Meses después de la tan aclamada contraofensiva ucraniana, el Ejército de Kiev se enfrenta a nuevos retos en el frente: drones kamikaze Lancet y bombas de aviación, modificadas para hacerlas más precisas, asegura el medio estadounidense.
El artículo enfatizó su atención en un arma emblemática de Rusia: el Lancet que, según expertos, cambió las reglas de combate y el concepto que anteriormente existía respecto a las aeronaves no tripuladas. La eficacia del arma fue probada por numerosos y exitosos ataques captados en imágenes, y lo importante es que número de victorias del dron sigue aumentando cada día.
El Lancet no tardó en convertirse en una de las armas más resolutivas en los campos de batalla, alcanzando carísimos vehículos blindados suministrados a Kiev por Occidente. Fue precisamente el modelo 'pequeño' el que impactó los primeros tanques Leopard 2 durante la contraofensiva ucraniana.
El medio estadounidense cita a un comandante de 43 años de un vehículo de combate Bradley, proporcionado por EEUU, quien asegura que estos tanques están bien protegidos contra algunas minas y cohetes especializado, sin embargo, reconoce al medio que los Lancet suponen "una amenaza diferente".
"Si impacta en el compartimento del motor, lo mata. Quema el blindaje", reconoce.
El medio apunta que Rusia ahora tiene "una ventaja clave sobre las defensas aéreas ucranianas". La publicación también ha centrado su atención en otras armas rusas utilizadas en Ucrania, como las bombas FAB-500, destacando lo temidas que son para las fuerzas del país europeo.
Las antiguas bombas, que Rusia ha modificado con orientación GPS y alas, les permiten planear hacia objetivos, en vez de caer. El medio cita al experto militar Alexéi Melnik, del Centro Razumkov —un grupo de reflexión con sede en Kiev—, quien asevera que estas bombas aéreas son especialmente problemáticas para Ucrania.
"Su vieja y pesada construcción de hierro las hace difíciles de interceptar porque los misiles de defensa antiaérea están diseñados para atacar objetivos más delgados. Esa característica, y la gran cantidad de ellos, han supuesto un reto", reconoce la publicación de The Washtington Post.
"Los aviones vuelan a más de 30.000 pies de altura y lanzan las bombas a unas 30 millas de la línea del frente. A continuación, las bombas planean unas 12 millas más en territorio ucraniano", señala la publicación con base en declaraciones del analista Samuel Bendett, miembro del programa de estudios rusos del Centro de Análisis Navales de Arlington.
"Esa proximidad significa que las bombas están en el aire mucho menos tiempo que los misiles típicos, que las defensas aéreas están calibradas para detectar e interceptar. Las bombas no siempre son precisas, pero los aviones rusos están lanzando muchas de ellas", describe.
"En teoría, estas bombas se pueden contrarrestar, pero son extremadamente difíciles de derribar, casi imposibles", concluyó el portavoz de la Fuerza Aérea ucraniana, Yúri Ihnat.
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