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sábado, 24 de diciembre de 2022

Rusia borra la identidad ucraniana de Mariúpol

En todo Mariúpol, los trabajadores rusos demuelen edificios bombardeados a un ritmo de al menos uno por día, y se llevan cuerpos destrozados con los escombros.


Convoyes militares rusos recorren las amplias avenidas de lo que rápidamente se está convirtiendo en una ciudad guarnición, y soldados, constructores, administradores y médicos rusos están reemplazando a las decenas de miles de ucranianos que han muerto o se han ido.

Muchos de los nombres ucranianos de las calles de la ciudad están siendo cambiados a otros de la época soviética: la Avenida de la Paz que atraviesa Mariúpol se llamará Avenida Lenin. Incluso el amplio letrero que anuncia el nombre de la ciudad a su entrada ha sido “rusificado”, repintado con el rojo, blanco y azul de la bandera rusa y la ortografía rusa.

Ocho meses después de que Mariúpol cayera en manos rusas, Rusia está erradicando de allí todos los vestigios de Ucrania. Las pocas escuelas abiertas enseñan un plan de estudios ruso, las redes telefónicas y de televisión son rusas, la moneda ucraniana está extinguiéndose y ahora Mariúpol está en la zona horaria de Moscú. Sobre las ruinas de la antigua Mariúpol se está levantando una nueva ciudad rusa, con materiales de al menos una empresa europea, halló The Associated Press.
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Mariúpol estuvo en la mira del Kremlin desde el primer día de la operación militar. A sólo 40 kilómetros (25 millas) de la frontera rusa, la ciudad es un puerto en el Mar de Azov y crucial para las líneas de suministro rusas.

CONSTRUYENDO UNA CIUDAD RUSA

Mientras intenta arrasar con los restos de Ucrania, Rusia ha trazado un plan para una ciudad nueva con una población nueva. En su corazón se ubicará el histórico teatro de Mariúpol, según el plan maestro reportado por primera vez por el sitio ruso The Village en agosto y visto por The Associated Press.

El majestuoso Teatro Dramático se convirtió en el principal refugio antibombas de la ciudad hasta que dos ataques aéreos rusos lo golpearon el 16 de marzo. Cientos de personas murieron, encontró una investigación de la AP, y los residentes dijeron que el sitio despidió un hedor a cadáveres durante todo el verano. Para ocultar las ruinas, las autoridades rusas colocaron una mampara tan alta que puede ser vista desde el espacio, con el contorno del teatro trazado sobre sus paneles en un recordatorio fantasmal de su vida anterior.

El jueves, el teatro mismo fue víctima de la campaña de demolición, según un video de la ciudad visto por la AP.

En los documentos rusos también hay planes para restaurar las ruinas de la arrasada acería Azovstal, el último bastión de resistencia ucraniano. Se tiene programado transformar el sitio en un parque industrial para fines del año próximo, aunque no hay señales de que hayan comenzado los trabajos.

Pero un complejo militar ruso fue levantado en un tiempo récord, según imágenes satelitales de la compañía Maxar Technologies que mostraban el enorme edificio en forma de U con el eslogan del ejército ruso estampado en el techo.

Rusia ya ha construido al menos 14 edificios nuevos de apartamentos —una fracción pequeña de la cantidad que está derribando—, y repara al menos dos de los hospitales que dañó con proyectiles. Un video obtenido por la AP mostró filas de tarimas apiladas con material aislante de la empresa danesa Rockwool, que mantiene su división en Rusia a pesar de las críticas. Los materiales de construcción no están sujetos a sanciones.

En un comunicado, Michael Zarin, vicepresidente de comunicaciones de Rockwool, dijo que los paneles aislantes se distribuyeron sin el “conocimiento ni el consentimiento” de la empresa, y que espera que sus productos ayuden a restaurar la atención médica, el calor y el refugio para los ucranianos.

Los videos no muestran muebles visibles en las ventanas de los apartamentos nuevos, y hay pocas personas en las aceras de su exterior. Sólo los pensionados, los discapacitados y los vinculados con la ocupación parecen estar recibiéndolos, según varias personas que aún se encuentran en Mariúpol.

Un hombre se inscribió en la lista en septiembre y se encontró en el puesto 11.700. Tiene amigos ubicados en el rango del número 2.000 que todavía siguen en espera, al igual que él. Y un anciano que conoce, cuyo número se ubicaba arriba del 9.000, ya se mudó a uno de los edificios nuevos.

“No sé cómo ocurre. No voy a especular”, dijo.

Sin embargo, el hombre agregó que no le parece mal la demolición de edificios que no son aptos para vivir en ellos. Ahora está relanzando con cautela su propia empresa en la nueva ciudad.

Pero los planes para una Mariúpol rusa dependen de una población que simplemente ya no existe.

Miles de exresidentes de la ciudad fueron enviados a Rusia con poca o ninguna opción, y miles más huyeron a otras zonas de Ucrania. De la antigua población de Mariúpol de unos 425.000 habitantes, sólo se quedó poco más de una cuarta parte, según cálculos de Andryushchenko.

El plan maestro ruso para Mariúpol prevé una población de 212.000 en 2022, y nuevamente de 425.000 para 2030. En este momento, aproximadamente 15.000 de las personas en Mariúpol son soldados rusos, dijo Andryushchenko, quien efectuó su cálculo a partir de la información sobre los soldados que ahora ocupan viviendas y edificios públicos. Dijo que la policía antidisturbios rusa comenzó a patrullar la ciudad para evitar las protestas por la falta de calefacción, electricidad y agua.

Videos vistos por la AP mostraban convoyes militares junto con camiones de construcción que obstruían las calles. El activista con quien la AP habló también confirmó un aumento en el número de soldados desde que las fuerzas rusas se retiraron de las regiones de Járkov y Jersón.

Los trabajadores de la construcción de Rusia no muestran señales de irse, y fue posible ver tiendas de campaña afuera del centro comercial Port City hasta el invierno. Médicos y administradores municipales también han llegado desde Rusia, según anuncios del gobierno ruso y de médicos que abandonaron la ciudad tras negarse a trabajar para las autoridades de ocupación.

“Ahora no hay una ciudad más rusa que Mariúpol”, dijo Dmitry Sablin, un legislador ruso nacido en Mariúpol, en una entrevista con medios rusos en junio después de visitar la ciudad.

El Kremlin se mueve lo más rápido posible para asegurar que los ucranianos que se quedan vean su futuro como rusos.

El 15 de noviembre, el presidente ruso Vladimir Putin le otorgó a Mariúpol el título de “Ciudad de la gloria militar” por el heroísmo de las personas a las que describió como sus defensores. El 7 de diciembre, Putin dijo que su guerra contra Ucrania había convertido al Mar de Azov en el “mar interior de Rusia”.

Esto conviene a muchos de los que se quedaron. Mariúpol siempre tuvo algunos residentes que se consideraban rusos.

“A quien no le guste, que no vuelva”, dijo una mujer.

SIN FUTURO A LA VISTA

La ocupación rusa de Mariúpol ha dividido a familias y amigos en dos categorías: Los que se quedaron y los que huyeron. Ambos lidian con lo que Mariúpol alguna vez fue y lo que será.

Cuando Ivan Kalinin escapó, dejó atrás el cuerpo de su esposa Iryna y su primer hijo nonato, ambos asesinados en el ataque aéreo ruso del 9 de marzo al hospital de maternidad. Los padres de él y los de ella se quedaron en Mariúpol.

Vio a su esposa por última vez esa mañana cuando comenzó su trabajo de parto y ella lo envió a buscar ropa y pañales. Se enteró del ataque aéreo en un bloqueo militar camino al hospital. Él y su padre encontraron el cuerpo de ella al día siguiente en otro hospital.

“Ni siquiera sé cómo lo sobreviví”, dijo en voz baja. “Bebía todos los días para quedarme dormido”.

Kalinin, quien ahora vive en Gales, no puede imaginar volver a casa. Tampoco puede imaginar la vida en ningún otro lugar.

“Es demasiado doloroso para mí estar allí. Podría regresar en algún momento; después de todo es mi ciudad natal”, añadió. “Me duermo todos los días con la esperanza de que esto sea un sueño. Y despierto con la comprensión de que es una realidad”.

Ahora Mariúpol está dividida entre Rusia y Ucrania. Algunas personas que se quedaron esperan recibir la ciudadanía rusa sólo para continuar con sus vidas. Sin embargo, la letra ucraniana ï, que no existe en ruso, está apareciendo en el graffiti en diversas partes de la ciudad, un pequeño acto de desafío en un lugar que muchos dicen está lleno de miedo.

Nepomnyshaya, cuyo apartamento fue alcanzado por un proyectil ruso, soñó recientemente que había vuelto a casa y olía a pan. Pero no está segura de si alguna vez podrá regresar ni si lo hará.

“Creo que Mariúpol será reconstruida, que será Ucrania después de todo”, dijo. “Pero sé que este olor es sólo un recuerdo”.

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