A principios de 2017, recibimos informes de que había yihadistas preparando acciones cuyo objetivo era obligar a Francia y Alemania a posponer sus elecciones. No estaba claro:
si se trataba de posponer la elección presidencial francesa (prevista para abril y mayo) o las elecciones legislativas (que deben desarrollarse en junio) o las dos;
si Francia era un blanco por sí misma o si las acciones que habían de realizarse en Francia serían el preludio de futuras acciones contra Alemania.
Entre los candidatos a la elección presidencial, los únicos que denuncian el respaldo a la Hermandad Musulmana son Francois Fillon y Marine Le Pen. Fillon ha convertido esa cuestión en uno de sus temas de campaña.
Discurso de François Fillon en Chassieu (Lyon), el 22 de noviembre de 2016.
Nosotros mismos señalamos a nuestros lectores que las campañas de prensa y los escándalos judiciales utilizados contra Donald Trump en Estados Unidos y contra Francois Fillon en Francia venían de los mismos grupos. Escribíamos entonces que para Trump y Fillon
«no será posible restaurar la paz y la prosperidad sin acabar primero con la instrumentalización del terrorismo islámico, sin liberar el mundo musulmán del control que ejercen los yihadistas y sin atacar incluso la matriz del terrorismo: la Hermandad Musulmana». [1]
En aquel momento, los franceses, creyendo erróneamente que la Hermandad Musulmana es una tendencia de la religión musulmana, no reaccionaron. Publiqué entonces un libro, Sous nos yeux. Du 11-Septembre à Donald Trump, cuya segunda parte explica detalladamente, por primera vez, qué es esa organización secreta, creada y controlada por el MI6, los servicios secretos británicos. Es esa cofradía la que, desde la Segunda Guerra Mundial, ha venido tratando de convertir el islam sunnita en un instrumento político. Y de la Hermandad Musulmana provienen todos los líderes de los grupos yihadistas, desde Osama ben Laden hasta Abou Bakr al-Baghdadi.
El 26 de febrero, Francois Fillon publicaba sin explicación un comunicado que fue objeto de grandes críticas:
«Estamos ante una situación inédita: a 2 meses de la elección presidencial, estamos viviendo una situación prácticamente de guerra civil que viene a perturbar el normal desarrollo de esta campaña (…) Recuerdo a todos que estamos en estado de emergencia y que, a pesar de ello, el gobierno está permitiendo lo que sucede (…) Como ex Primer Ministro, como responsable electo de la Nación, hoy acuso solemnemente al Primer Ministro y al gobierno de no garantizar las condiciones para el ejercicio sereno de la democracia. Sobre ellos cae una grave responsabilidad porque están permitiendo que se desarrolle en el país un clima que es casi de guerra civil y que sólo puede resultar provechoso para los extremos (…) Sean quienes sean los candidatos, deben tener derecho a expresarse y el gobierno debe tomar medidas para que los violentos y los enemigos de la democracia cesen de perturbar esta campaña presidencial.» [2]
El 17 de abril, la Policía Nacional informaba a los 4 principales candidatos sobre la existencia de amenazas a su seguridad y reforzaba la protección que se les asigna.
El 18 de abril, M. (de 29 años) y Clement B. (de 23 años) fueron arrestados mientras preparaban un atentado contra un mitin a favor de Francois Fillon.
El 20 de abril, un policía resultó muerto y otros 2 quedaron gravemente heridos en un atentado perpetrado en los Campos Elíseos.
Los candidatos Francois Fillon y Marine Le Pen cancelaron sus desplazamientos programados para el 21 de abril. Siguiendo esa tendencia y a pesar de no existir ninguna amenaza real en su contra, Emmanuel Macron hizo lo mismo.
La responsabilidad del próximo presidente de la República Francesa
El próximo quinquenio girará en torno a la seguridad de los franceses. Esta cuestión reviste un carácter particularmente grave en la medida en que en los recientes atentados terroristas perpetrados en suelo francés están implicados 3 de nuestros aliados de la OTAN: el Estado Profundo estadounidense, el Reino Unido y Turquía.
He abordado muy a menudo la cuestión de los atentados perpetrados en París –el 13 de noviembre de 2015– y en Bruselas –el 22 de marzo de 2016. [3]. En mi más reciente libro indiqué que si bien el presidente [turco] Recep Tayyip Erdogan y su prensa han reivindicado esos atentados, estos fueron perpetrados por «dos comandos diferentes, con excepción de un actor operativo común: Mohammed Abrini del MI6» (p. 231) [4].
Las sucesivas presidencias de Nicolas Sarkozy y Francois Hollande, con sus respectivos ministros de Exteriores, Alain Juppé y Laurent Fabius, han escondido desde hace años sus actividades criminales a los franceses así como la consecuencia de lo que han sembrado: el terrorismo dentro de su propio país.
Es absurdo creer que al-Qaeda y el Emirato Islámico (Daesh) puedan disponer de tanto dinero y armas sin respaldo de grandes Estados. Es absurdo creer que Francia pudiese participar en la operación de rediseño del «Medio Oriente ampliado» sin sufrir las consecuencias. Es absurdo creer que sea posible luchar contra el terrorismo cuando quienes lo controlan son nuestros propios aliados en el seno de la OTAN.
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