Con el impulso del nuevo Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB, por sus siglas en inglés), China logró mantener el equilibrio financiero en el mundo, al mismo tiempo que logró reclutar a aliados de Estados Unidos como el Reino Unido, aunque Washington manifiesta su escepticismo al respecto.
Según publica 'The New York Times', a EE.UU. le preocupa que China utilice el banco para ajustar la agenda económica mundial según sus propios términos.
El gobierno de EE.UU. sufrió una "derrota diplomática humillante" el año pasado, cuando la mayoría de sus aliados más cercanos se inscribieron para formar parte del banco, incluyendo al Reino Unido, Alemania, Australia y Corea del Sur. En total, 57 países se han unido a la iniciativa dejando a Estados Unidos y Japón al margen del negocio.
"Los países están descubriendo que deben operar cada vez más en la órbita de China", señala el autor del artículo, quien al mismo tiempo subraya que la comunidad internacional se da cuenta de que el flamante banco traería ventajas financieras.
El nuevo banco "es un instrumento para que China preste legitimidad a sus incursiones internacionales y amplíe su esfera de influencia económica y política, incluso cambiando las reglas del juego", según afirmó Eswar Prasad, profesor de la Universidad de Cornell y exjefe de la división china del Fondo Monetario Internacional (FMI). El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura "da una patada a las instituciones existentes", aseguró.
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