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jueves, 27 de abril de 2017

'64.000 muertos en el primer día' y otras razones para no empezar una guerra en la península coreana

Las estimaciones del alcance destructivo de un hipotético conflicto en la península coreana son escalofriantes. El número de bajas potenciales es realmente alto.



En pleno incremento de la tensión entre Estados Unidos y Corea del Norte, y a pocas horas de que Donald Trump informe a los senadores de Estados Unidos sobre la postura de su administración, se multiplican las especulaciones sobre qué consecuencias tendría un hipotético ataque norteamericano. Muchas de esas especulaciones, hasta hace poco, eran de tipo geopolítico; pero la retórica empleada, tanto desde Washington como desde Pyongyang, ha caldeado tanto el ambiente que la preocupación se ha trasladado a lo puramente militar: los medios de comunicación empiezan a preguntarse seriamente por el alcance de los misiles, por el número de bajas, por la eficacia de las artillerías o la capacidad de transportar un dispositivo nuclear.

En medio de esta especie de ansiedad pre-bélica, vuelve a ganar relevancia un estudio del Nautilus Institute publicado en 2012, a cargo del experto Roger Cavazos. En el informe, que lleva por título 'La brecha entre la retórica y la realidad' se estimaba que "si el Ejército Popular de Corea [las fuerzas armadas norcoreanas] optan por disparar contra Seúl en lugar de atacar de forma prioritaria objetivos militares, habría unas 30.000 bajas en muy poco tiempo", y calculaba que las bajas en el primer día del enfrentamiento podrían ascender a 64.000.

"Algunas de esas víctimas serían norteamericanas, porque los militares estadounidenses tienen alrededor de 28.000 soldados en Corea del Sur", advierte 'The Washington Post'. De hecho, esa preocupación se ha materializado recientemente, en la planificación de un simulacro de evacuación que afectará a 230.000 estadounidenses residentes en Corea del Sur.



"A menos que estuviésemos en una situación de crisis donde pensásemos que los norcoreanos se están preparando para atacarnos, un ataque preventivo contra el programa nuclear y de misiles de Corea del Norte simplemente no es una opción práctica. Este ha sido siempre el problema para EEUU y sus aliados", recuerda el profesor de Harvard Gary Samore, en un artículo publicado en la revista 'Bloomberg'. Samore habla desde la experiencia: ha sido asistente de Bill Clinton y coordinador de la Casa Blanca en asuntos relacionados con armas de destrucción masiva, proliferación y terrorismo.

A medida que se acumula la información y el análisis de los posibles escenarios a los que podría dar lugar un enfrentamiento entre Corea del Norte y Estados Unidos, va emergiendo con claridad la noción de que nadie resultaría beneficiado, y por lo tanto no hay un interés real en iniciar ataques de ninguna clase. Un artículo publicado en la revista Newsweek advierte que las bajas totales de un conflicto real alcanzarían el millón, incluso si no se emplean armas nucleares.

La escalada de tensión y la retórica belicista parece servir parcialmente a intereses que tienen que ver con la política interna de cada país implicado, y en todo caso al establecimiento de unas determinadas lineas rojas disuasorias en el panorama geoestratégico, mediante exhibiciones calculadas de fuerza. De hecho, todo apunta a que la respuesta que dará el gobierno de EE.UU. al 'statu quo' que consideran "inaceptable" en Corea del Norte no será de tipo militar: probablemente Trump pedirá a los senadores que le apoyen en su intención de nuevas sanciones contra Pyongyang, tal como sugieren sus últimas declaraciones al respecto.

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