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sábado, 3 de junio de 2023

China empieza a perforar el pozo más profundo del mundo en busca de energía infinita

En 2021, el presidente Xi Jinping dio la extraña orden de acelerar la exploración profunda de la corteza terrestre en busca de energía y materiales. Ahora, la excavación del pozo más profundo del mundo ha comenzado


China acaba de arrancar un ambicioso proyecto para perforar un agujero de 11,100 metros de profundidad en la corteza terrestre. Situado en la región petrolera de Xinjiang, el proyecto sigue las directrices de Xi Jinping de explorar nuevas fronteras bajo la superficie del planeta para intentar conseguir nuevos materiales y recursos energéticos ilimitados.

El proyecto de perforación será el agujero más profundo jamás perforado por China, sólo segundo detrás del ya clausurado pozo de Kola, en Rusia. Penetrará más de 10 estratos continentales, llegando hasta la capa del sistema cretácico con una antigüedad de unos 145 millones de años.

Un proyecto de una dificultad extrema

Según informa la agencia oficial china Xinhua News Agency, Jinping cree que la exploración profunda puede identificar recursos minerales y energéticos y ayudar a evaluar los riesgos de desastres ambientales, como terremotos y erupciones volcánicas.

No hay muchos detalles técnicos sobre el proyecto y los procesos que van a emplear ni cuánto tiempo les llevará. Sabemos que la perforación comenzó este pasado martes, 30 de mayo. Al menos parte del equipo que emplearán será mecánico, incluyendo brocas y tubos de perforación que pesan más de 2.000 toneladas en total.

La complejidad del proyecto es extrema, dice el científico Sun Jinsheng de la Academia China de Ingeniería, que lo compara con intentar conducir un gran camión sobre dos delgados cables de acero. Jinsheng se podría quedar corto como demostró la experiencia con el Pozo Superprofundo de Kola en Rusia, el agujero artificial más profundo de la Tierra, que alcanzó una profundidad de 12,262 metros en 1989 después de 20 años de perforación.

Como descubrieron los rusos, la perforación mecánica tiene sus limitaciones, ya que los medios mecánicos fallan irremediablemente al llegar alrededor de los 10 kilómetros de profundidad.
Energía ilimitada

Sin embargo, existe otro método que en teoría elimina esos problemas: Quaise, una empresa fundada por ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), está desarrollando una revolucionario cañón de plasma perforador para construir centrales geotérmicas en cualquier punto del globo para proporcionar electricidad ilimitada y barata a escala planetaria.

La tecnología de Quaise, un taladro de plasma ya en funcionamiento que realizará su primera prueba fuera del laboratorio el año que viene podría alcanzar profundidades de hasta 20 kilómetros, suficiente para aprovechar el calor del núcleo terrestre en cualquier sitio.

La tecnología surgió de las investigaciones de Paul Woskov en el MIT. Básicamente, acelera haces de electrones a velocidades relativistas, amplificando de forma radical la energía de las microondas para vaporizar cualquier roca imaginable. Las ondas submilimétricas que vaporizan la roca son creadas por un girotrón, un dispositivo que genera microondas de alta energía. Este proceso de perforación es muy diferente al de la perforación mecánica, ya que no requiere el uso de taladros físicos y puede alcanzar profundidades mucho mayores.

Quaise planea utilizar agua supercrítica, un estado del agua que no es sólido ni líquido ni gas, que se produce al comprimir el H₂O a más de 217 atmósferas y 373 grados centígrados. Este agua supercrítica ayudará a mantener el pozo abierto y a vitrificar la perforación como subproducto del proceso de perforación.

Una nueva era energética

La tecnología de Quaise, si tiene éxito, podría tener un impacto colosal en nuestra búsqueda de fuentes de energía sostenibles. Al proporcionar acceso a la energía geotérmica en cualquier parte del mundo, eliminaría nuestra dependencia de las fuentes de energía renovable intermitentes y podría retirar todas las plantas solares, hidroeléctricas, nucleares y eólicas, recuperando estos espacios para la naturaleza. Dejaríamos también de depender de las fósiles —eliminando las centrales térmicas, que podrían reconvertirse directamente en centrales geotérmicas— y la energía nuclear. Y no necesitaríamos la energía de fusión: El calor generado por el núcleo terrestre puede alimentar a la civilización durante 20 millones de años utilizando solo un 0.1% del calor generado.

Sin embargo, este ambicioso proyecto no está exento de desafíos. Las dificultades técnicas de perforar a tales profundidades son inmensas y todavía está por ver que lo que se consigue en el laboratorio pueda trasladarse sobre el terreno. Si lo consiguen, abriría una nueva era de energía barata y 100% verde en la historia de la humanidad.

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