“En el sistema global vuelven a aparecer dos rasgos específicos de la Guerra Fría: conflictos regionales, las así llamadas ‘guerras por delegación’, cuando las superpotencias competían entre sí de la mano de terceros países, y una confrontación ideológica irreconciliable”.
Damasco, 27 ago (SANA) El futuro de las relaciones internacionales se caracteriza por el creciente nivel de confrontación entre las grandes potencias, en particular, Rusia y EE.UU., subraya el decano de la Facultad de Relaciones Internacionales del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, Andréi Sushentsóv.
Refiriéndose a la escalada en Ucrania, Sushentsóv destaca que en el sistema global vuelven a aparecer dos rasgos específicos de la Guerra Fría: conflictos regionales, las así llamadas ‘guerras por delegación’, cuando las superpotencias competían entre sí de la mano de terceros países, y una confrontación ideológica irreconciliable.
En la realidad actual, el escenario internacional está dividido entre la narrativa de la unipolaridad, el ‘lado correcto de la historia’, y la narrativa de un nuevo orden mundial multipolar.
Sin embargo, entre la etapa del mundo bipolar y el período actual existen varias diferencias. Así, “la Guerra Fría dio lugar al fenómeno del conflicto institucionalizado, es decir, creó mecanismos de gestión de la confrontación, una especie de ‘reglas del juego’ a lo largo del tiempo”.
Como explica Sushentsóv, entre ambas superpotencias, además de las contradicciones, “existía una interdependencia particular: el interés de evitar el armagedón nuclear”. Las partes vieron los límites para evitar que una escalada militar se convirtiera en una guerra nuclear.
“La lógica del ‘penúltimo paso’ del comportamiento conflictivo suponía que había incentivos estratégicos para escalar la situación hasta el extremo, pero sin convertir una confrontación política en una militar”, destaca.
Además, la Guerra Fría se caracterizó por un statu quo global: un mundo bipolar dio lugar a una doctrina de no injerencia en los asuntos del bloque rival.
Esto es lo que contradice directamente las realidades actuales, explica el experto, cuando Rusia y EE.UU. se acusan mutuamente de la interferencia en asuntos internos y la aspiración a revisar el orden mundial. “Por lo tanto, el mundo todavía tiene que desarrollar reglas de comportamiento estratégico prudente”, sostiene.
Las crisis de la época de la Guerra Fría, como la crisis de los misiles de Cuba (1962), la de Berlín (1961) y la de 1983, relacionada con una maniobra militar de la OTAN que puso el mundo al borde “verdaderamente de la Tercera Guerra Mundial”, enseñaron a los gobiernos de las grandes potencias que “el mundo no puede cometer un suicidio colectivo”.
Sushentsóv señala que ahora, al igual que en la época de la bipolaridad, tanto Rusia como Occidente han recurrido a una estrategia de presión militar, política y económica contra su oponente, y destaca que actualmente, dadas las nuevas circunstancias, los riesgos de una escalada militar involuntaria son mucho mayores que hace 70 años.
Las reglas tácitas del comportamiento internacional responsable todavía no están elaboradas. Sin embargo, la salida existe: “llegar a las prácticas de competencia prudente”, donde se calculan los límites de la escalada del ‘penúltimo paso’. “La historia de la Guerra Fría será una guía primordial en esa búsqueda”, concluye Sushentsóv.
Fuente: RT
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