Hasta hace poco, la Iglesia de Satanás que fue fundada por Anton LaVey en 1966, fue la organización satánica más prominente del mundo, pero ahora está siendo rápidamente superada por un grupo relativamente nuevo conocido como el Templo Satánico, que ya dispone de 24 centros en EEUU.
Tiene su sede en Salem, Massachusetts y fue fundada en 2013 para combatir la influencia del cristianismo evangélico en la política.
Ha crecido de manera explosiva en los últimos años, y en este momento sus líderes afirman que la organización dispone de alrededor de 100.000 miembros.
El sábado 14 de enero, el capítulo del Templo Satánico de Los Ángeles celebró el que describió como su mayor evento de todos los tiempos: una celebración satánica masiva, con un ritual de destrucción, seguido de una invocación demoníaca y de un ritual de sangrado en vivo, todo ello acompañado de múscia en vivo, así como una conferencia sobre gatos demoníacos por parte de un experto en ocultismo.
El evento, que se alargó durante 6 horas y cuya entrada valía 66,6 dólares, se llevó a cabo en asociación con un local llamado Das Bunker, contó también con una campaña de recaudación de fondos para una serie de causas, incluyendo una campaña de defensa del derecho al aborto, denuncias por violación de la Primera Enmienda dedicada a la libertad religiosa, pues los satánicos se consideran una religión y consideran que en EEUU se privilegia el cristianismo or encima de otras creencias.
Las 7 leyes centrales que definen la creencia del Templo Satánico, abogan por la imposición de la razón y la ciencia, la libertad individual y la justícia social, en sus propias palabras.
El Templo Satánico se formó en los últimos años para combatir lo que creen una intrusión de los valores cristianos en la política estadounidense y sus principios afirman que, “no promovemos la creencia en un Satanás personal.
Abrazar el nombre de Satanás es abrazar la investigación racional alejada de las creencias sobrenaturales y de las supersticiones arcaicas basadas en la tradición”.
El constante crecimiento del movimiento satanista está causando un creciente temor entre grupos religiosos, especialmente entre algunos grupos evangélicos norteamericanos, que lo interpretan como una clara señal de la llegada del fin de los tiempos.
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