En una entrevista con el diario británico The Guardian, Borrell defendió la fallida contraofensiva de las tropas ucranianas, alegando que "un tercio del país está minado, y sería un suicidio para Ucrania llevar a cabo una contraofensiva a gran escala".
Además, el alto diplomático instó a los países occidentales a cooperar de una forma más estrecha con Kiev en la esfera de la defensa, así como a tomar con una mayor rapidez las decisiones sobre el suministro de armas a Ucrania.
Anteriormente, otros representantes de Occidente buscaron razones similares para explicar los fracasos de las Fuerzas Armadas de Ucrania en la línea del frente.
En agosto, la inteligencia británica dijo que entre las principales causas de la lentitud de la ofensiva de las tropas de Ucrania consiste en la hierba alta, los arbustos y los árboles pequeños.
Según esos servicios secretos, la densa vegetación además proporciona un refugio adicional que permite enmascarar las líneas de defensa rusas, así como dificulta el desminado de los campos.
Kiev inició su contraofensiva el pasado 4 de junio, enviando al frente a las brigadas entrenadas por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y equipos militares occidentales, como los ampliamente publicitados tanques alemanes Leopard.
Tres meses después, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, consignó que la denominada contraofensiva ucraniana fue "un rotundo fracaso".
El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, estimó las pérdidas de las fuerzas ucranianas en más de 66.000 hombres y 7.600 equipos militares, incluidos los tanques alemanes Leopard, los franceses AMX y vehículos blindados estadounidenses Bradley.
Recientemente, se informó del primer tanque británico Challenger 2 convertido en chatarra en el campo de batalla.
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