Cuando realiza sus frecuentes giras por Europa y otras partes del mundo, Zelenski busca fundamentalmente tres cosas: armas, dinero y apoyo político incondicional a Ucrania. Ninguna de estas cosas obtuvo de Brasil luego de su encuentro con Lula.
Empecemos por las armas. Ni Estados Unidos ni Alemania han logrado convencer a Lula que suministre armas y municiones a Kiev durante todo lo que va de 2023. De hacerlo, Brasil entraría directamente en el conflicto del lado de Occidente, lo que no es de ningún interés para el país, teniendo en cuenta la importancia de sus relaciones con Rusia y la ausencia de cualquier objetivo geopolítico brasileño en Europa del Este.
La pregunta que queda es: si Lula demostró sabiduría y resistencia al soportar la presión de países poderosos como Estados Unidos y Alemania, ¿qué podría hacer Ucrania para que Brasil cambie de opinión y ayude militarmente a Kiev? Prácticamente nada.
Lula, de hecho, pretende acelerar el fin del conflicto, mientras que Zelenski y Occidente han optado por intentar derrotar a Rusia en el campo de batalla, por muy utópica que sea esa opción actualmente.
En cuanto a dinero o incluso algún tipo de financiación por parte de Brasil para el esfuerzo bélico ucraniano, cualquier tipo de expectativa en este sentido sería aún más absurda. Brasil, como miembro del sur global y país latinoamericano, está mucho más interesado en superar su subdesarrollo y desigualdad entre Estados que en financiar una guerra por poderes contra los rusos.
De hecho, fue esta situación la que motivó a Annalena Baerbock, ministra de Asuntos Exteriores alemana, a comentar a mediados de este año que los brasileños estaban más preocupados por el precio de los alimentos en el mercado que por el conflicto en Europa del Este.
Lo mencionado por Baerbock demuestra que no solo Zelenski, sino también otros líderes occidentales, están decepcionados con la posición de Brasil y su falta de interés en ayudar a la causa ucraniana. El hecho de que Lula estuviera en Nueva York en el momento de su reunión con Zelenski, no significaba que se comportaría como un estadounidense.
En tercer lugar, debemos hablar del apoyo irrestricto a Ucrania que Zelenski busca cuando se reúne con varios líderes mundiales. Tampoco recibió ese apoyo luego de hablar con la delegación brasileña.
Brasil, por otra parte, ya ha dejado claras sus críticas a los intentos de aislamiento político de Rusia emprendidos por Occidente (y apoyados por Kiev), así como al uso de sanciones unilaterales contra Moscú, que Celso Amorim, asesor especial para asuntos internacionales de la Presidencia lo ha calificado de "error estratégico".
Además, en su viaje a China en abril de 2023, Lula y la delegación brasileña coincidieron con las propuestas chinas para las negociaciones de paz en Europa del Este. Ellas implican precisamente la suspensión inmediata de las sanciones contra Moscú y el abandono de una mentalidad típica de la Guerra Fría.
Con la mencionada concordancia con China en cuanto a su postura sobre el tema, la Cancillería brasileña ha reiterado la importancia del diálogo y la cooperación internacional en la búsqueda de una solución diplomática que ponga fin al conflicto.
Sin embargo, Lula ha hablado repetidamente de su deseo de reunir a un grupo de países "neutrales" (como Turquía, la India, China, Indonesia y otros) para ayudar en el proceso de negociación entre rusos y ucranianos
El presidente brasileño y su círculo más cercano ven que, para una paz duradera, todos los actores en juego deben comprender la importancia del principio de indivisibilidad de la seguridad internacional, un punto planteado por Rusia antes del estallido de las hostilidades.
Además, es necesario que Occidente (en última instancia, Estados Unidos) rechace cualquier plan de futura expansión de bloques militares en Europa, poniendo así un término al proyecto expansionista de la OTAN.
Sin embargo, los líderes de Washington, Bruselas y Kiev se niegan a escuchar estas propuestas. Por el contrario, después de la reunión con Lula, los funcionarios diplomáticos ucranianos afirmaron que una paz justa podría lograrse exclusivamente bajo las condiciones defendidas por Ucrania, actitud que ilustra la intransigencia de Kiev para lograr una solución equilibrada a la crisis en Europa del Este.
Después de todo, cuando Zelenski habla de restaurar las fronteras de Ucrania a su condición anterior a 2014, olvida que retroceder en el tiempo solo es posible en las películas de Hollywood. Sería más inteligente, en cambio, cumplir los Acuerdos de Minsk negociados en 2014 y 2015, como prometió el propio Zelenski en su campaña preelectoral de 2019, que utilizarlos cínicamente para que Ucrania "gane tiempo" y se fortalezca militarmente.
Si Zelenski hubiera cumplido su palabra en el pasado, habría mantenido Donbás como parte del territorio ucraniano, otorgando mayor autonomía política a Lugansk y Donetsk, y de esa forma habría evitado provocar un conflicto directo con Rusia.
Otra de las propuestas de Ucrania, la retirada de las tropas rusas de los nuevos territorios de la Federación de Rusia (Donetsk, Lugansk, Zaporozhie y Jersón), así como la creación de un tribunal especial para juzgar las acciones del ejército ruso durante el conflicto, son medidas igualmente impensables.
De ninguna manera, Zelenski podría imaginar que Brasil, y especialmente Lula, respaldaría propuestas que apuntan únicamente a alienar a Rusia y descartar arbitrariamente sus legítimos intereses de seguridad en la región.
En resumen, por mucho que el ministro de Exteriores brasileño, Mauro Vieira, definiera el encuentro entre Lula y Zelenski como amistoso y pacífico, de ese encuentro no resultó nada significativo.
Lo importante, finalmente, es que Zelenski abandonó la conversación con la delegación brasileña sin conseguir lo que más le interesaba: armas, dinero y una posición brasileña clara a favor de Kiev.
Como desenlace, Lula regresa a Brasilia con el recuerdo de los aplausos que recibió durante su discurso en la tribuna de la ONU, y Zelenski, que se negó a aplaudir al presidente brasileño, regresó a Kiev con las manos vacías.
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