El Capitolio de Estados Unidos ha sido cerrado debido a los preparativos para la ceremonia de asunción del 45 presidente de ese país, el republicano Donald Trump, el viernes próximoFoto Xinhua
Esta vez no fue con sus letales tuits, con los que tiene amedrentado al desfalleciente “México neoliberal itamita”, sino mediante sonoras entrevistas a dos medios conservadores muy bien seleccionados – The Times británico y el alemán Bild– que Trump sacudió el alicaído andamiaje europeo, a unos días de su juramento como presidente número 45 de Estados Unidos (EU), en franca decadencia doméstica y global.
Luego de que Marine Le Pen, puntera en la elección francesa, acudió a la Torre Trump en Nueva York, el casi presidente 45 de EU pronunció la oración fúnebre de la OTAN –a la que denostó de obsoleta–, conminó a otros países europeos a seguir el ejemplo del Brexit y criticó a la atribulada canciller alemana Angela Merkel por su catastrófico error de haber recibido a un millón de inmigrantes, mientras anhela establecer buenos arreglos con Rusia con el fin de “reducir el depósito de armas nucleares (https://goo.gl/Zj2lxO)”.
En contrapunto a su actitud hostil contra el “México neoliberal itamita”, Trump desea un tratado comercial expedito con Gran Bretaña (GB), lo cual expone la alianza sempiterna de EU y GB contra el ascenso alemán desde la Primera Guerra Mundial, que se prolongó 30 años después en la Segunda Guerra Mundial, y ahora prosigue contra la supremacía geoeconómica teutona.
Muy ingenua, Merkel nunca entendió la duplicidad de Obama, quien por un lado la engatusaba y por otro enviaba a su generador de caos regional y global, el israelí-húngaro-británico-estadunidense George Soros, a desestabilizar el euro y a minar por dentro las estructuras civilizatorias europeas mediante el flagelo migratorio, cuyos efectos deletéreos detectó mejor que nadie el premier de Hungría, Viktor Corban.
En Europa no ocultan su temor por la dislocación trasatlántica (https://goo.gl/PgI68B).
Trump no disimula que favorece la balcanización europea estilo Brexit. Ya en una ocasión preguntó a Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, cuál sería el próximo país en abandonar la Unión Europea (UE).
Trump alega que EU pierde 800 mil millones de dólares al año en su comercio con la UE, un vehículo de Alemania, a la que exige reciprocidad y con la que amaga una guerra comercial.
Sin la obsoleta OTAN, Europa queda desamparada, sin cobertura nuclear y a merced del oso ruso.
GB, dotada de arsenales nucleares, ya no pertenece más a la EU desde el Brexit y sólo queda Francia con su disuasiva forcede frappe atómica.
Recuerdo que en una ocasión Newton Gingrich, a quien la revista Der Spiegel califica de confidente de Trump en su reciente entrevista, durante el proceso electoral consideró que una de las tres capitales de los países bálticos era un suburbio de San Petersburgo.
En su entrevista (https://goo.gl/1W8uS1), Gingrich fustiga a los apparatchiks de Bruselas que se volcaron insensatamente por Hillary.
Merkel se equivocó al apostar por Obama y luego, en forma impúdica, por la derrotada Hillary.
Más allá de las dos derrotas de Merkel en Siria y Ucrania, su peor error fue haber apostado por la agónica globalización financierista, en su desprecio a los nacionalismos –como el de Grecia, a la que humilló–, y en su postura soberbia durante el G-20 en la cumbre de 2014 en Brisbane (Australia), cuando fulminó contra el anacronismo del zar Vlady Putin y sus caducas esferas de influencia del siglo XIX.
El problema con la malhadada canciller Merkel radica en su rusofobia que heredó, comprensiblemente, cuando Alemania del Este estaba ocupada por la URSS, lo cual trasmutó en su insensato sometimiento a EU, en especial con Obama, que jugó doble con ella.
Merkel nunca se dio por enterada de la legendaria perfidia británica, que la empina por tercera vez en 103 años. ¿No hay geoestrategas en la admirable Alemania?
Breitbart, portavoz de Trump, lo enuncia sin tapujos: Trump muestra su musculatura contra los pilares del orden de la posguerra, lo cual causó perplejidad, conmoción y rabia en Alemania, la UE y la OTAN (https://goo.gl/qpuaX4).
Sin gastos militares creíbles, la UE prosperó –llegó a ser la primera superpotencia geoeconómica global con la otrora divisa omnipotente, el euro, que hoy se ha derrumbado y cotiza a la par del dólar– gracias al paraguas nuclear de EU frente a la URSS y luego frente a su balcanizada sucesora Rusia.
Hoy Trump exige la retribución europea cuando EU se agobió con su despilfarro militar.
¿Qué tan tarde es para que la UE opere una defensa común que nunca le permitió EU?
El canciller galo, Jean-Marc Ayrault, apela al antídoto de la unión frente al Brexit y el trumpismo coligados, mientras Merkel considera que ahora “el destino europeo se encontraba en sus manos (https://goo.gl/PFHNSW)”.
Sahra Wagenknecht, líder de la oposición alemana del importante partido de izquierda Die Linke, se pronunció por la disolución de la OTAN y la creación de un sistema colectivo de seguridad que incluya a Rusia, en entrevista al medio alemán Deutschlandfunk: La OTAN se encuentra en una posible vía muerta, y remató que las declaraciones de Trump divulgaron despiadadamente los errores y omisiones del gobierno federal de Alemania (https://goo.gl/xP94qJ).
A menos que exista un futuro reparto del féretro de Europa entre EU y Rusia en aras del G-2, por lo pronto, un sistema colectivo de seguridad de ambos implícitamente los hermana militarmente en el teatro europeo extensivo hasta Medio Oriente.
The New York Times (NYT), que se volcó por Hillary, abulta lo que considera los aspectos negativos de Trump y dramatiza la incertidumbre mundial de los otrora aliados de EU (https://goo.gl/4cRvYO). Resalta más la negatividad del NYT, que se ha vuelto un vulgar vehículo de propaganda negra que niega el cambio del paradigma global cuando el acercamiento de Trump y Putin tanto en materia petrolera (vía Tillerson, de Exxon Mobil) como nuclear: desarme a cambio de levantar sanciones.
El probable acuerdo entre EU y Rusia define la piedra de toque de la nueva arquitectura global, sustentada por las armas nucleares, a la que se deberán adaptar los principales jugadores geopolíticos del planeta.
El asunto de China es diferente y merece tratamiento especial, cuando Rusia se volvió el centro del juego geoestratégico tripolar. Rusia se posiciona en relativa equidistancia de EU y China. Hoy Rusia opera todavía más cerca de China, mientras se acerca a EU, en la fase de Trump, ya sin la hostilidad de los Bush/Clinton y Obama.
A la inversa de Nixon/Kissinger en la década de los 70 –quienes cautivaron a China contra la ex URSS–, 46 años después Trump intenta seducir a Putin con todo incentivo para alejarlo de China.
El escollo de Trump contra China es que Xi estableció una estratégica alianza, como la publicitan, con Putin, en la fase de resurrección de Rusia, y que se ignora si abarca el trascendental nivel militar nuclear.
A mi juicio, that is the name of the new game: a lo que el mundo, en especial, los principales jugadores, se tendrá que ajustar y realinear ante la vertiginosa dinámica del nuevo orden geoestratégico tripolar y su tectónico cambio de paradigma.
http://www.alfredojalife.com
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