Cuando el presidente ruso, Vladímir Putin, anunció el inicio de una “operación especial” para proteger las Repúblicas Populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL) el pasado 24 de febrero, describió sus objetivos como “la desmilitarización y la desnazificación” de Ucrania. El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, explicó más tarde que “desnazificar” significa que Rusia planea liberar a Ucrania de los neonazis, sus partidarios y su ideología.
Moscú ha advertido repetidamente a las naciones extranjeras sobre los numerosos grupos neonazis, algunos paramilitares, que han tomado el control de las calles de Ucrania luego del golpe de Estado del 2014 conocido como el Maidán. Sin embargo, las sucesivas autoridades ucranianas optaron por ignorar las violaciones de derechos humanos cometidas por los grupos radicales.
¿Cuáles han sido estos crímenes?
El incendio la casa de los sindicatos en Odessa
Mientras en el 2014 los nacionalistas y los neonazis tomaban el poder en todo el país, en algunas ciudades encontraron resistencia del llamado movimiento anti-Maidán que estaba en contra del golpe. Se produjeron enfrentamientos entre neonazis y manifestantes en todo el país, pero lo que sucedió en Odessa el 2 de mayo de 2014 será recordado como una de las páginas más oscuras de la historia de Ucrania.
Tras los enfrentamientos callejeros con los nacionalistas, los manifestantes anti-Maidán se atrincheraron en una sede sindical local. Sus oponentes, respaldados por las nuevas autoridades ucranianas, rodearon el edificio y lo incendiaron con cócteles molotov.
Cuando estalló el incendio en el segundo y tercer piso del edificio, varios cientos de personas atrapadas en el interior intentaban escapar desesperadamente. Diez de ellos cayeron a su muerte; 32 más murieron con graves quemaduras y asfixiados por el humo; 250 personas más lograron escapar de esta trampa mortal con varias heridas cuando los bomberos llegaron al lugar una hora después de que estallara el incendio.
Crímenes de guerra de batallones nacionalistas
En paralelo al despliegue de tropas regulares para intentar retomar el control de las ciudades de la RPD y la RPL, el nuevo poder de Kiev apoyó la formación de los llamados batallones voluntarios, los más combativos de los cuales están integrados por miembros de grupos paramilitares nacionalistas y neonazis, financiados y equipados por oligarcas ucranianos. Sus miembros a menudo estuvieron involucrados en crímenes de guerra, desde saqueos y violaciones de los civiles hasta tortura y asesinatos de los prisioneros.
Uno de esos batallones, apodado Tornado, fue disuelto en diciembre de 2014 por el propio Kiev luego de numerosos informes de sus crímenes, pero sus miembros nunca fueron procesados y muchos de ellos integraron otros batallones.
Los crímenes de otro notorio batallón de voluntarios, Aidar, fueron investigados, documentados y expuestos por Amnistía Internacional. Sin embargo, sus horribles hechos quedaron impunes. Uno de muchos de esos crímenes fue descubierto por la milicia popular de la RPD cerca de la mina Kommunar, donde desenterraron los cuerpos de cuatro mujeres y varios hombres, todos ellos civiles. Fueron atados, torturados y ejecutados con disparos en la cabeza o decapitados. Se creía que una de las mujeres había sido violada por los combatientes del batallón.
Pero el más conocido de los batallones voluntarios es, sin duda, el Azov, cuyo comandante, Andriy Biletsky (alias Líder Blanco), es un radical de derecha y cofundador del movimiento Asamblea Social-Nacional, nombre que hace una clara alusión al nacionalsocialismo. Más que eso, el símbolo del batallón de voluntarios Azov es una estilización del wolfsangel, utilizado por el Partido Nazi en sus orígenes.
Durante el conflicto en Donbás, los integrantes del batallón Azov participaron activamente en numerosos crímenes de guerra contra la población civil y prisioneros de guerra hasta el punto de que fue considerado de extremista por la UE y EEUU. Nasa de esto ha evitado, no obstante, que aun hoy el Azov oficialmente forme parte de la Guardia Nacional de Ucrania y su comandante la integre en el rango de coronel.
Asesinatos de opositores y periodistas
Los extremistas que integran el Gobierno de Kiev también tienen un rico historial de violaciones de los derechos humanos y de comisión de delitos, muchos de ellos recopilados meticulosamente en el Libro blanco de 80 páginas recopilado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia. A mediados de junio de 2014, menos de cinco meses después de tomar el poder, las nuevas autoridades ucranianas comenzaron a violar los derechos de las personas a expresar sus opiniones y la libertad de prensa, realizando registros y detenciones de manifestantes, periodistas y bloqueando la entrada al país de representantes de los medios de comunicación extranjeros.
Las nuevas autoridades de Kiev tampoco rehusaron amenazar y secuestrar a los opositores políticos e incluso legisladores que se opusieron a la guerra contra la RPD y la RPL, así como aquellos que se opusieron al golpe. Algunos de los políticos de la oposición y periodistas independientes fueron asesinados, en algunos casos por los mismos nacionalistas y neonazis, en crímenes que quedaron impunes hasta el día de hoy.
Quizá el caso más sonado fue el asesinato de Oles Buziná, un periodista ucraniano conocido por sus opiniones anti-Maidán y que llamaba a mantener los lazos de amistad con Rusia. Buziná fue asesinado a tiros en Kiev frente a su casa por individuos identificados y posteriormente absueltos. El hecho sucedió solo un día después del asesinato del exdiputado Oleg Kaláshnikov en su casa, también opositor al Maidán.
Otro caso sucedió en julio del 2016, cuando en la capital ucraniana explotó el automóvil en el que se movía el periodista Pável Sheremet, crítico del Gobierno ucraniano. En esta ocasión sí lograron procesar a varios de los asesinos que resultaron ser nacionalistas veteranos de la guerra en el este del país.
Discriminación contra todo lo relacionados con Rusia y llamados a “ahorcar a los rusos”
Además de permitir que los crímenes de guerra quedaran impunes y perseguir a sus oponentes políticos, los sucesivos poderes ucranianos a menudo alentaron una discriminación en todo el país contra todo lo relacionado con Rusia.
Esta política se manifestó de diversas formas: desde llamamientos relativamente inofensivos para boicotear los productos rusos hasta la prohibición de hablar ruso en espacios públicos, el despido de académicos que enseñaban literatura rusa, la detención y deportación de viajeros rusos sin explicaciones, la prohibición de trabajar en el país a periodistas rusos, el cierre de medios de información rusos, por solo mencionar algunos.
Y, quizá lo más indignante, el permiso explícito de marchas neonazis en las que se glorifican a históricos líderes nacionalistas ucranianos, colaboradores del régimen nazi de Hitler y libremente se escuchan llamados a “ahorcar a los rusos”.
Fuente: Sputnik
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