El pasado miércoles, el destructor de misiles guiados HMS Defender, de la Armada del Reino Unido, se adentró tres kilómetros en aguas rusas cerca de la península de Crimea en el mar Negro. Conforme al Kremlin, en primera instancia, Rusia avisó al destructor sobre el uso de armas, en caso de violación de la frontera rusa, pero el buque “no reaccionó ante la advertencia” hasta que la Flota rusa abrió fuego de advertencia.
Al respecto, mediante un mensaje emitido el martes en Twitter, el representante permanente de Rusia ante las organizaciones internacionales radicadas en Viena, Mijaíl Uliánov, hizo un comentario en confirmación de un tuit de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional en cual se declara que el reciente encuentro entre los militares británicos y rusos frente a Crimea “fue una prueba de las líneas rojas del Kremlin”.
“Poner a prueba las líneas rojas de Rusia es un experimento arriesgado e irresponsable destinado a hacer que el ambiente en la zona euroatlántica sea aún más tenso y turbulento, si no algo peor”, escribió Uliánov.
El accidente del miércoles se produjo en momentos de alta tensión entre Rusia y el Occidente, especialmente después de que Ucrania enviara tropas bajo el paraguas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), cerca del flanco occidental de Rusia en medio de los enfrentamientos con los independentistas en Dónbas, una república separatista del este de Ucrania.
Actualmente, los países de la OTAN, en colaboración con otros Estados entre ellos Ucrania, están celebrando las grandes maniobras navales Sea Breeze-2021 en el mar Negro. Moscú pone en duda el carácter naval de estos ejercicios, puesto que gran parte se realiza en tierra.
Rusia ha advertido en reiteradas ocasiones contra “los actos provocativos” de la OTAN cerca de sus fronteras, y ha dejado claro que tomará las medidas pertinentes ante toda acción del Occidente que ponga en peligro su integridad territorial.
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