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martes, 26 de junio de 2018

China pone en juego su principal arma en su guerra comercial contra EEUU



La Administración Trump ha decidido restringir las inversiones chinas destinadas a las empresas de EEUU que operan en los sectores de producción de tecnologías aeroespaciales y robóticas. No obstante, el gigante asiático ya ha tomado todas medidas de precaución para protegerse contra esta jugada estadounidense.

Según el Financial Times, este hecho puede desembocar en consecuencias más duraderas en las relaciones económicas entre ambos países que las que suelen ser provocadas por una guerra de tarifas arancelarias.

La medida ha sido sometida a una serie de discusiones internas que se han celebrado en la Administración Trump en los últimos días, comunicaron al Financial Times fuentes cercanas a los debates. Por ahora se desconoce lo rápido que esta medida entrará en vigor y si se aplicará en relación a las inversiones hechas por parte de China en los fondos de capital riesgo que suministran a las empresas emergentes de EEUU los recursos necesarios.

De acuerdo con los datos recogidos por Rhodium Group, las inversiones directas de China con destino a EEUU disminuyeron el 90%, hasta situarse en tan solo 1.800 millones de dólares en la primera mitad de 2018. Es una reducción considerable si se tiene en cuenta el hecho de que en 2016 las compañías chinas invirtieron 46.000 millones de dólares en la economía de EEUU.

Los altos cargos de la Administración Trump sostienen que las nuevas restricciones son necesarias porque Washington está librando una guerra real de innovaciones contra el gigante asiático. A través de esta confrontación, ambos países luchan por las tecnologías clave que definirán el futuro de las dos mayores economías del mundo. 

Además, la Administración Trump puede acudir a implementar la Ley de Facultades Económicas para Casos de Emergencia Internacional (IEEPA, por sus siglas del inglés), que conferirá amplios poderes al presidente del país norteamericano en caso de una emergencia económica. Aprobada en los años 70 del siglo pasado, esta ley fue utilizada para imponer sanciones contra países como Irán y Corea del Norte.

Sin embargo, Pekín ya ha encontrado el arma con ayuda de la que podrá protegerse contra los efectos negativos que serán causados por la implementación de esta medida. Su arma se llama yuan.

El Banco Popular de China declaró el 25 de junio que bajará el 0,5% la norma de reservas bancarias obligatorias que los bancos comerciales deben mantener en las cuentas del principal regulador financiero.

De acuerdo con la agencia Reuters, esta medida conducirá a que se liberen 108.000 millones de dólares. La inversión de una suma tan grande de los recursos financieros en la economía del país asiático permitirá consolidar el flujo de créditos que se otorga a las pequeñas empresas, así como ayudará a mantener el crecimiento económico del país asiático en marcos razonables.

Como consecuencia de este aumento del dinero en circulación, el tipo de cambio del yuan se depreció en relación al dólar, tal y como preveían las autoridades chinas, informa el portal Vesti Finance.

La depreciación de la moneda nacional contribuye a disuadir a las empresas chinas a invertir sus recursos financieros en países con una moneda más cara que el yuan. Por esta razón es posible que las compañías chinas prefieran comprar mercancías por precios internos más bajos que en el país extranjero y exportarlos en otros Estados, ya que en caso de depreciación de la moneda nacional se suelen encarecer las exportaciones.

Esta estrategia puede resultar viable, ya que el tipo de cambio del yuan, según Vesti Finance, sigue siendo más o menos estable en relación a la canasta de monedas de sus principales socios.

Los bancos centrales de muchos países suelen manipular los tipos de cambio de la moneda nacional con ayuda de las intervenciones y la subida de reservas bancarias obligatorias para solucionar tareas en el ámbito de desarrollo económico y protegerse de riesgos monetarios.

El 15 de junio, Trump declaró que Washington implementará aranceles del 25% a productos tecnológicos chinos por valor de 50.000 millones de dólares, es decir, cerca de un décimo de todas las exportaciones chinas a EEUU.

En respuesta, China afirmó que impondrá aranceles del 25% sobre 659 productos de EEUU, también por unos 50.000 millones de dólares.

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