Lo furtivo se ha pasado de moda. Bueno, no, en realidad no, para nada, pero ya todo el mundo lo da por sentado y lo tiene en cuenta en mayor o menor grado; es como llevar ropa interior. Pero el último grito militar va de hipervelocidad, y específicamente de los planeadores o deslizadores alto-hipersónicos, que en inglés llaman hypersonic glide vehicles (HGV.)
Como su nombre indica, se trata de vehículos no propulsados por sí mismos, pero sí maniobrables, que se lanzan con un cohete espacial, un ICBM o cosa parecida, y son capaces –o deben serlo– de recorrer grandes distancias por dentro de la atmósfera a velocidades muy superiores a las del sonido, en plan misil de crucero súper-rápido. (No deben confundirse con los proyectos de aeronaves propulsadas hipersónicas como el X-51 Waverider o el Ayaks, ni con los vehículos en reentrada atmosférica desde el espacio, ni con los misiles bajo-hipersónicos como el BrahMos II.) Tras estos planeadores se encuentra el nuevo concepto de ataque global instantáneo (prompt global strike), que permitiría alcanzar blancos remotos con armas convencionales (no nucleares) en menos de una hora.
De todo este asunto va la noticia que el Pentágono estadounidense filtró a algunos medios amigos el pasado mes de enero.i Hablaba de un cierto vehículo chino llamado WU-14, que aparentemente habría realizado un vuelo a diez veces la velocidad del sonido (Mach 10), ya en el borde del régimen alto-hipersónico (Mach 10 – 25.) Beijing respondió con una nota muy ambigua de apenas dos frases, sin confirmar ni desmentir nada, donde afirmaban que “los experimentos y la investigación científica planeados de China son normales y no están dirigidos contra ningún país u objetivo.”ii Poco después, Aviation Week & Space Technology añadía que no hubo un solo vuelo, sino dos, los días 9 y 19 de enero de 2014, desde el centro de lanzamientos espaciales de Taiyuan.iii Se desconocen los resultados. En todo caso, para que tales vuelos se completaran dentro del territorio de la República Popular China (típicamente, hacia los desiertos del Gobi y Taklamakán) no pudieron tener un alcance superior a 3.000 km.
Estas noticias bastaron para que a finales de mayo el Congreso de los Estados Unidos financiara una nueva ronda de pruebas del programa norteamericano,iv que después del fracaso de sus HTV-2 hace cuatro años se había quedado un poquito en el limbo.vPorque los amerikantsy ya llevan bastante tiempo en ello: por lo menos desde que la DARPA comenzó el proyecto Falcon en 2003, y probablemente mucho antes. En particular, estos HTV-2 alcanzaron Mach 20 sobre el Océano Pacífico el 22 de abril de 2010vi y 11 de agosto de 2011 (video), pero ambos perdieron el control y se autodestruyeron en torno a los nueve minutos de vuelo (de los treinta previstos.)viiviiiixSe ve que los militares necesitaban agitar un poquito el peligro amarillo, o el rojo, o el que fuera para conseguir más pasta, y eso fue lo que lograron con las noticias sobre el WU-14 chino.
Por su parte, el programa alto-hipersónico ruso es mucho más oscuro, pero parece estar nucleado en torno a las ojivas del nuevo misil balístico intercontinental ligero RS-26 Rubezh, parte de su flamante panoplia estratégica diseñada para penetrar las defensas antimisil, que incluiría también al RS-24 Yars, el R-30 Bulavá de lanzamiento submarino y un misil súper-pesado de combustible líquido del que aún no se sabe gran cosa, pero algunos llaman SS-30 Sarmatian.x Una prueba de estas ojivas hipersónicas maniobrables pero no propulsadas, realizada en 2004, aparentemente terminó también en un fracaso,xi como los americanos de seis años después. Los rumores más recientes hablan de un cierto proyecto 4202xii en el complejo de Dombarovskiy, que podría dedicarse al desarrollo de este tipo de vehículos, pero también al de un nuevo sistema antisatélite o… cualquier otra cosa. Como te digo, es todo de lo más opaco.
¿Suena como una carrera armamentística? Bien, aparentemente… lo es. Como mínimo Estados Unidos, China y Rusia están viendo a ver quién es el primero en poner en servicio uno de estos planeadores o deslizadores hipersónicos (si es que alguno no lo ha logrado ya, al menos en parte, y lo mantiene en secreto.) Pero, ¿para qué sirve exactamente un planeador hipersónico?
Verás, se dan varias circunstancias. Por una parte, nadie quiere empezar una guerra nuclear en la que todos nos iríamos al demonio (incluso ellos.) De hecho, el uso de armas nucleares tiene un coste político tan alto que no se han vuelto a lanzar contra nadie desde lo de Hiroshima y Nagasaki. Por otra parte, los tan cacareados escudos antimisiles, después de décadas siendo un pozo sin fondo de dinero y frustraciones, comienzan a vislumbrar la capacidad de derribar ojivas balísticas no-maniobrables de largo alcance. Sistemas como el Aegis BMD estadounidense o el S-500 ruso, actualmente en desarrollo, podrían lograrlo bajo determinadas circunstancias.
La manera más sencilla de romper un escudo antimisiles es multiplicar el número de misiles, ojivas y ayudas a la penetración hasta saturarlo; los sistemas antimisiles de este nivel suelen salir mucho más caros que los misiles de tecnología equivalente. Sin embargo, esto se traduce en un ataque a gran escala, lo que casi automáticamente conduciría a una guerra generalizada, posiblemente nuclear. Y hoy en día hay numerosos tratados en vigor para reducir el número de lanzadores y ojivas, no aumentarlos. Al mismo tiempo, normalmente tú no quieres empezar una guerra total, sino solamente alcanzar una serie de blancos en conflictos limitados; a ser posible, con armas convencionales de alta precisión en vez de las problemáticas cabezas atómicas, que quedan fatal en los libros de historia. Si encima pudieras hacerlo desde grandes distancias, sin necesidad de desplazar flotas o ejércitos enteros al sector, pues miel sobre hojuelas. Desplazar una flota, o un ejército, cuesta bastante tiempo y mucho dinero (y además siempre corres el peligro de que un enemigo serio te los reviente.)
Estos planeadores hipersónicos, si finalmente consiguen hacer lo que se espera de ellos, resuelven varios de esos problemas de un plumazo. Su enorme alcance permitiría atacar objetivos remotos sin necesidad de salir de casa como quien dice. El hecho de que vuelen relativamente bajo, en vez de caer desde el espacio exterior como las ojivas balísticas, retarda su detección (al aproximarse por debajo del horizonte radar.) Su velocidad y maniobrabilidad dificultaría enormemente la posibilidad de interceptarlos, incluso para los escudos antimisil más modernos; no digamos ya si disponen de ayudas a la penetración. Esta misma maniobrabilidad –unida a sistemas de detección precisa del blanco– les permitiría golpear sus objetivos con exactitud, y por tanto basta una cabeza convencional, en vez de las nucleares que garantizan la destrucción del mismo por la vía de aniquilarlo todo en unos kilómetros a la redonda.
Si ya de por sí es muy difícil destruir las ojivas balísticas tradicionales, más aún los MIRV que llegan acompañados por modernas ayudas a la penetración, y prácticamente imposible hacerlo con las maniobrables (MaRV), tales planeadores o deslizadores hipersónicos vuelven a poner el marcador a cero en la eterna lucha entre la espada y el escudo. Una lucha muy desigual, en la que la espada cuenta con numerosas ventajas. La espada elige el tiempo, el espacio, el arma, y puede ser actualizada en el último minuto con un coste relativamente bajo. El escudo tiene que estar ahí todo el tiempo, impenetrable por todos sus puntos y por cualquier arma, constantemente actualizado a un coste monumental. Estamos, básicamente, ante una nueva iteración de la espada, que ningún escudo del presente o del futuro próximo podría detener.
Por eso, algunos empiezan a hablar ya de nuevos escudos, basados en armas láser o de haces de partículas, que hasta el momento no han demostrado gran cosa pero quizás, con el suficiente tiempo y dinero… etcétera. Y así una y otra vez, como siempre en la larga historia de la violencia humana. Y de la estupidez.
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