“Esto es lo que debe recordar”, así inicia su artículo Peter Suciu, publicado este martes en el portal estadounidense The National Interest, para luego analizar como el sistema ruso de misiles hipersónicos Avangard, que entró en servicio operacional en diciembre de 2019, causa terror en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En los últimos meses del año pasado, Rusia disparó con éxito el misil de crucero hipersónico Tsirkon, contra diversos objetivos en medio de las crecientes tensiones con el Occidente, recuerdo el columnista.
Por su parte, el viceministro de Defensa de Rusia, Alexéi Krivoruchko, anunció el pasado viernes que el crucero hipersónico el 3M22 Tsirkon, que fue disparado desde una fragata Almirante, logró superar la “velocidad Mach 8” (a saber unos 9500 kilómetros por hora).
A su vez, el jefe del Estado Mayor de Rusia, el general Valeri Guerásimov, señaló en pasado junio que Rusia se reserva el derecho de utilizar armas nucleares sólo en respuesta al uso de armas nucleares y otro tipo de armas de destrucción masiva contra ella o sus aliados.
Según los informes, el Tsirkon es capaz de alcanzar una velocidad de alrededor de Mach 9. Fue diseñado para atacar objetivos tanto navales como terrestres. Además, a finales de diciembre, se informó que la Armada rusa pronto equiparía sus submarinos de ataque con los misiles 3M22.
Durante los últimos años, Rusia ha modernizado gran parte de su armamento, incluidos misiles, cazas y tanques, para hacer frente a los posibles ataques contra su seguridad proveniente de las fuerzas de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN desplegadas en los países limítrofes en el flanco occidental del vasto territorio de la Federación Rusa.
También, los intentos de Moscú para reforzar su defensa aérea del espacio intermedio se producen cuando los expertos alertan de que EE.UU. está militarizando el espacio.
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