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martes, 30 de noviembre de 2021

Ganar sin luchar: la estrategia de China y Rusia

 

El gran estratega militar SunTzu, escribió: "Los que son expertos en el arte de la guerra someten al ejército enemigo sin combate".

El arte de la guerra, un tratado filosófico sobre el conflicto armado, fue escrito sobre el año 500 antes de nuestra era, según una de las versiones para la corte del rey Helü (o Ho Lu), en la China plagada de conflictos durante la decadencia de la dinastía Zhou.

En el capítulo sobre "la estrategia ofensiva", SunTzu sostiene que "en la guerra la mejor política es tomar el Estado intacto; aniquilarlo no es más que un mal menor". En la misma orientación asegura que "capturar el ejército enemigo vale más que destruirlo".

En lo que es el núcleo de su reflexión señala que el centro de la guerra es combatir la estrategia del enemigo, lo que en algunas traducciones se define como "combatir los planes del enemigo" y sostiene que el arte estratégico más refinado consiste en "tomar intacto todo lo que hay bajo el cielo".

En Occidente, puede encontrase un diálogo entre las enseñanzas de Sun Tzu y la del historiador militar Basil Liddell Hart, autor del notable ensayo Estrategia de aproximación indirecta, publicado en 1967. Consideraba que el ataque directo puede ser contraproducente, ya que incrementa el poder de resistencia de enemigo.

El columnista de Asia Times, Richard Javad Heydarian, con base en el rápido crecimiento de las Fuerzas Armadas chinas, tanto en cantidad de buques, aviones y armas, como en cuanto a su calidad, sostiene: "El objetivo final de China es ganar cualquier guerra sin librar una batalla importante haciendo que cualquier contraintervención potencial de Estados Unidos en nombre de Taiwán sea demasiado costosa de soportar".

En el apoyo de su tesis de que China busca "ganar sin luchar", cita a un alto oficial que sostiene que el objetivo final consiste en "disuadir los intentos de las fuerzas extranjeras de intervenir en el problema de Taiwán".

En línea con el historiador Niall Ferguson y el exasesor adjunto de Seguridad Nacional Mathew Pottinger (2019-2021), cree que Estados Unidos puede enfrentar un "Momento de Suez" en relación a Taiwán, "refiriéndose a cómo la crisis de Suez de 1956 terminó efectivamente con los imperios británico y francés, si no logra disuadir a un escalar la invasión china en un futuro próximo".

En efecto, la derrota de ambas potencias coloniales en el intento de apoyar a Israel contra la nacionalización del Canal de Suez por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser (1954-1970), selló la muerte de sus pretensiones de dominar la región, ya que Egipto contaba con el apoyo soviético mientras Estados Unidos decidió no apoyar a sus aliados.

Heydarian argumenta que la duplicación del arsenal nuclear de China en curso, la multiplicación de armas hipersónicas y la prueba con esos misiles en agosto pasado, reporteada por The Wall Street Journal, están enviando una clara señal: qué podría sucederle a la nación que desafíe militarmente al Dragón.

En paralelo, destaca que una estimación sobre el gasto en defensa de China en base a la paridad de poder adquisitivo (PPA), en lugar del tipo de cambio del mercado, "sitúa el gasto real en defensa de la potencia asiática en más de 500.000 millones de dólares anuales", lo que no muy por detrás del gasto de los Estados Unidos.

Algo similar parece estar sucediendo en las relaciones entre Rusia y Ucrania. La concentración de fuerzas militares rusas cerca de la frontera ucraniana no pretende invadir ese país, como señalan una y otra vez los medios occidentales, sino advertir que si hubiera una intervención armada de Occidente contra los oblast de Donetsk y Lugansk —separadas de Ucrania luego del golpe de 2014—, Moscú estaría dispuesto a actuar.

Los medios y la opinión pública deberían formularse otras preguntas, en vez de atribuir intenciones bélicas a China y Rusia. Por ejemplo, ¿qué haría EEUU si la Armada china o los aviones rusos navegaran a sólo 20 kilómetros de sus fronteras?

Porque esto es lo que viene sucediendo en el Mar del Sur de China y el estrecho de Taiwán, así como en el entorno de las fronteras de Ucrania y Bielorrusia por parte de las fuerzas armadas estadounidenses. Ambas naciones no pueden sino interpretar este tipo de movimientos como provocaciones o formas de intimidación.

Sin embargo, y aunque Sun Tzu no lo menciona de forma explícita, hay varios factores adicionales en esta estrategia.

El primero es que quien está dispuesto a "ganar sin pelear", es aquella fuerza que puede controlar sus impulsos, mostrar potencia sin arrogancia, fuerza sin voluntad de dominación. En este punto, EEUU tiene mucho que perder: nada menos que la hegemonía global, su pretendido e imposible papel de única superpotencia.

El segundo lo menciona Sun Tzu como "influencia moral", y la define como "aquello que hace que el pueblo esté en armonía con sus dirigentes". Pese a que tanto China como Rusia no pueden esgrimir una absoluta armonía entre gobernantes y gobernados, su situación es bien distinta a la EEUU, donde viene mostrándose una verdadera crisis de legitimidad entre la población y los líderes políticos de todos los partidos.

La tercera consiste en el estado de las sociedades. La de EEUU muestra signos claros de división y decadencia de porciones importantes, con agudas contradicciones ideológicas, entre grupos raciales y entre población urbana y rural.

En el otro lado, la población de China está experimentando una notoria mejoría en sus condiciones de vida, al punto que buena parte de ella observa el futuro con gran optimismo. En Rusia, la descomposición de la URSS fue una crisis tan grave como la que enfrenta la población estadounidense, pero en los últimos años parece estar mejorando la vida material en tanto tiene una larga experiencia de defensa de la nación.

En esta triple confrontación, debe quedar claro que EEUU es quien más para perder, porque la pérdida de la hegemonía global puede acarrearle graves consecuencias internas, agravando la corrosión de las relaciones sociales en curso.

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