El documento ratificó, asimismo, el pleno respeto a los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho internacional; lamentó de manera profunda las pérdidas humanas y materiales tras los recientes fenómenos naturales en Libia y Marruecos, y manifestó la preocupación de los miembros del G77 respecto a los desafíos generados por el injusto orden económico actual.
Esa situación, advirtió, agravada ahora por los persistentes efectos negativos de la pandemia COVID-19, las tensiones geopolíticas, medidas coercitivas unilaterales y las múltiples crisis contemporáneas, la fragilidad de las perspectivas económicas mundiales, el aumento de la presión sobre los alimentos y la energía; así como, el desplazamiento de personas y la volatilidad de los mercados.
Todo ello unido, a la inflación, el ajuste monetario, la creciente carga de la deuda externa, aumento de la pobreza extrema y de las desigualdades dentro de los países y entre ellos.
La declaración rechazó la imposición de leyes y regulaciones con impacto extraterritorial y todas las demás formas de medidas económicas coercitivas, incluidas las sanciones unilaterales contra los países en desarrollo y los monopolios tecnológicos.
En su declaratoria final, las naciones subrayaron la urgente necesidad de una reforma integral de la arquitectura financiera internacional y de "un enfoque más inclusivo y coordinado de la gobernanza financiera mundial, con mayor énfasis en la cooperación entre los países, incluso mediante el aumento de la representación de los países en desarrollo en los órganos mundiales de toma de decisiones y formulación de políticas".
Acordaron solicitar al presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas la convocatoria, en el contexto del octogésimo período de sesiones de esa organización, una Reunión de Alto Nivel sobre Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo, centrada en las demandas de los países en desarrollo y declarar al 16 de septiembre como Día de la Ciencia, Tecnología e Innovación en el Sur.
Durante un encuentro con la prensa, Rodolfo Benítez Verson, director general de la Dirección de Asuntos Multilaterales y Derecho Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, resaltó los "resultados sumamente positivos" de esta cumbre y reconoció que "ha tenido un gran éxito" y que era un evento "necesario e impostergable".
¿Hacia un nuevo orden mundial?
El profesor titular Luis René Fernández Tabío, investigador del Centro de Investigaciones de la Economía Internacional de la Universidad de la Habana, mencionó que la reunión transcurrió "en un contexto de transición hacia un nuevo multilateralismo más equilibrado y justo, y tras la Cumbre de los BRICS, con la ampliación de su membresía y repercusiones en las crisis y tensiones actuales".
Reconoció, asimismo, que dentro del orden mundial contemporáneo países como China, Brasil, Argentina, Sudáfrica e India son influyentes en ese "espacio de búsqueda de reconfiguración del escenario económico y político de modo que represente los intereses de las naciones en vías de desarrollo, y Cuba, como presidente pro témpore del grupo, intentará avanzar en esos procesos".
"Esta Cumbre aconteció en un momento de gran turbulencia y enorme complejidad, que todavía está muy lejos de estabilizarse. Aunque existe coincidencia entre los analistas respecto al camino hacia un nuevo multilateralismo, su caracterización no es clara. No obstante, las actuales tensiones geopolíticas aceleran los cambios para otro sistema internacional", refirió a Sputnik.
En este sentido, esta reunión en La Habana, con una participación de delegaciones de más de 100 estados, constituyó un paso significativo en la profundización de esas transformaciones, "orientado hacia una transición sistémica en el marco más amplio del denominado como sur global, representado por los miembros del Grupo de los 77 y China".
El académico indicó además el carácter extenso y heterogéneo del bloque negociador, con algunas diferencias de posturas entre ellos e, incluso, situaciones tensas, si bien mantienen puntos comunes contra sanciones coercitivas y medidas unilaterales que impidan el desarrollo individual de sus 134 naciones integrantes.
"Cuba es un país pequeño geográficamente, pero con una política exterior de principios muy fuerte y con mucho prestigio y respeto dentro de las organizaciones multilaterales y en países de África, Asia, América Latina y el Caribe, de manera particular. Ejemplo de ello es el respaldo a la isla durante las votaciones en la ONU contra el bloqueo impuesto por Estados Unidos", afirmó.
En paralelo, se apreció un consenso significativo en apoyo al tema central del encuentro, alusivo a los retos, el desarrollo y el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación, aplicable a todos los campos incluido la reestructuración del orden económico y del sistema monetario y financiero, según consideró el experto. Con ello, sentenció, se contribuye a los objetivos de alcanzar una globalización distinta.
60 años del Grupo de los 77
Por su parte el periodista, investigador y editor italiano Fabrizio Casari, recordó que el año próximo el G77 arriba a sus seis décadas de constituido, "con un balance más que positivo", cuyo esfuerzo por la integración de territorios subdesarrollados y en vías de desarrollo marca significativos pasos, sumado al desempeño de un papel nada desdeñable en la gobernanza internacional.
A su juicio, el grupo permitió la creación de asociaciones económicas y negociaciones comerciales colectivas, con resultados de considerable interés para las naciones menos favorecidas, pues como señaló el canciller cubano, Bruno Rodríguez, la identificación de la centralidad de la unidad frente a los problemas fundamentales del desarrollo, constituye el pilar fundamental de los logros del sur.
"Cuba puede garantizar una conducción imparcial y justa del funcionamiento del organismo, y su credibilidad y respeto es una garantía absoluta para todos los miembros. La competencia de la diplomacia de la isla para captar cualquier atisbo de diálogo, incluso entre posiciones opuestas, es un viático seguro para que, bajo su presidencia, el grupo tenga un balance efectivo", indicó.
Casari subrayó a Sputnik que actualmente si bien existe un mayor adelanto científico y tecnológico, los países rezagados en su desarrollo económico presentan un acceso limitado a esas cuestiones cada vez más imprescindibles, realidad que urge revertir cuánto antes.
"Los beneficios de una parte del mundo deben extenderse a todo el planeta, mediante una política inclusiva que ponga a disposición de la comunidad universal el conocimiento útil para el progreso. Cuba es un ejemplo de resiliencia, tenacidad y capacidad de superación. Puede dar lecciones de dignidad y de capacidad para moverse en un entorno hostil y sin recursos", aseguró.
Por su parte, el secretario académico del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), Mario Antonio Padilla Torres, especialista en los países del antiguo Bloque del Este, afirmó que muchos de estos estados tienen en común el enfrentamiento a problemáticas como hambre, coloniaje, opresión, explotación y desequilibrio ecosistémico.
Sumado a ello, la existencia de organismos multilaterales, dominados por Estados Unidos y Occidente, determinó para estos países integrantes del grupo la búsqueda de alternativas, el impulso del comercio entre terceros, el establecimiento de nuevos nichos comerciales y la complementariedad.
Sobre la posible incidencia de la mayor de las Antillas destacó su aporte en la preparación de los recursos humanos, la experiencia científica en diferentes campos—con expresiones recientes como los candidatos vacunales e inmunógenos contra el COVID-19—, la biofarmacología, biotecnología y el desarrollo de la informática, sobre todo, la creación de diferentes programas.
También, el progreso en la nanotecnología; la organización del sistema de salud pública con prioridad para la prevención de enfermedades y la formación de especialistas extranjeros en diferentes ramas en las universidades nacionales.
"La llegada a Cuba de tantos representantes de diferentes países significa respeto y demuestra con elementos concretos expresados por ellos mismo la frase simbólica, pero profunda, del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, de que La Habana representa la capital de la resistencia", agregó el experto.
¿Qué papel tiene China?
El G77+China surgió el 15 de junio de 1964, luego de la firma de la Declaración Conjunta de los Setenta y Siete Países en Desarrollo, difundida en la clausura de la primera sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, con sede en Ginebra, Suiza; posteriormente, incorporó a otros estados como China, para un total de 134 miembros.
En el caso de Pekín, aseveró a Sputnik el académico Eduardo Regalado Florido, estudioso del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI), ese país—considerado como un miembro oficial, pero con una participación y colaboración de forma externa— tiene una plena y profunda identificación con el bloque y mantiene una sistemática y consecuente estrategia de apoyo.
"Ello se debe, fundamentalmente, al profundo subdesarrollo que experimentó ese país, sus actuales características económicas y políticas y a los compromisos y propósitos de una modernización de tipo socialista. El gigante asiático le ofrece los medios y la ayuda necesaria para los reclamos colectivos del grupo y los respalda en los procesos de negociación internacional", argumentó.
Añadió que China es el líder en la cooperación Sur-Sur y, dentro de su política exterior, impulsa acciones muy coherentes con este grupo, valorado como el principal bloque negociador de los países en desarrollo dentro del sistema de las Naciones Unidas, entre ellas, la Iniciativa para el Desarrollo Global, la Franja y la Ruta y la interrelación cultural entre las naciones.
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