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viernes, 22 de junio de 2018

Otros F-35: las opciones de Turquía de restaurar sus 'alas cortadas'



El chantaje de EEUU no funcionó: Turquía no renunció a la compra de los sistemas de defensa antiaérea rusos S-400. A su vez, Washington cumplió su amenaza de privar a Ankara de los cazas de quinta generación F-35A, esperados como el pilar de las fuerzas aéreas turcas para las décadas venideras. ¿Cuáles son las alternativas para el Gobierno turco?

EEUU no está del todo contento con las relaciones entre Moscú y Ankara, que lograron pasar de una fría enemistad tras el derribo del avión ruso Su-24 sobre Siria en 2015 a un respeto mutuo con capacidad de dialogar sobre temas problemáticos en Siria y de lanzar proyectos económicos de gran envergadura, como la central nuclear de Akkuyu y el gasoducto Turk Stream.

Así que la compra por parte de Turquía de los sofisticados sistemas de defensa antiaérea rusos S-400 fue para Washington una metafórica 'línea roja'.

Para sabotear el contrato, Washington aplicó la presión y la paciencia (con un notable dominio de presión), y hasta un chantaje directo, pero Ankara se mantuvo firme y descartó una intervención tan descarada en su política de compras militares.

Al fin y al cabo, los senadores de EEUU pulsaron el botón y exigieron la exclusión de Turquía del calendario de ventas de los F-35A, a pesar de que Ankara invirtió mucho dinero y tiempo en el programa del caza con el fin de fortalecer su industria y hacerse con los sofisticados aparatos.

"De hecho, EEUU no tiene muchas opciones para castigar a Turquía. Unas sanciones de pleno derecho contra múltiples ventas militares no hubieran hecho nada salvo privar a la OTAN de uno de sus aliados más fuertes", opina el periodista Iliá Kramnik en su artículo para el diario ruso Izvestia.

De manera que la hipotética amenaza de relegar a los turcos de socios industriales a meros compradores del producto final, de por sí "no es un paso demasiado radical como para romper relaciones", si bien Ankara podría verlo como "una ofensa humillante", cree Kramnik.

Por el momento no se sabe qué forma exacta tomarán las restricciones estadounidenses ni la reacción turca, "pero es evidente que Turquía ahora, como mínimo, se interesará en otros posibles proveedores de cazas modernos", sugiere Kramnik.

¿Qué comprar?

En cuanto a los cazas de quinta generación, no hay más que dos opciones posibles: Rusia y China.

Pekín podría considerar la venta de sus J-20 pesados y J-31 ligeros a Ankara para aprovechar la crisis temporal de las relaciones entre los socios en el marco de la OTAN, pero es poco probable, dado que el gigante asiático todavía ni siquiera está mencionando una hipotética venta de sus aeronaves más modernas a ninguna parte.

"Por el momento los J-20 chinosdependen de ciertas competencias tecnológicas rusas", recuerda Kramnik, tales como la creación de un potente motor. Además, tampoco son totalmente independientes.

Y en cuanto al Su-57, el proyecto ruso desde el inicio miró hacia el extranjerocomo fuente de financiación de las obras, de aquí los planes de compartir ciertas tecnologías con la India.

Si bien aquel contrato parece haber evolucionado hacia la compra de un producto finalizado por la India —la información oficial todavía es escasa, a pesar de varios rumores publicados por los medios—, la industria rusa recibiría con las manos abiertas a cualquier socio capaz de suministrar recursos para finalizar el programa del Su-57 y fabricarlo en serie.
Si Rusia estuvo dispuesta a transferir tecnologías de quinta generación a la India, un socio importante pero también con vínculos muy estrechos con EEUU, nada sugiere que lo mismo sería imposible con Turquía, que ya adquirió 'sensibles' sistemas S-400 y hasta los fabricará parcialmente por su propia cuenta.

En este sentido, mientras China no mencionó hasta la fecha la venta de los J-20 a ningún socio extranjero, el Su-57 ruso fue ideado desde el inicio para acomodar a un socio semejante. No importa si es la India, Turquía u otro país quien pretende llevar una política propia en vez de someterse a las demandas y caprichos de EEUU.

"Está por ver que Ankara y Washington logren mantener su alto nivel de cooperación industrial-militar (…) pero la experiencia reciente demuestra que, cuando se trata de 'una huella rusa', EEUU pierde la capacidad de reaccionar razonablemente", concluyó el autor.

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