“Estoy seguro de que nuestro Gobierno, nuestro Banco Central, las autoridades financieras correspondientes están preparando posibles opciones comerciales por si se produce un intento de socavar nuestra capacidad de garantizar el libre intercambio dentro del sistema comercial multilateral, en el marco de las normas de la Organización Mundial del Comercio”, hizo hincapié el lunes el canciller ruso, Serguéi Lavrov, comentando una eventual desconexión de Rusia de la estadounidense Sociedad de Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales (SWIFT, por sus siglas en inglés).
En una rueda de prensa con su homólogo portugués, Augusto Santos Silva, el jefe de la Diplomacia rusa aseguró que, a pesar de que no sabe qué decisiones en concreto tomarán los países occidentales, propietarios del SWIFT y qué métodos de presión emplearán, la Unión Europea y Occidente han demostrado a través de hechos concretos que no son socios confiables.
Además, la portavoz de la Cancillería de Rusia, María Zajárova, afirmó el 3 de mayo que las autoridades del país están evaluando la posible exclusión de la Federación Rusa del sistema de pago occidental. “Rusia está tratando de minimizar los riesgos potenciales, si deja el SWIFT”, subrayó.
Anteriormente, el Parlamento Europeo había aprobado una resolución en la que pidió la expulsión de Rusia de SWIFT, además de congelar todos los activos de los políticos rusos y sus familias en el bloque comunitario, y cancelarles sus visados.
Ante los riesgos de una posible desconexión, el Banco de Rusia creó una estructura similar al SWIFT, a la que ya se han unido más de una veintena de instituciones de Alemania, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Suiza.
SWIFT es un sistema interbancario internacional para la transmisión de información y cumplimentación de pagos que abarca a casi 11 mil grandes entidades en más de 200 países.
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