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martes, 16 de febrero de 2016

REVELAN QUE LOS MISTERIOSOS “HOBBITS” DE LA ISLA DE FLORES NO ERAN HUMANOS

En 2003, aparecieron en una cueva de Flores, una isla de Indonesia, los restos de unos pequeños homínidos que vivieron en ella hasta hace unos 18.000 años.



Los Homo floresiensis, como fueron denominados, apenas superaban el metro de altura y pesaban unos 25 kilos, por lo que muy pronto se conocieron popularmente como ‘hobbits’.

El hallazgo de los hombres de Flores, que, hasta su extinción, coincidieron en el tiempo con los Homo sapiens, ha suscitado una importante controversia entre los paleontólogos. Algunos sostienen que parecen estar emparentados con los Homo erectus, una especie muy robusta desaparecida hace unos 70.000 años.

En su opinión, los Homo floresiensis constituirían un caso de enanismo insular, un fenómeno que se ha observado en otras especies que viven en entornos pequeños y aislados: con el tiempo, las poblaciones de Homo erectus establecidas en Flores habrían visto reducido su tamaño, una adaptación necesaria para poder lidiar con los limitados recursos disponibles.



Otros científicos, por el contrario, creen que los ‘hobbits’ son, en realidad, humanos modernos aquejados de distintas afecciones. Estos indican que su pequeña talla y su reducida capacidad craneal –aproximadamente un tercio de la nuestra– sugieren que podrían haber padecido alguna forma de cretinismo –una deficiencia que afecta al desarrollo físico y mental– o de microcefalia.



Ahora, un equipo de investigadores del Museo de Historia Natural de Francia y de la Universidad de París Descartes ha presentado un nuevo estudio que parece rechazar esta última hipótesis. Sus conclusiones apuntan, por el contrario, que los Homo floresiensis integraban una especie distinta de la nuestra, según publica la revista The Journal of Human Evolution.

Para determinarlo, han llevado a cabo un análisis de las capas óseas del cráneo del espécimen Liang Bua 1, el mejor conservado de los nueve conocidos, y han realizado un mapa de las variaciones del grosor del hueso. Esto les ha permitido saber que en los ‘hobbits’ no hay rastro de afecciones genéticas graves.

Se puede concluir que no hay apoyo para un parentesco entre LB1 y el Homo sapiens, ya que su cráneo no tiene ninguna patología conocida en el Homo sapiens y no tiene los caracteres derivados que definen a nuestra especie. Sin embargo, los datos de grosor del hueso no permiten aclarar la definición de la especie Homo floresiensis.

Si la morfología del cráneo puede excluir que este fósil es un Homo sapiens, no se aprecian detalles en la forma de su cerebro para proponer hipótesis sobre las especies fósiles de las cuales este pequeño homínido ha heredado sus características.

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