Según el diario The Wall Street Journal, la Administración Trump tiene previsto imponer regulaciones que prohíban a las compañías chinas invertir en empresas estadounidenses de alta tecnología para impedir que China se convierta en el líder tecnológico global.
En una entrevista a Sputnik, Michael Every, economista y jefe de estudios del mercado financiero de Asia Pacífico de Rabobank, evaluó la probabilidad de una guerra comercial entre EEUU y China.
"Desde el punto de vista de la lucha estratégica entre EEUU y China por el futuro económico, especialmente en el ámbito de las altas tecnologías, aparte de la hegemonía global en términos más generales, es inaceptable que las empresas chinas simplemente vengan a EEUU y recojan la última tecnología sin participar en su desarrollo".
Al mismo tiempo, Pekín no podría contestar de la misma manera a las restricciones de EEUU, puesto que las tecnologías chinas nunca se venden al extranjero.
"Esta es la esencia del problema: China es libre de comprar lo que quiera en países como Estados Unidos, pero nadie puede hacer lo mismo en China", explicó el analista.
Según el presidente estadounidense Trump, las nuevas medidas tienen como objetivo evitar que China se convierta en el líder mundial en el ámbito tecnológico. Every opina que si estas medidas entran en vigencia, el ritmo de China se ralentizará drásticamente.
"China tiene mucho dinero, recursos y un gran talento. Sin embargo, la velocidad con la que se movía dependía en gran medida de los logros de los gigantes tecnológicos".
El economista aseguró que "los chinos roban información a través del espionaje industrial, o simplemente la compran a través de fusiones y adquisiciones de compañías. Sin estos mecanismos, China habría tardado años en crear tecnologías así".
Para Every, si las tensiones entre Washington y Pekín continúan creciendo, China estará feliz de aceptar cualquier alternativa que le ofrezcan las empresas europeas, japonesas o rusas.
"Pero cada una de estas estructuras nacionales y cada empresa tendrá que hacerse la misma pregunta que las compañías estadounidenses: '¿qué le vendemos a China y si seguiremos siendo líderes en el campo de la tecnología en cinco años si lo hacemos?' No creo que haya muchos países que le digan 'adelante, China, compra nuestra tecnología en lugar de la estadounidense'".
Al mismo tiempo, mientras que EEUU está promoviendo una postura dura contra Pekín, China está tratando de aliviar las tensiones.
"China está intentando prevenir esta crisis solo porque se beneficia de la estructura actual de las relaciones. Lo último que quiere China son los cambios, porque ahora está totalmente contento con todo".
No obstante, para EEUU, es todo lo contrario.
"EEUU perdió. Trump utilizará todos los medios posibles para tratar de destruir de alguna manera el paradigma existente, ya sea el sistema comercial global, la libre circulación de capitales o la de mercancías, cualquier cosa que haga falta. Parece, subrayo, parece que EEUU está dispuesto a destruir cualquier cosa para que China no lo alcance", enfatizó el analista.
De acuerdo con Every, "estamos en las etapas iniciales de la guerra comercial. Las 'tropas' están preparando armas y los 'generales' diseñando mapas e indicando puntos estratégicos".
Todavía no ha comenzado porque los aranceles aún no se han introducido por completo. Pero si vemos su crecimiento, si de 50.000 millones de dólares crecen hasta 250.000 o incluso 450.000 millones en el caso chino, podremos anunciar el comienzo de la guerra comercial. Y si a EEUU y a Europa les pasa lo mismo con respecto a la exportación de automóviles, entonces comenzará la guerra comercial mundial".
A corto plazo, las pérdidas correrán a cargo de todos: la economía de cada participante se debilitará, la economía mundial también quedará dañada.
"Si lo miramos desde un punto de vista estratégico a largo plazo, los grandes importadores como EEUU, se beneficiarán de la guerra comercial. Si se logra trasladar los puestos de trabajo y la producción desde China, incluso si en EEUU trabajan los robots, habrá menos dependencia de China, la estructura nacional será más independiente, la salida del capital hacia el país adversario será menor".
Según el economista, es imposible evitar riesgos de las medidas de Washington para las empresas estadounidenses.
"Sinceramente, creo que para muchas empresas ahora lo razonable sería pensar en cómo minimizar el riesgo y la presencia de China, porque considero que es imposible restablecer las relaciones amistosas y fortalecer la cooperación entre EEUU y China", concluyó Every.
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