a sus descendientes por sus
pecados, no quitaría el reino de su linaje como lo hizo con Saúl. Ahora
bien, ¿qué sucedió con ese linaje real? La historia dice que el Rey Sedequías,
descendiente de David, fue el último rey que ocupó el trono de Judá en
Jerusalén. En el año 586AC, Nabucodonosor llevó cautivo a Sedequías a
Babilonia, incendió el templo y destruyó Jerusalén. "Degollaron a los hijos
de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le sacaron los ojos, y atado
con cadenas lo llevaron a Babilonia" (2 R. 25:7).
¿Qué sucedió entonces con la promesa de Dios a David?
Para continuar con la historia, veamos la profecía que Dios inspiró en
Ezequiel 17. Esta comienza con una adivinanza según la cual una gran
águila llega a un cedro y arranca "el principal de sus renuevos"; luego lo
lleva a "una ciudad de comerciantes" (v. 4). ¿Cuál es el significado de esta
adivinanza? En el versículo 12 está la respuesta: "Di ahora a la casa rebelde:
¿No habéis entendido qué significan estas cosas? Diles: He aquí que el
rey de Babilonia vino a Jerusalén, y tomó a tu rey y a sus príncipes, y los
llevó consigo a Babilonia."
Pero aquí no termina la historia, porque Dios continúa en los versículos
22 y 23: "Tomaré yo del cogollo de aquel alto cedro, y lo plantaré; del
principal de sus renuevos cortaré un tallo [un retoño tierno dice la Versión
Popular], y lo plantaré sobre el monte alto y sublime. En el monte alto de
Israel lo plantaré, y alzará ramas, y dará fruto, y se hará magnífico cedro;
y habitarán debajo de él todas las aves de toda especie; a la sombra de
sus ramas habitarán."
Hemos visto que "el principal" de los renuevos del cedro representa al
último rey de Judá, Sedequías. Un "tallo" del "principal de sus renuevos
vendría a ser uno de sus hijos. Mas vimos que sus hijos fueron degollados.
Entonces, este tallo o "retoño tierno" se refiere a una de sus hijas. Dios
dice que lo plantará en un monte alto (en profecía bíblica un monte
significa una nación) donde llegará a ser un gran árbol. Esto indica que
ella se casaría y en su descendencia continuaría la dinastía. Téngase en
cuenta ahora algo muy importante: El linaje de David había estado
reinando sobre Judá, pero este "retoño tierno" sería plantado ahora para
reinar sobre Israel (v. 23).
En los antiguos anales irlandeses encontramos el resto de esta historia.
Nos hablan de la llegada del profeta Jeremías y su secretario Baruc a
Irlanda después de la caída del Reino de Judá. Venían acompañados de
una joven princesa y traían la liafail como se llamó en gaéiico a la piedra
de la coronación. Según los antiguos anales la princesa se llamaba Tea
Tefi y se casó con el hijo del rey de Irlanda. Sus descendientes durante
muchos siglos mantuvieron el trono en Irlanda. Luego, en los días de
Kenneth McAlpine, lo trasladaron y gobernaron desde Scone en Escocia.
Esta misma dinastía ha continuado hasta el día de hoy en la persona de
la Reina Isabel II, descendiente directa de Tea Tefi y su esposo. ¡Dios ha
cumplido la promesa que hizo al Rey David!
Los Estados Unidos y las promesas de Manases
¿Qué sucedió con los Estados Unidos de América? ¿Es el pueblo
norteamericano también descendiente de la antigua Israel? Démosle un
vistazo a la historia.
La primera colonia permanente en lo que ahora son los Estados Unidos
fue Jamestown, Virginia, en 1607. Pocos años después arribaron los
peregrinos a la Roca de Piymouth en Massachusetts. Durante los siglos
17 y 18 muchos colonos de las Islas Británicas se trasladaban a lo que
llegó a convertirse en los Estados Unidos. Según dice el profesor David
Fisher en su obra titulada Albion s Seed, durante esos dos siglos cuatro
grandes oleadas de inmigrantes llegaron a los futuros Estados Unidos.
Estas oleadas migratorias tuvieron su origen en lugares específicos de
las Islas Británicas y se establecieron en regiones también específicas de
las colonias americanas.
Nueva Inglaterra, por ejemplo, fue colonizada principalmente por
inmigrantes de Anglia del este. Ciertas parroquias del sudeste de Inglaterra
quedaron prácticamente despobladas entre los años 1629 y 1641, debido
a que los grupos familiares emigraban en masa. "Actualmente, Anglia
del este luce muy rural en comparación con otras regiones de Inglaterra.
Pero a principios del siglo diecisiete era la parte más densamente poblada
y urbanizada de Inglaterra, y así había sido durante muchos siglos"
(Albion's Seed, pág. 43).
En su gran mayoría, los inmigrantes que colonizaron los Estados Unidos
antes de la guerra civil llegaron del noroeste de Europa; principalmente
de las Islas Británicas o de algunas regiones del norte de Alemania. Estos
inmigrantes aportaron el carácter de la gran nación de Norteamérica y
de ellos han salido la mayoría de los líderes hasta el día de hoy. Aun
aquellos que llegaron después provenientes de otras partes de Europa,
con toda posibilidad son de origen israelita. Porque la profecía de Amos
dice que la casa de Israel sería "zarandeada entre todas las naciones,
como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en tierra"
(Am. 9:9).
Con la compra de Luisiana en 1803, los Estados Unidos inician una rápida
expansión territorial, que en una generación los lleva a todo lo ancho
del continente. En el territorio comprado a Napoleón, por menos de
doce centavos la hectárea, estaba incluida la región agrícola más fértil
del mundo, el Medio Oeste Americano.
Gracias a esa combinación de riqueza agrícola y mineral, los Estados
Unidos estaban destinados a tener el mayor ingreso per cápita del mundo.
En cuestión de producción de cereales, de ganado, carbón, hierro o
petróleo; los Estados Unidos han gozado de una abundancia sin igual.
Por ejemplo, durante la segunda guerra mundial, los campos petrolíferos
del este de Texas produjeron más que todas las potencias del eje juntas.
La profecía del anciano Israel a su nieto Manases, de que sus descendientes
habrían de constituir una gran nación (Gn. 48:19); sin lugar a dudas se
ha cumplido en los Estados Unidos de América.
Además, con la adquisición del Canal de Panamá y de varias posesiones
insulares adquiridas a finales del siglo 19, los Estados Unidos también
llegaron a poseer "las puertas de sus enemigos" (Gn. 22:17; 24:60).
Conjuntamente con la Gran Bretaña, mantuvieron el control de casi todo
paso estratégico de la Tierra durante la mayor parte de los siglos 19 y 20.
Durante su apogeo, las naciones anglosajonas poseyeron o controlaron
gran parte de la riqueza del mundo. Simplemente no ha habido otra
nación que pueda compararse con la riqueza y el poder que han tenido
los pueblos de habla inglesa.
Expansión de los Estados Unidos hacia el oeste
Sin embargo, las grandes bendiciones acarrean grandes deberes acerca
de los cuales se les advierte. Hay peligros específicos que se ciernen
sobre dichas naciones en ese libro que se difundió a lo largo y ancho del
mundo de habla inglesa, la Biblia.
Una advertencia a las actuales naciones de Israel
Dios inspiró a Moisés desde la antigüedad para que consignara una
advertencia dirigida a estos pueblos en medio de su fabulosa riqueza y
abundancia: "El Eterno tu Dios te introduce en la buena tierra... tierra en
la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella... Cuídate
de no olvidarte del Eterno tu Dios, para cumplir sus mandamientos... no
suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites...
y se enorgullezca tu corazón... y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza
de mi mano me ha traído esta riqueza" (Dt. 8:7-17). Luego les advierte:
"Sino acuérdate del Eterno tu Dios, porque él te da el poder para hacer
las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en
este día" (v. 18).
Uno de los grandes peligros de la riqueza y la abundancia es el
egocentrismo y el materialismo que pueden generar. En vez de llegar a
ser los más agradecidos de los pueblos, estas naciones se han dejado
llevar por la soberbia.
Su grandeza nacional no es el resultado de una superioridad innata; sino
que la posesión de las mejores porciones de la tierra es el resultado de
la fe y la obediencia de Abraham y de las promesas que Dios le hizo.
Moisés les dijo a sus antepasados: "No por ser vosotros más que todos
los pueblos os ha querido el Eterno y os ha escogido, pues vosotros erais
el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto el Eterno os
amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres..." (Dt. 7:7-
8). Dios llamó a Israel para que fuese un pueblo santo. Hoy más que
nunca tienen acceso directo a la Palabra de Dios. Con todo, la conducta
de estos pueblos y de sus dirigentes está lejos de lo que Dios manda. En
medio de la abundancia son desagradecidos y desobedientes con el
Dios que los bendijo. Así como Dios tuvo que castigar a sus antepasados,
tendrá que hacerlo con estas naciones en la actualidad.
¡Los Estados Unidos y las naciones británicas tienen una cita con el juicio
de Dios!
¿Qué les espera a los descendientes de Israel?
En 1897, año del jubileo de diamante de la Reina Victoria, uno de los más
estimados poetas británicos expresó un sombrío presentimiento. El
Imperio Británico estaba en
el cénit de su gloria; y en ese contexto, Rudyard Kipling escribió su Himno
de fin de oficio, el cual resultó ser notablemente profetice: "Dios de
nuestros padres, por siempre conocido / Señor que peleas nuestras
grandes batallas / Por cuya poderosa mano nos mantenemos / Soberano
de las palmas y los pinos / Señor Dios de los ejércitos, quédate con
nosotros, no sea que te olvidemos; ¡no sea que te olvidemos!" Y prosiguió:
"Señor, ¡toda nuestra pompa de antaño ha quedado como Nínive y Tiro!
Juez de las naciones, ten misericordia de nosotros / No sea que te
olvidemos; ¡no sea que te olvidemos!"
Un siglo después, los pueblos anglosajones se han olvidado de Dios. La
poderosa advertencia de Dios a su pueblo olvidadizo retumba a lo largo
de los siglos: "Mas si llegares a olvidarte del Eterno tu Dios y anduvieres
en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo
hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis" (Dt. 8:19).
¿De qué manera se han olvidado estas naciones de Dios y de sus leyes?
La base fundamental de la sociedad, la unidad familiar, está hecha añicos
por los divorcios y las uniones ilegítimas. Los homosexuales desfilan
orgullosos por las calles de las grandes ciudades desde San Francisco
hasta Sidney. El aborto es el holocausto silencioso que acaba con la vida
de millones de bebés. La escalada de violencia es tal que la gente teme
caminar por las calles de las ciudades después del atardecer. La codicia,
el materialismo y la inmoralidad se han entretejido en la urdimbre de la
sociedad.
Los mensajes de los profetas describen tan claramente la situación de
estas naciones como el mejor de los noticiarios: "¡Oh gente pecadora,
pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados!
Dejaron al Eterno, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás"
(Is. 1:4). Y el cinismo es su mejor patrón de conducta: "La apariencia de
sus rostros testifica contra ellos;
porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma
de ellos! porque amontonan mal para sí" (Is. 3:9).
El mensaje del centinela
Como vimos al inicio de este folleto, Dios comisionó al profeta Ezequiel
como centinela de la casa de Israel: "A tí, también, hijo de hombre, te he
hecho yo centinela de la casa de Israel. Cuando oigas una palabra de mi
boca, les advertirás de mi parte" (Ez. 33:7, Biblia de Jerusalén). ¿Cuál es
el mensaje para la Israel actual, preservado hasta nuestros días por los
escritos del profeta Ezequiel?
"Tú, hijo de hombre, ¿no juzgarás tú, no juzgarás tú a la ciudad
derramadora de sangre, y le mostrarás todas sus abominaciones?... En
tu sangre que derramaste has pecado, y te has contaminado en tus ídolos
que hiciste..." (Ez. 22:2, 4). Además de la violencia y la idolatría. Dios inspiró
a Ezequiel para que inculpara a Israel por la inmoralidad; como el adulterio
y el incesto (vs. 9-11). También se refiere a la desintegración de la estructura
familiar y al maltrato de los necesitados e indefensos (v. 7). Como con
voz de trueno les dice: "No tienes respeto a mis cosas sagradas, profanas
mis sábados" (v. 8, Biblia de Jerusalén).
En el libro de Ezequiel encontramos una inculpación por los pecados de
esas naciones, un llamado al arrepentimiento y la advertencia del
inminente juicio de Dios. Y va más allá de ese juicio, predice un tiempo
de arrepentimiento y restauración nacional después del regreso de Cristo.
Todas esas naciones, en forma colectiva, se han ido alejando cada vez
más de Dios; aunque se consideren a sí mismas como "naciones cristianas";
sus pecados son una afrenta contra el Dios Todopoderoso, quien ha
derramado sobre ellas las más selectas bendiciones de los cielos.
Sobre las naciones de habla inglesa, la actual casa de Israel, y sobre el
resto del mundo, se cierne una tribulación indescriptible. El mismo Dios
les dice: "Quebrantaré el sustento del pan" (Ez. 4:16). Aquí se refiere a un
tiempo de hambre y desolación, cuando las ciudades queden desiertas
(12:20). Aunque les parezca imposible a los estadounidenses, canadienses
y británicos, el Todopoderoso dice que estos males se avecinan.
Una gran unión de naciones en Europa, en este momento en formación,
llegará a convertirse en la séptima y última restauración del Imperio
Romano Germánico. De acuerdo con Apocalipsis 13 y 17, este poderoso
imperio llegará a dominar al mundo entero durante breve tiempo. Se
trata de una superpotencia europea que atacará y subyugará a los pueblos
anglosajones; y también se encargará de ocupar al estado judío,
actualmente llamado Israel, en el Medio Oriente.
La gente se ha vuelto concupiscente y materialista; se ha olvidado de su
Hacedor y hace caso omiso de su libro de instrucciones, la Santa Biblia.
La hora de rendir cuentas se acerca, la mayoría de nuestros lectores vivirá
para ver aquel tiempo.
Para cada uno de nosotros y nuestras familias hay una forma de librarse,
pero hay condiciones: "¿Quiero yo la muerte del impío? dice el Eterno el
Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?... Por tanto, yo juzgaré
a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice el Eterno el Señor.
Convertios, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la
iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras transgresiones
con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.
¿Por qué moriréis, casa de Israel? Porque no quiero la muerte del que
muere, dice el Eterno el Señor; convertios, pues, y viviréis? (Ez. 18:23, 30-
32).
Lo que Dios desea es el arrepentimiento, no el castigo; mas la única forma
en que muchos atienden es mediante el castigo. Muchos simplemente
no prestarán atención al mensaje de advertencia hasta que el mundo se
les venga encima. ¿Está usted dispuesto a escuchar y a arrepentirse?
La Iglesia de Dios está proclamando el mensaje de advertencia y de
esperanza de Ezequiel a las naciones de Israel y al mundo entero. Es
esencial que comprendamos lo que la Palabra de Dios nos dice;
¡y que actuemos conforme a ese entendimiento!
Revelación de futuros acontecimientos
De acuerdo con la profecía bíblica, la amenaza de catástrofes financieras
y derrumbe social preparará el terreno para los próximos acontecimientos.
Como respuesta a los temores crecientes, repentinamente surgirá ante
el mundo un poderoso y carismático líder en Europa; aliado con un líder
religioso que suscitará una histeria colectiva mediante lo que en términos
bíblicos se conoce como "señales y prodigios mentirosos" (2 Ts. 2:9). Ese
líder político y militar se servirá del engaño para alcanzar gran poder y
será el dirigente de un restaurado Sacro Imperio Romano Germánico, al
que la Biblia llama "BABILONIA LA GRANDE" (Ap. 17,18).
Esa unión europea de iglesia y estado prometerá prosperidad universal
y durante breve tiempo ejercerá dominio económico a escala mundial.
En Ezequiel 27, valiéndose de la figura de la antigua ciudad comercial
de Tiro, el profeta nos habla de ese poderío económico mundial que
incluirá a las naciones de Europa, África, Latinoamérica y Asia; así como
a Israel y Judá (vs. 1-17). Partes de Ezequiel 27 son parafraseadas o citadas
en Apocalipsis 18, cuando se refiere a ese sistema del tiempo del fin
llamado Babilonia la Grande.
Las naciones de habla inglesa, sin embargo, no prosperarán mucho en
asocio con ese sistema. De hecho, terminarán sojuzgadas y destruidas
militarmente por él. Pero antes del ataque militar y la ocupación, habrá
devastadores problemas climatológicos que sumados a contiendas civiles
internas ("violencias cometidas en su medio" Am. 3:9) llevarán a estas
naciones al borde del descalabro interno.
Por inspiración de Dios el profeta Oseas escribió: "Mi pueblo fue destruido,
porque le faltó conocimiento" (4:6). Esos pueblos han rechazado el
conocimiento y los caminos de Dios. A medida que prosperaron
materialmente, también aumentaron sus pecados:
"Conforme a su grandeza, así pecaron contra mí" (v. 7). La inmoralidad
y la drogadicción se han encargado de socavar y destruir el espíritu
nacional (v. 11).
El profeta Amos también fue inspirado por Dios para advertir sobre
gravísimas sequías y racionamientos de agua, además de enormes
pérdidas en la agricultura y enfermedades epidémicas (4:7-10). "Por tanto,
de esta manera de haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer esto,
prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel. Porque he aquí,
el que forma los montes, y crea el viento, y anuncia al hombre su
pensamiento; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre las alturas
de la tierra; el Eterno Dios de los ejércitos es su nombre" (vs. 12-13).
A ese tiempo de grandes calamidades el profeta Jeremías lo llama "tiempo
de angustia para Jacob" (30:7). Y dice que ese será el peor tiempo en
toda la historia de la humanidad. Jesucristo, hablando de ese mismo
período de tiempo, dijo: "Habrá entonces gran tribulación, cual no la ha
habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá" (Mt. 24:21).
Obviamente no pueden ocurrir dos tiempos de calamidades que sean
peores que todos los demás, de manera que es muy claro entonces que
la gran tribulación es un tiempo de angustia y castigo para Israel. Sin
embargo, ¡el castigo no es el final de la historia!
Liberación futura y restauración
El profeta Ezequiel habla de un tiempo en el futuro cuando Israel será
reunificado después del retomo del Mesías con poder y gloria: "Sabrán
las naciones que la casa de Israel fue llevada cautiva por su pecado, por
cuanto se rebelaron contra mí... Conforme a su inmundicia y conforme
a sus rebeliones hice con ellos, y de ellos escondí mi rostro. Por tanto, así
ha dicho el Eterno el Señor: Ahora volveré la cautividad de Jacob, y tendré
misericordia de toda la casa de Israel... Y sabrán que yo soy el Eterno su
Dios, cuando después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones,
los reúna sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos" (39:23-25, 28).
Isaías también se refirió a ese tiempo en el futuro cuando Dios recogerá
a Israel y lo llevará a su propia tierra (14:1). Dios le dará entonces reposo
de su trabajo, de sus temores y de la dura servidumbre en que habrá
caído (v. 3). Será reunido de nuevo en su tierra y "echará raíces, florecerá
y echará renuevos Israel, y la faz del mundo llenará de fruto" (27:6).
"Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros,
y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas
generaciones" (61:4). Este pueblo, después de los futuros castigos de la
tribulación, llegará finalmente al arrepentimiento, y será reunido desde
las tierras del cautiverio entre las naciones gentiles. Dios inspiró al profeta
Ezequiel para que describiera la futura conversión de la nación de Israel,
como un preludio de la conversión del mundo entero: "Seréis limpiados
de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros... Y
pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos,
y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra" (36:25-27).
Cristo ya habrá regresado y sus santos habrán resucitado para gobernar
y reinar con Él (Ap. 20:6). También encontramos en muchas escrituras
que el Rey David estará entre los resucitados y será él quien gobierne a
Israel (Ez. 37:24). Cada uno de los doce apóstoles será gobernante sobre
una de las doce tribus (Le. 22:29-30).
En esos gloriosos días, cuando el Reino de Dios sea establecido sobre
todas las naciones y Jesucristo gobierne directamente desde Jerusalén:
"El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja
como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni
harán mal en todo mi santo monte, dijo el Eterno" (Is. 65:25)
¿Qué sucederá con los Estados Unidos y Gran Bretaña? ¡Serán juzgados!
Y les esperan severos castigos por sus pecados de tal manera que
sorprenderán al mundo entero. Esos tremendos castigos harán estremecer
a estas naciones como nunca antes; y entonces la mayoría se arrepentirá
y regresará a Dios en un acto sin precedente en nuestros tiempos (Ez.
36:24-32).
Hay dos formas de aprender las lecciones de la vida, el camino fácil y el
camino difícil. Y todo parece indicar que las naciones están destinadas
a aprender las lecciones por el camino difícil.
¿Qué sucederá en su caso, amigo lector? ¿Tomará en consideración las
advertencias de este folleto, extraídas directamente de la Palabra de
Dios? O, ¿Tendrá que aprender las lecciones por el camino difícil?
Si lo desea, podemos mostrarle la forma de escapar del holocausto
venidero. Recuerde que no se trata simplemente de creer en Dios y su
Hijo Jesucristo, sino en hacer todo lo que Dios ordena. Debe estar
dispuesto a BUSCAR A DIOS como nunca antes en su vida. Tiene que
estar dispuesto a "salir" de la Babilonia moderna, de sus ideas y sus
prácticas, de sus falsas religiones y filosofías; y dedicarse con todo su ser
a estudiar y a vivir "de toda palabra de Dios" (Le. 4:4).

toda la informacion fue tomada del folleto:

Estados Unidos y Gran
Bretaña en profecía
Por John H. Ogwyn

para verlo oprime aqui:http://www.mundomanana.org/folletos-2/estados-unidos-y-gran-bretana-en-profecia-usp

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