Jerusalén 25 DIC 2016 - 20:24 CET
Benjamín Netanyahu ha puesto en marcha una ofensiva de represalias diplomáticas sin precedentes en respuesta al revés sufrido por Israel el viernes en el Consejo de Seguridad de la ONU. El primer ministro ha ordenado a sus ministros que durante las próximas cuatro semanas y hasta la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos se abstengan de viajar a 12 países que, como España, votaron a favor de la resolución de condena a los asentamientos judíos, así como de reunirse con representantes de sus respectivos Gobiernos, según confirmó un portavoz diplomático israelí. El resto de países señalados por Israel son Rusia, Francia, Reino Unido, China, Japón, Egipto, Uruguay, Angola, Ucrania, Senegal y Nueva Zelanda.
La resolución 2334, que declara ilegales las colonias en territorios palestinos ocupados por violar el derecho internacional, recibió todos los votos a favor —entre ellos el de España, que presidía la sesión— excepto el de Estados Unidos, que renunció a ejercer el derecho de veto y se abstuvo, despejando el camino para su aprobación. Después de haber congelado las relaciones con Nueva Zelanda y Senegal por haber promovido la votación y de retirar la financiación a cinco órganos “hostiles” de la ONU, el Ministerio de Exteriores israelí ha convocado en este día de Navidad a los embajadores de los Estados que respaldaron la resolución para expresarle una protesta formal.
En ausencia del enviado de España, Fenando Carderera, el encargado de negocios en Tel Aviv, Miguel Moro, titular de la segunda jefatura de la legación, fue convocado por la tarde en la sede del Ministerio en Jerusalén ante un alto cargo diplomático israelí, quien le expresó la a queja de Israel por el voto en Naciones Unidas, según informaron fuentes diplomáticas. El embajador de EE UU, Dan Saphiro, también fue convocador por el Gobierno, aunque fue recibido personalmente por el primer ministro.
"Aquellos que estén contra nosotros serán derrotados, porque pagarán un precio diplomático y económico por sus acciones contra Israel”, invocando el espíritu de Judas Macabeo, Netanyahu había lanzado esta advertencia en Nochebuena a través de la televisión al encender la primera vela del candelabro de la fiesta de Januká, que conmemora un alzamiento en armas de los judíos en el siglo II AC.
El primer ministro israelí declaró este día de Navidad, al inicio de la sesión semanal de Consejo de Ministros que la votación en la ONU había sido “sesgada y hostil”, y aseguró que no tenía ninguna duda de que la Administración del presidente Barack estaba detrás de la propuesta, con un texto que garantizaba que Washington no la vetaría. “Como le dije (al secretario de Estado) John Kerry, los amigos no someten a sus amigos ante el Consejo de Seguridad”, ha dicho el primer ministro en la reunión del Gabinete.
Además del de España, han sido convocados los embajadores de Rusia, China, Francia, Reino Unido, Japón, Ucrania, Egipto, Angola y Uruguay. Malasia y Venezuela, que también promovieron la resolución, no mantienen relaciones con Israel. La convocatoria en el día de Navidad resulta inusual. “¿Qué hubieran dicho si hubiésemos convocado alguno de nosotros al embajador de Israel el día de Yom Kipur (fiesta del arrepentimiento, en la que se paraliza la actividad del Estado judío)?”, dijo una diplomático occidental al diario Haaretz.
El ministro de Defensa, el ultraderechista Avigdor Liebermann, ha ordenado también la suspensión de los contactos políticos de las Fuerzas Armadas con la Autoridad Palestina tras la aprobación de la resolución de la ONU. La medida, que no afecta a la cooperación bilateral en materia de seguridad, tiene escasos efectos prácticos, ya que el Ejército no mantiene lazos políticos con los gobernantes palestinos y se limita a gestionar desde 1967 a través de su Oficina de Asuntos Civiles los trámites que afectan a población en el territorio ocupado de Cisjordania. El texto ratificado por el órgano de Naciones Unidas declara que las colonias carecen de “validez legal” por violar el derecho internacional y refleja el aislamiento exterior por la deriva del Ejecutivo del primer ministro Benjamín Netanyahu, considerado el más derechista en la historia del Estado judío. Aunque carece de carácter coercitivo, el acuerdo adoptado en Naciones Unidas puede acarrear consecuencias legales para Israel si los responsables palestinos la invocan ante la Corte Penal Internacional.
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