Dadas las afirmaciones que hizo Donald Trump durante la campaña electoral, en las que se expresó a favor de imponer un arancel del 45% a los productos procedentes de China, una guerra comercial entre dos países se hizo más probable después de que fuera elegido presidente, afirma 'The Economist'. A mediados de enero, el mandatario chino, Xi Jinping, intervino en un discurso en el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza) diciendo que "nadie ganaría en una guerra comercial". La revista británica, a su vez, ha investigado unos resultados posibles de ese 'armagedón económico'.
Consecuencias para EE.UU.
Al aumentar el precio de los artículos procedentes de China, el arancel al mismo tiempo resultaría en unos beneficios más bajos para los importadores estadounidenses. Particularmente, eso se refiere a los importadores de ropa y artículos electrónicos, señala 'The Economist'.
No obstante, según los resultados de una investigación económica, en el 2010 los ciudadanos de Estados Unidos dedicaron a productos chinos solo el 2,7% de sus gastos de consumo, mientras que la mayoría de estos (88,5%) correspondía a productos hechos en EE.UU. Por eso el efecto de la medida de Trump para los consumidores de Estados Unidos no sería tan grande como se podría pensar, aunque el porcentaje de las mercancías chinas en el consumo de los estadounidenses más pobres es mayor, por lo que estos últimos saldrían más perjudicados, afirma 'The Economist'.
Al mismo tiempo, las empresas chinas (en particular, las incluidas en el índice de Morgan Stanley Capital International, o MSCI) tampoco dependen mucho de los consumidores estadounidenses. Según los datos que cita la revista, para un 98% de las empresas chinas los ingresos vinculados con Estados Unidos equivalen a menos del 10% de sus ingresos totales, mientras que más del 90% de los ingresos de esas empresas está relacionado con sus actividades en otros países.
Efecto "doloroso pero no catastrófico"
Según los analistas del banco de inversiones Morgan Stanley, la imposición de la tasa del 45% reduciría las exportaciones chinas a Estados Unidos en un 13%. También bajaría el crecimiento del PIB de la República Popular en 1,4 puntos (en el 2016 creció en 6,6%).
Sin embargo, a pesar de una caída moderada, el efecto de la medida para Pekín sería "doloroso pero no catastrófico", ya que el gigante asiático ha empezado a reducir la dependencia que tiene su crecimiento económico de sus exportaciones, asegura 'The Economist'.
¿Y el resto del mundo?
Una guerra comercial dañaría a los países involucrados en el suministro de las empresas exportadoras chinas. Entre esos países figura Corea del Sur, por ejemplo.
Al contrario, las naciones capaces de sustituir las exportaciones del gigante asiático a EE.UU. podrían beneficiarse de la medida anunciada por Trump. Eso, en particular, se refiere a Vietnam y México. No obstante, es posible que pronto el propio México afronte una guerra comercial contra Washington, concluye 'The Economist'.
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