Ese es el caso de la bacanal orgiástica gay interrumpida por la policía justo dentro de los muros del Vaticano; pero también tenemos el escándalo desatado por el numero tres de la jerarquía católica que ha sido acusado de múltiples abusos sexuales a menores de edad.
Esa es la esencia de la religión romana, no de sus fieles, pero si de sus líderes; líderes que se las dan de santos y son el mismo demonio. Religión que por siglos ha manipulado y engañado a miles de almas, enseñándoles mentiras y esclavizándolos con dogmas anti cristianos.
Por cierto, todo ello coincide, con pocas horas de diferencia también, con la celebración del Día Internacional del Orgullo Gay.
¿Casualidad?
Bueno, seguro que habrá mil y una teorías de la conspiración al respecto inundando las redes. Desde “iluminatis” hasta sociedades secretas de todo pelaje.
En el fondo, importa relativamente poco quién esté detrás de estas revelaciones, pues lo realmente importante es que se destapa la esencia de lo que siempre ha sido el Vaticano.
Suponemos que a estas alturas, a nadie con dos dedos de frente le sorprenderá que sacerdotes o altos cargos de la Iglésia Católica estén relacionados con redes de abusos infantiles y conductas homosexuales.
¿Acaso hay algo más perverso en el mundo (y en la historia humana) que la Iglesia Católica y su visión retorcida y pervertida de la sexualidad, las mujeres, la sociedad y la propia divinidad?
¿De verdad puede haber alguien con cerebro en el planeta que pueda sorprenderse de lo que se está “destapando”?
La auténtica vergüenza para la humanidad es que la entidad más pervertida, oscura y demoníaca jamás creada, la Iglesia Católica, encarnada en el Vaticano, haya podido expandir su mal durante tantos siglos.
Pero calificar a la iglesia romana de pervertida no lo hacemos sólo por el hecho de que en su seno haya personas con esa inclinación sexual; es por muchas otras cosas más.
Pero ser gay, ocultarlo y perseguir a otros gays por no aceptar la propia sexualidad, como han hecho tantos curas y altos cargos de la iglesia a lo largo de la historia, es una actitud, no solo profundamente hipócrita, sino retorcida y perversa.
Es pura maldad y es lo que abre la puerta a otras perversiones vomitivas, como la pedofília, tan extendida entre el clero católico.
La Iglesia Católica y las ideologías políticas que la rodean y la protegen (repletas de gays enfermizamente reprimidos), ha actuado así siempre.
Con información del Robot Pescador
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