Foto obtenida de un video provisto por el Ministerio de Defensa ruso de un avión Tu-22M3 en el momento que descarga bombas sobre un blanco. Rusia ha lanzado más ataques aéreos contra objetivos en Siria, incluyendo la primera utilización en combate de un nuevo misil crucero lanzado desde un submarino nuclear en el mar Mediterráneo, informó el ministro de defensa ayerFoto Ap
|
No se entiende cómo el presidente Obama –premio Nobel de la Paz por sus planesde desnuclearización, más que por sus logros tangibles en la materia– encabeza la promesa no vinculante de 196 países, menos de las trasnacionales, de la Cumbre del Cambio Climático en París, esperanzadora para las generaciones futuras, mientras opera al borde del precipicio bélico al son del acordeón nuclear que estira y afloja con su cerco y guerra larvada en varios frentes y dimensiones contra Rusia, la otra superpotencia atómica del planeta a la par de Estados Unidos.
La Reserva Federal, verdadero banco central global en la fase del dolarcentrismo unipolar, proclama su guerra de divisas contra el mundo con su perniciosa alza unilateral de las tasas de interés –cuyo primer arrollado es su aliado especial, el “México neoliberal itamita”, no se diga toda Latinoamérica, humillada con crueldad–, mientras los superhalcones de Estados Unidos expectoran con mucha laxitud el exterminio de sus enemigos con armas nucleares, como es el perturbador caso, poco publicitado, del senador cubano-canadiense-texano Ted Cruz contra los yihadistas del Estado Islámico (EI) en Irak y Siria.
Lo grave de la aniquilante retórica nuclear de Ted Cruz es que pudiera ser el nominado a la presidencia por el Partido Republicano, de acuerdo con el pronóstico electoral de The Washington Post.
El connotado investigador estadunidense Robert Parry expone azorado que la grandilocuencia incendiaria del senador texano Ted Cruz ha alcanzado niveles inconcebibles al sugerir el uso de armas nucleares contra los bastiones yihadistas del EI en Irak y Siria, lo cual supera de lejos la racista prohibición teológica del polémico Donald Trump al ingreso de musulmanes a Estados Unidos (https://goo.gl/t6QIDz).
El pasado 8 de diciembre, Sergei Shogu, ministro de Defensa ruso, explayó la expansión provocadora de la OTAN dirigida contra Rusia, al occidente y oriente de Europa: la tendencia a la agravación de la situación militar y política ha sido continua, en especial en Europa, Asia Central (sic) y Medio Oriente.
Shoigu indicó que la expansión de la OTAN, que integra 28 países en su seno, ha sido muy rápida al incorporar 12 (¡supersic!) nuevos miembros: hoy Montenegro, Macedonia, Bosnia-Herzegovina, Georgia y Ucrania se preparan a unirse a la OTAN, mientras Finlandia, Suecia, Serbia y Moldavia son atraídos a las áreas de interés de la OTAN”.
El sistema misilístico de defensa Aegis de la OTAN ha sido desplegado en Polonia y Rumania y existen 200 bombas nucleares de Estados Unidos en Italia, Bélgica, Holanda, Alemania y Turquía (http://goo.gl/cJEFbX), mientras un centro de ciberseguridad ha sido instalado en Taillin (capital de Estonia), además de un centro estratégico de propaganda en Riga (Letonia), con el fin de permitir a los miembros de la OTAN alcanzar una superioridad informativa sobre Rusia.
¿Quién dice que los multimedia no son estratégicos ni forman parte de la guerra de propaganda para socavar al enemigo?
El británico Alastair Crooke, director de Conflicts Forum, arguye que encajonar a Rusia corre el riesgo de una tercera guerra mundial, cuando los medios oficiales de Washington están inundados con un lenguaje muy duro sobre Rusia y la necesidad de castigar (sic) al presidente Putin por su papel en Ucrania y Siria.
A juicio de Alastair Crooke, tales bravatas ignoran los genuinos intereses nacionales de Rusia y sus líneas rojas (https://goo.gl/j751O1). Cita al israelí-estadunidense Stephen Cohen, máximo experto de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia durante la previa guerra fría, quien aduce que Rusia no tiene líneas rojas para Estados Unidos, mientras que Washington las tiene y puede ostentar todas las bases que desea alrededor de las fronteras de Rusia cuando no le deja tener bases en Canadá o México, lo cual ilustra claramente que hoy no existen mutuas reglas de conducta entre Estados Unidos y Rusia.
Aunque Estados Unidos se encuentra lejos de Siria y Medio Oriente, a juicio de Stephen Cohen, “los reportes indican que la Casa Blanca y el Departamento de Estado piensan primariamente cómo contrarrestar las acciones de Rusia en Siria. Están preocupados (…) que Rusia disminuya el liderazgo de Estados Unidos en el mundo”.
Para Stephen Cohen, “se ha enraizado la falsa idea de que la amenaza nuclear concluyó con la URSS: de hecho, la amenaza se volvió más diversa y difícil (…) La realidad es que la amenaza creció, sea por inatención o accidente”, e inculpa a Europa como cómplice de tal amenaza al “levantar varias presiones a Rusia en Siria –sanciones económicas y otras medidas financieras–, Ucrania y Crimea, seduciendo a Montenegro, Georgia y los países bálticos a la OTAN”, por lo que quizá debamos contemplar la paradoja de que la determinación de Rusia para intentar evitar la guerra está llevando a la guerra. ¿Quién detendrá el irredentismo y la flauta bélica del Hamelin estadunidense en la OTAN?
Stephen Cohen juzga que esta nueva (sic) guerra fría tiene todo el potencial de ser más peligrosa que los precedentes 40 años, cuando su epicentro se encontraba en Berlín, no cerca de Rusia y existía una amplia zona de amortiguamiento entre Rusia y Occidente en Europa occidental, mientras que hoy, el epicentro está en Ucrania, literalmente en las fronteras de Rusia, que sigue siendo una bomba de tiempo.
A juicio de Alastair Crooke, “el exhorto de Rusia para cooperar con los países occidentales contra el flagelo de los yihadistas; su respuesta cuidadosamente calibrada y de bajo perfil a tales provocaciones, como la emboscada de su bombardero SU-24 en Siria, y la retórica tranquila del presidente Putin, son usadas por Washington y Londres para pintar a Rusia como un tigre de papel, que nadie necesita temer”, por lo que a Rusia se le ofrece solamente la opción binaria: aceptar al hegemón benevolente estadunidense o prepararse para la guerra. Alastair Crooke explica que fue el neoconservador straussiano William Kristol quien formuló en 2002 la “victoria de la guerra fría por Estados Unidos”, quien debía convertirse en el hegemón benevolente global que garantiza y sostiene el nuevo orden global.
Juzga que aunque el presidente Obama no es neoconservador straussiano, se encuentra maniatado por el legado del hegemón global, que deberá apoyar o ser tachado como el archifacilitador del declive estadunidense.
Considero que Obama fue doblemente secuestrado, tanto por la pérfida bancocracia de Wall Street a la que rescató sin agradecimiento alguno, como de la agenda superbélica de los neoconservadores straussianos, muy influyentes en la nomenclatura del Departamento de Estado y de un sector apocalíptico del complejo militar-industrial, pero que de ninguna forma desea, a 10 meses y medio de abandonar la presidencia, librar una guerra nuclear con Rusia.
Es mi percepción que Obama prefiere heredar la putrefacción del caos global, relativamente controlado, a su sucesor (a), quien se encontrará entonces ante una bifurcación de destino: la guerra nuclear, en la que saldría aniquilado el género humano, o la imperativa negociación de un nuevo orden tripolar entre Estados Unidos, Rusia y China, ya que esta vez Putin, a diferencia de Gorbachov y Yeltsin, no se dejará humillar ni encajonar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario