El profesor destaca en su blog que, después de obtener las coordenadas que habría seguido el IM1 con la ayuda de organizaciones como la NASA, inició una expedición para encontrar los restos de dicho objeto. Su objetivo principal es descubrir elementos que no hayan sido creados en nuestro planeta y que puedan proporcionar pistas sobre la existencia de vida más allá de la Tierra.
En su entrada del "Diario de un viaje interestelar", Loeb revela que el lunes 19 de junio lograron encontrar un metal corroído proveniente del lugar donde se estima que el IM1 se estrelló en el Pacífico. Aunque inicialmente pensaron que se trataba de un elemento común, más tarde se dieron cuenta de que estaba reforzado para resistir impactos fuertes
“Pero cuando Ryan Weed pasó la muestra de fragmentos por el analizador de fluorescencia de rayos X (XRF), la aleación más probable que marcó fue el acero S5 con titanio, que también se conoce como acero resistente a los golpes. (…) El límite elástico del acero S5, 1,7 GPa, está muy por encima del de los meteoritos de hierro”, afirmó Loeb.
Posteriormente, el científico reveló que este tipo de materiales representaban un rayo de esperanza en su investigación, ya que al no ser un elemento común, brindaba la oportunidad de realizar investigaciones adicionales a partir de ellos. Loeb enfatizó que el material encontrado es considerablemente más resistente que los otros 272 meteoritos registrados por el CNEOS de la NASA, lo cual está en línea con su investigación. Avi Loeb agregó que, una característica importante de los fragmentos recuperados es que su forma es “casi plana, como si fueran capas superficiales desprendidas de un objeto tecnológico que experimentó una tensión material extrema”, aspecto que no se aprecia en otros restos de meteoros, los cuales tienden a quedar redondos luego de su descomposición.
“Los meteoritos de hierro se rompen en pequeños pedazos que son derretidos por la bola de fuego en esférulas que llueven y se recuperan en campos esparcidos como fragmentos casi esféricos, es posible que la bola de fuego de IM1 sea el resultado de la ruptura de las capas superficiales y que el núcleo del objeto haya sobrevivido a la entrada a través de la atmósfera, como se esperaba para las naves espaciales”.
Dicho metal supuestamente se encontraría en una zona amplia al fondo del océano, según explicó Avi Loeb, lo que significa que el impacto no habría quedado en un solo sitio, sino que pudo esparcirse en el lugar al estrellarse. Loeb afirmó que se está avanzando en la investigación y análisis de los residuos encontrados, agregó que tras clasificarlos comenzaron a escanearlos con rayos gamma. El científico concluyó que, por el momento, no se podía afirmar que fueran restos de una nave extraterrestre, pero que tampoco se desestimaba el hallazgo.
“El origen tecnológico sería consistente con la forma plana de los fragmentos recuperados en las ejecuciones 6 y 7 del 18 al 19 de junio de 2023. La velocidad de IM1 fuera del sistema solar fue más alta que cualquier nave espacial hecha por humanos hasta el momento. En los próximos días sabremos más. Es posible que concluyamos que los fragmentos son todos hechos por humanos en función de los resultados del espectrómetro de rayos gamma y el análisis posterior de los datos XRF” afirma Avi Loeb.
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