¿A rey muerto, rey puesto?
A finales de 2021 terminó la era de Merkel, que durante 16 años representó no solo a Alemania sino a todo el bloque europeo. Se enfrentó a la crisis financiera de 2008 y la posterior crisis de la eurozona, la crisis migratoria de 2015, así como la pandemia de coronavirus.
Independientemente del éxito con que se resolvieran ciertos problemas, la Unión Europea tenía un líder claro que tomaba decisiones importantes y asumía la responsabilidad.
Aparte de esto, la posición del Reino Unido se ha debilitado considerablemente tras la salida de la Unión Europea que separó a Londres de la familia europea. En 2022, el país cambiaba a sus primeros ministros como si fueran guantes. El 7 de julio, Boris Johnson renunció a su cargo de primer ministro británico y líder del Partido Conservador en medio de la crisis gubernamental. Más de 50 altos cargos británicos abandonaron sus puestos por haber perdido la confianza en Johnson y por estar en desacuerdo con sus métodos de gestión. Entre ellos fueron los titulares de Salud y de Finanzas, Sajid Javid y Rishi Sunak, respectivamente, además del ministro de Estado para las Escuelas y el Aprendizaje, Robin Walker, y el ministro para la Infancia y la Familia, Will Quince.
Elizabeth Truss, que le sucedió, duró poco. El 20 de octubre, menos de dos meses después de su nombramiento, declaró que dejaría su cargo. Así, Truss estableció un nuevo antirécord del tiempo más corto en permanencer en el cargo en toda la historia del Reino Unido.
Desde entonces, Bruselas tuvo que encontrar un nuevo líder informal para hacer frente al declive relativo de Europa que, al menos al principio, no parecía ser un problema. El 1 de enero, Francia asumió la presidencia de turno en el Consejo de la Unión Europea. El líder galo, Emmanuel Macron, dijo que su país promovería "un modelo europeo de crecimiento" que le permitirá al bloque generar riqueza y empleos, manteniendo al mismo tiempo sus elevados estándares de políticas sociales y defensa del medio ambiente.
El nuevo canciller alemán, Olaf Scholz, y el entonces primer ministro italiano, Mario Draghi, también se reunieron para definir el futuro del bloque europeo. Las partes coincidieron en la voluntad de aumentar cohesión de la Unión Europea, así como acelerar el proceso de su integración y reforzar la cooperación entre los países miembros en el plan científico y tecnológico. Los mandatarios compartieron la opinión que "Europa debe hablar con una sola voz".
El colapso de las ambiciones de Macron
Macron tenía que ganarse el apoyo de sus conciudadanos antes de poder liderar Europa. Sin embargo, su rival político de derecha Marie Le Pen le impuso una lucha tenaz durante las elecciones presidenciales en abril de 2022. Solo por segunda vez en la historia de Francia en dos elecciones presidenciales consecutivas se repitió la composición de los participantes en la segunda vuelta.
Aparte de esto, la influencia europea del presidente francés fue debilitada tras perder la mayoría absoluta parlamentaria en junio de 2022 y depender de acuerdos con los 151 diputados de la coalición de izquierdas, los 89 de Le Pen y los 62 de Los Republicanos (conservadores).
Macron trataba de actuar como negociador tras el lanzamiento de la operación militar especial rusa. En abril de 2022 aseguró que continuaría conversando con su homólogo ruso, Vladímir Putin, porque este diálogo es su "deber" y reafirmó sus intenciones en noviembre.
"Desde el principio Francia no ha mostrado ingenuidad ni condescendencia hacia el presidente [Vladímir] Putin (…) Pero hablar con él es mi deber, lo necesitamos. No dejaré de hacerlo, es lo que nos permite ser actores en las negociaciones", declaró en una entrevista concedida al periódico Le Parisien.
Sin embargo, el mandatario francés fue criticado por todos lados.
"El presidente Macron fracasó estrepitosamente en su etapa de mediador. No pudo hacer nada para evitar la situación con la central nuclear de Zaporozhie, siendo uno de los miembros de peso de la OTAN y el jefe de una potencia nuclear. Podría haber hecho esfuerzos para evitar que se produjera esta crisis", opina el experto ruso en Irán y miembro del Club de Debates Valdái Farjad Ibragimov.
Aparte de esto, el líder galo se enfrentó a las críticas de Kiev y los países bálticos después de proponer pensar en garantías de seguridad para Rusia en futuras negociaciones. El ministro de Defensa británico, Ben Wallace, criticó a Macron por decir que la doctrina militar de su país no incluye la posibilidad de una respuesta nuclear al uso de armas nucleares tácticas en Ucrania.
Scholz no es la nueva Merkel
El actual canciller alemán, a pesar del enorme peso económico de su país, no ha logrado alcanzar la influencia de su predecesora. Al igual que Macron, Scholz intentó permanecer como negociador con Rusia. En marzo Putin y Scholz analizaron por teléfono los aspectos humanitarios de la situación en Ucrania y en las repúblicas de Donbás.
Al mismo tiempo, al ser considerado como uno de los líderes europeos, la negativa de Scholz a visitar Ucrania en mayo fue una sorpresa para muchos. Esto sucedió después de que las autoridades ucranianas se negaron a recibir al presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier. El embajador de Ucrania en Alemania, Andri Melnik, criticó duramente al canciller, Olaf Scholz, por negarse a viajar a Kiev y expresó que "actuar como una salchicha ofendida no es propio de un estadista".
Aún más inesperado fue el acercamiento alemán-chino, protagonizado por el propio canciller. Scholz publicó un artículo en el que aseguró que la comunidad internacional no puede aislar a China y pidió que Europa no sea arrastrada a un conflicto como en el siglo XX. Contraria a la postura de la mayor parte de los líderes del bloque europeo, el canciller de Alemania reconoció el poder presente y futuro de la República Popular China.
"Lo que esto significa con respecto a China es que, por supuesto, este país con sus 1.400 millones de habitantes y su poder económico desempeñará un papel clave en la escena mundial en el futuro, como lo ha hecho durante largos períodos a lo largo de la historia", destacó el gobernante alemán.
Aparte de esto, la inflexibilidad alemana en determinados ámbitos y los conflictos internos de su coalición gubernamental con verdes y liberales limitaron la influencia de Scholz. El líder europeo concentra un rechazo del 62% al conjunto de su gestión, iniciada desde diciembre de 2021, de acuerdo con una encuesta comisionada en agosto al diario local Bild am Sonntag. Solo el 25% de los encuestados calificó positivamente a Scholz.
El eje Berlín-Paris-Roma no es estable
El canciller se apoyó en Macron y el ex primer ministro, Mario Draghi, para reforzar la coordinación política de los Veintisiete. El 16 de junio ellos llegaron a Kiev para "mostrar apoyo a Ucrania y tratar de superar las críticas que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, vertió a Europa por su limitada y lenta respuesta en la entrega de armamento".
Sin embargo, actualmente las relaciones franco-alemanas están al borde de colapso. La crisis energética que se apodera del bloque europeo a raíz de las sanciones antirrusas afecta al diálogo bilateral de estos países. Además, la operación militar especial rusa desveló nuevos lados de la disputa entre ambas naciones que encabezan la Unión Europea. En particular, la pregunta principal es ¿quién se encarga de la seguridad europea?
Por si fuera poco, el 21 de julio el presidente de Italia, Sergio Mattarella, aprobó la dimisión de Mario Draghi como primer ministro. El nombramiento de la ultraderechista Giorgia Meloni como presidenta del Gobierno italiano rompió el precario triunvirato Berlín-París-Roma, que ha intentado aglutinar las discordantes posiciones de los Veintisiete y agravó la crisis de liderazgo interno en la Unión Europea.
La Comisión Europea se dispara en el pie
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, intenta hacerse con el liderazgo político de la Unión Europea aprovechando la menguante influencia de Berlín y París. La política se ha mostrado especialmente activa en la promoción de duros paquetes de sanciones contra Rusia que siguen la agenda estadounidense de no depender de las importaciones energéticas como la Unión Europea, pero subestimó el enorme impacto de tales sanciones en las empresas y ciudadanos europeos y las previsibles represalias rusas.
Al mismo tiempo, en junio Von der Leyen rechazó la responsabilidad de la Unión Europea por la crisis alimenticia. Afirmó que las interrupciones de suministros fueron provocadas exclusivamente por las acciones de Rusia en Ucrania.
"Las sanciones de la Unión Europea fueron elaboradas con cuidado para evitar consecuencias negativas, no se extienden a los alimentos (…) las sanciones no afectan el comercio de cereales, otros alimentos de Rusia con los terceros países", sostuvo Von der Leyen al intervenir ante los europarlamentarios.
El trabajo de Sísifo
De esta manera, liderar Europa resulta tener muchos bemoles. Cualquier intento de hacerlo por parte de alguien lo convierte en otra piedra de toque y lleva a un bucle infinito con un sinfín de cantos de sirena. La mejor prueba de fuego de la situación actual es que la Unión Europea sigue con su pecado original, poniéndose zancadillas y tratando de cortar este enorme nudo con la espada de Damocles.
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