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jueves, 28 de diciembre de 2017

Jinetes del Apocalipsis: las 4 armas rusas más mortíferas



El “padre de todas las bombas”, misiles y mucho más

1. El padre de todas las bombas

En abril de 2017 EE UU lanzó en Afganistán la "madre de todas las bombas" (la bomba GBU-43/B Massive Ordnance Air Blast, MOAB) contra combatientes del Estado Islámico. Al menos 36 terroristas murieron en la explosión, y también destruyeron almacenes que contenían armas, equipos militares y varios túneles subterráneos.

Rusia cuenta con una bomba similar, pero se considera que es incluso más potente. El "papá" ruso (así llaman cariñosamente la bomba) es la Bomba Aérea de Vacío de Potencia Aumentada (AVBPM, por sus siglas en ruso). Es más ligera de peso que la GBU-43/B, pero con una potencia de explosión cuatro veces mayor, equivalente a 40 toneladas de trotilo. Además, su radio de devastación es el doble que el de la bomba estadounidense.

El diseño de la AVBPM es original. La “nariz” de la bomba cuenta con un complejo dispositivo electromecánico que permite lanzar el arma y pulverizar el material explosivo. Cuando el dispositivo se pone en marcha, los productos químicos empiezan a liberarse. El aerosol se convierte en una mezcla de gas-aire, que a continuación es detonado por un fulminante.

El AVBPM genera una onda de choque con sobrepresión de unos 3000 kPa (30 kgf/cm), creando un vacío sin aire en el epicentro de la explosión. Esta diferencia de presión hace explotar literalmente todo lo que esté en su camino, incluso edificios.

2. El misil más grande y feroz que jamás se haya construido

El misil balístico intercontinental RS-20V “Voievoda” (designación OTAN: SS-18 Mod.3 Satán) es el misil estratégico más grande y feroz que jamás haya sido construido en cualquier parte del mundo.



Con un peso aproximado de 210 toneladas, el misil es capaz de llevar hasta el objetivo diez ojivas nucleares de 750 kilotones cada una. El golpe del “Satán” puede borrar de la tierra una ciudad del tamaño de Moscú o Nueva York.

Sin embargo, el “Satán” ya es viejo. Por lo tanto, en Moscú han creado el nuevo misil intercontinental llamado “Sarmat”. El nuevo misil entrará en servicio para 2021 cuando termine el plazo del START III (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas).

El “Sarmat” será dos veces más ligero y capaz de transportar no diez, sino 17 ojivas independientes con una capacidad de 300 kilotones cada una. Es más, ya no serán los habituales explosivos "mudos" que trazan una parábola llegando al objetivo, sino los misiles de maniobra hipersónicos.

3. El “Terminator”

A finales de 2017 el vehículo ruso de soporte de tanques BMPT-72 (nombrado extraoficialmente "Terminator") fue puesto a prueba en Siria.


El Terminator puede desplazarse sobre el terreno accidentado a una velocidad de 60 km/h, cruzar zanjas y romper las paredes de 1,5 metros de altura. Sus misiles guiados pueden alzanzar fácilmente un tanque a una distancia de hasta 5000 metros o llegar al punto de fuego del enemigo. Puede combatir helicópteros y neutralizar cualquier maniobra del enemigo en un radio de 3 km.

Además de los cañones, el “Terminator” está equipado con cuatro lanzadores de misiles guiados antitanque “Shturm-S”, así como con una nueva ametralladora “Kord” que tiene un carga de munición de 2000 cartuchos.

4. Un huracán del fuego

Otro representante de la “familia” de los tanques-asesinos es el sistema pesado de lanzallamas TOS-1 “Buratino”. Al igual que el protagonista del cuento de hadas que lleva el mismo nombre (Buratino es la versión rusa de Pinocho), el sistema es capaz de meter su "nariz" en cualquier agujero.


La base de este vehículo militar es el tanque T-72. Pero la torre artillera es sustituida por un pack de 30 cohetes de calibre 220 mm con ojivas termobáricas, capaces de lanzar un huracán de fuego al enemigo en tan solo unos segundos.

Pero el verdadero infierno comienza después. La bomba termobárica que está dentro de cada proyectil crea una nube “mezla-aire” que explota, generando la sobrepresión y la temperatura de unos 3000ºC que quema todo el oxígeno a su alrededor y al mismo tiempo hace que la presión colapse.

Es fácil adivinar lo que le pueda pasar a cualquiera que tuviese la mala suerte de encontrarse dentro de esta nube. En un perímetro de varios kilómetros no queda nada vivo, ni armas, ni edificios.

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