La madrugada del lunes (hora local), los cazas estadounidenses atacaron una zona de Al-Bukamal en Deir Ezzor (este de Siria), fronteriza con Irak, dejando un niño muerto. Además, las fuentes iraquíes reportan que cuatro combatientes de las Unidades de Movilización Popular (conocidas como Al-Hashad Al-Shabi, en árabe) cayeron mártires en el asalto.
Sobre el ataque, Ahmad al-Maksusi, comandante de la 14.ª Brigada de Al-Hashad Al-Shabi, detalla que un comité del Gobierno iraquí ha realizado una visita al lugar del ataque en la frontera con Siria, precisamente en la provincia occidental iraquí de Al-Anbar, para investigar el asalto, según ha informado este martes la agencia iraquí de noticias Al-Maluma.
“El ataque se realizó con una bomba de 1250 kg, varios aviones no tripulados (drones) y aviones de combate de las fuerzas estadounidenses, y más de una posición fue atacada”, ha afirmado el alto mando castrense iraquí.
Según Al-Maksusi, las fuerzas atacadas de Al-Hashad Al-Shabi estaban estacionadas dentro de la región limítrofe iraquí-siria, a 13 kilómetros de la frontera con Siria, y no tenían arsenal de armas ni enfrentamientos con tropas extranjeras.
Asimismo, ha pedido a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y a los organismos pro derechos humanos que condenen este crimen cometido por Washington.
Poco después del asalto, el Departamento estadounidense de Defensa (el Pentágono) anunció que se atribuye la responsabilidad del bombardeo, indicando que lo había hecho por orden expresa del presidente norteamericano, Joe Biden.
Por su parte, la presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, defendió el bombardeo que dejó un niño muerto como un acto “proteger a los héroes militares que defienden nuestras libertades”.
En reacción, Kataib Sayed al-Shuhada —que forma parte de Al-Hashad Al-Shabi— advirtió el lunes que, desde ahora, en la guerra contra las tropas de ocupación estadounidenses no se observará límite alguno.
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