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jueves, 3 de diciembre de 2015

Profecías Acerca de Jesús en el Antiguo Testamento




Para la preparación y con anterioridad de la entrada de Jesús al mundo, Dios inspiró a través del Espíritu Santo a los escritores del Antiguo Testamento para profetizar acerca de la venida de Jesús, para que no tuviéramos ninguna duda acerca de quien era el Mesías.

Hay más de 300 profecías en el Antiguo Testamento acerca de Jesús, y la exactitud de ellas es realmente asombrosa, veamos algunas para demostrar que Jesús es el Mesías o Salvador del mundo.

La primera de todas se encuentra en Génesis 3:14-15: “Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.”

El cumplimiento de esta profecía lo vemos en Gálatas 4:4 donde dice:“Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley;" y también en 1 Juan 3:8 donde está escrito: “El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo."

Aquí vemos varias cosas, en primer lugar la enemistad que siempre ha existido entre Satanás y los hombres. Nos habla de la simiente de la mujer, es decir de Jesús, quien no nacería de forma natural, sino por medio de una virgen, y finalmente la victoria que tendría la simiente de la mujer sobre la simiente de la serpiente. La victoria de Jesús sobre Satanás a través de su muerte en la cruz (este te herirá en la cabeza y tu le herirás en el calcañar).

Otra profecía impactante se encuentra en Isaías 7:14, donde habla acerca del nacimiento virginal de Jesús: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”

Esta profecía tiene su cumplimiento en Mateo 1:18-25: “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.”


María se encontraba encinta y José, decidió separarse de ella porque pensó que le había sido infiel. Pero un ángel se le apareció y le dijo que había concebido del Espíritu Santo y que el niño que iba a nacer era el Mesías.

Mateo interpreta que este hecho fue el cumplimiento de la profecía de Isaías.

Otra promesa interesante en cuanto al nacimiento de Jesús es que Miqueas predijo el lugar de su nacimiento: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2).

El cumplimiento de esto se ve en Lucas 2:1-7: “Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.”

Es interesante ver que José y Maria vivían en Nazaret, que quedaba al norte de Israel, pero tuvo que haber un censo para que ellos viajasen a Belén, que era el lugar dispuesto por las Escrituras para que nazca el Mesías.

Otra cosa acerca de esta profecía es que la gente de Israel conocía el lugar donde iba a nacer el Mesías. En Mateo 2:1-6 dice: “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel.”

Esto nos lleva a otra profecía interesante que es la venida de los reyes del oriente para adorarle y traerle regalos.

En el Salmo 72:10 dice: “Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; los reyes de Sabá y de Seba ofrecerán dones;” y en Isaías 60:6 dice: “Multitud de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa; vendrán todos los de Sabá; traerán oro e incienso, y publicarán alabanzas de Jehová.”

El cumplimiento lo estamos viendo en este pasaje de Mateo, así que continuemos leyéndolo:

“Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore. Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra” (Mateo 2:7-11).

Los reinos de Sabá y Seba quedaban en Arabia, que se encuentra al oriente de Israel; además los regalos que le trajeron, además, 2 de los regalos que se nombran en Isaías 60:6, el oro y la mirra fueron parte de los regalos que trajeron estos reyes del oriente.

En este relato se ven dos profecías más que fueron cumplidas en Jesús.

La primera es la huida de Jesús y su familia a Egipto: “Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo” (Mateo 2:12-15).


Esta profecía se encuentra en Oseas 11:1


La otra profecía es la muerte de los niños de Belén por parte de Herodes: “Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos. Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: Voz fue oída en Ramá, grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron” (Mateo 2: 16-18).

Esta profecía se encuentra en Jeremías 31:15.

Una serie de profecías nos muestran el linaje de donde vendría el Mesías:

a. Jesús como simiente de Abraham (Génesis 22:18), su cumplimiento lo vemos en Mateo 1:1 y Gálatas 3:16.
b. Hijo de Isaac (Génesis 21:12) su cumplimiento lo vemos en Lucas 3:23-24.
c. Hijo de Jacob (Números 24:17), su cumplimiento lo vemos en Lucas 3:23-24.
d. Hijo de Judá (Génesis 49:10) su cumplimiento está en Lucas 3:23, 33.
e. Descendiente de Isaí (Isaías 11:1), su cumplimiento está en Lucas 3:23, 32.
f. Hijo de David (Jeremías 23:5), su cumplimiento está en Lucas 3:23, 31; además podemos ver varias veces en los evangelios que la gente llamaba a Jesús: hijo de David.

Aquí vemos una línea recta desde Abraham viendo de que familia y linaje provendría Jesús.

Otras profecías importantes son las que se refieren al tiempo de su venida. Hay dos principales en Génesis 49:10 y Daniel 9:24-27.

En Génesis 49:10 dice: "El cetro no será quitado de Judá, ni la vara de autoridad de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y le obedecerán los pueblos."

El cetro y la vara significaban la autoridad y el poder judicial que tenían los reyes para gobernar la nación. Siloh significa descanso o enviado y es un título del Mesías como “Príncipe de Paz.”

El cetro empezó a ser quitado cuando Herodes el Grande que no tenía sangre judía empezó a gobernar sobre Judea, después de los Macabeos que fueron los últimos gobernadores judíos.

Otro aspecto de la pérdida del cetro fue cuando el Sanedrín fue restringido en su capacidad para dictar las leyes y se le quitó el poder para dictar la pena de muerte unos 20 años antes del juicio de Jesús.

Además Judea empezó a pagar sus primeros impuestos a Roma en ese tiempo.

Todo esto ocurrió en la época en que Siloh, es decir. Jesucristo, el Mesías, vino al mundo.

La profecía de Daniel nos da el tiempo de la muerte del Mesías y además que no sería por si mismo:

"Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar con la transgresión, para acabar con el pecado, para expiar la iniquidad, para traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecía, y para ungir el lugar santísimo. Conoce, pues, y entiende que desde la salida de la palabra para restaurar y edificar Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; y volverá a ser edificada con plaza y muro, pero en tiempos angustiosos. Después de las sesenta y dos semanas, el Mesías será quitado y no tendrá nada; y el pueblo de un gobernante que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario. Con cataclismo será su fin, y hasta el fin de la guerra está decretada la desolación. Por una semana él confirmará un pacto con muchos, y en la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Sobre alas de abominaciones vendrá el desolador, hasta que el aniquilamiento que está decidido venga sobre el desolador."

La palabra "semana" significa "siete" en hebreo y se interpreta como períodos de 7 años de duración.

En Génesis 29:27-28 podemos ver cuanto duraba una semana: “Cumple la semana de ésta, y se te dará también la otra, por el servicio que hagas conmigo otros siete años. E hizo Jacob así, y cumplió la semana de aquélla; y él le dio a Raquel su hija por mujer.”

Aquí vemos que la semana que trabajo Jacob para pagar el dote por su esposa eran en realidad siete años.

Volviendo a Daniel vemos que las 69 semanas que iban a pasar hasta que muriera el Mesías en manos de otros hombres eran en realidad 483 años. Fecha que se cumplió estrictamente.

En Nehemías 2:1,7-8 podemos ver la época en que fue dado el edicto para reconstruir Jerusalén: “Sucedió en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, que estando ya el vino delante de él, tomé el vino y lo serví al rey. Y como yo no había estado antes triste en su presencia... Además dije al rey: Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores al otro lado del río, para que me franqueen el paso hasta que llegue a Judá; y carta para Asaf guarda del bosque del rey, para que me dé madera para enmaderar las puertas del palacio de la casa, y para el muro de la ciudad, y la casa en que yo estaré. Y me lo concedió el rey, según la benéfica mano de mi Dios sobre mí.”

Este edicto fue dado alrededor del año 445 AC, en ese tiempo es que empezó la restauración de Jerusalén. Desde es tiempo pasarían 483 años hasta la muerte de Jesús.

El calendario Judío dura 360 días, así que el tiempo en nuestro sistema de 365 días por año nos darían 476 años, lo que pondría la fecha de la muerte del Mesías por manos de otros entre los años 32 y 33 DC, es decir, el año histórico de la muerte de Jesús.

Como estas hay muchas profecías que trata de su vida, ministerio, muerte y resurrección, lo cual nos da plena convicción de que Jesús es el Hijo de Dios.

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