La puja a nivel internacional librada entre Washington y Pekín tiene en el 5G un capítulo fundamental. Con un potencial que promete un salto cualitativo en la eficiencia en el sector productivo, la instalación de la quinta generación de tecnologías de telefonía móvil en la Argentina es el marco en el que se refleja nítidamente la contienda a cielo abierto.
Del teléfono a la industria
"El 5G es la evolución de las redes de 4G, pero a diferencia de estas —focalizadas en conectar personas—, ahora se concreta la capacidad de conectar cosas, y acá aparecen todas las aplicaciones para los sectores productivos y de desarrollo", explica a Sputnik la periodista Andrea Catalano, especializada en tecnología.
Si los modelos anteriores apuntaban a optimizar la conectividad entre los usuarios, el norte de la nueva tendencia ya no radica en los dispositivos móviles. "El 5G es distinto a las generaciones previas de telefonía. Es una tecnología pensada para la conectividad con objetos y máquinas, ya no de celular a celular", aclara a Sputnik el consultor Enrique Carrier, especializado en telecomunicaciones.
"El cambio en los celulares es prácticamente nulo: no agrega posibilidades como las generaciones anteriores. La gente no necesita más velocidad para comunicarse: el 4G, que está concentrado en el tráfico de datos, alcanza y sobra", señala el experto.
Si la telefonía no constituye el eje de la innovación es porque la transformación estará centrada en aspectos más estructurales. Según Andrea Catalano, "el impacto central va a darse en la eficiencia del sistema productivo. Toda la información puede traficarse en tiempo real, y casi todo proceso puede ser automatizado. Complementado por la inteligencia artificial, el potencial efecto es enorme".
Desde la minería hasta la agricultura —con la instalación de sensores para obtener información de la siembra en tiempo real—, el abanico de posibilidades que brinda el 5G supone una oportunidad para países con potencial en materia de explotación de sus recursos: "Son actividades que podrían administrarse de manera remota, permitiendo que aquellas donde el personal puede correr algún riesgo los procesos se realicen de manera automatizada", sostiene Catalano.
"La cantidad de usos es infinita: puede cambiar la planificación urbana conectando los cestos de basura de la ciudad y en función del nivel de carga el camión recolector recibe una notificación para definir si pasa por esa zona o no, para optimizar su recorrido", ejemplifica Carrier.
En economías en desarrollo, como la argentina, la principal dificultad para la instalación masiva del 5G consiste en el costo de la infraestructura requerida para su funcionamiento. "Nuestro país no está del todo preparado. Si bien ya puede aplicarse, haría falta el desarrollo de áreas como la fibra óptica. Es necesaria una gran inversión, mucho más cuantiosa que la del 4G", advierte Carrier.
La guerra de la red
Si el impacto de la tecnología se focaliza en el conjunto del sistema productivo, la elección del proveedor de la red no es inocente, y en este punto entra en juego la carrera entre Washington y Pekín.
"Esto tiene una relevancia estratégica porque si alguien pudiera interferir en el funcionamiento del 5G impactaría el funcionamiento de la infraestructura. Por eso Estados Unidos considera clave evitar que esta sea provista por un adversario como China", explica Carrier.
La amenaza advertida por el investigador da cuenta del grado de recelo con el que cada potencia mira a su contrincante. "El 5G es un tema central de la confrontación: la Casa Blanca tiene mucha desconfianza hacia la inteligencia china en materia de potencial espionaje a través de la instalación de redes", indica el analista internacional Jorge Elías a Sputnik.
"La disputa por el 5G pinta el panorama de la contienda por la supremacía mundial entre Estados Unidos y China", remarca Elías.
En términos estrictamente formales, no son los Gobiernos quienes ofrecen la provisión de las redes de telecomunicaciones, sino las empresas de cada país. En una competencia desprovista de prejuicios, las firmas chinas ostentan condiciones inobjetablemente superiores a las norteamericanas.
"Estados Unidos no tiene empresas que provean equipamiento 5G. Las principales proveedoras de este equipamiento son Huawei, que es china; Nokia, que es finlandesa, y Ericsson, que es sueca. Ninguna norteamericana les compite", apunta Catalano.
"Washington está pagando el precio de que sus empresas de tecnología en telecomunicaciones fueran desapareciendo: buscan presionar a distintos países ante el crecimiento de China, pero sin ofrecer una alternativa superadora. Estados Unidos no tiene nada a la altura de Huawei, por ejemplo", sentencia Carrier.
Con dios y con el diablo
Si en el 5G el gigante asiático saca un cuerpo de ventaja, el fuerte del gran hermano del norte, en cambio, remite a compañías digitales como Google, Amazon, Meta* y Apple. Precisamente en este campo Washington se anotó un punto: la llegada del wifi 6, que fue anunciada por el Gobierno argentino —que habilita el espectro en el rango de 5925 a 7125 MHz para el uso libre—, quedó en manos de firmas mayoritariamente de origen estadounidense.
La maniobra para contentar a una y otra potencia —cuyas inversiones revisten un rol fundamental para el desarrollo tecnológico del país— es vista como un reflejo de lo que ocurre a nivel global. De acuerdo con Elías, "así como Europa se hamaca a dos aguas en materia de 5G, Argentina y Brasil hacen lo mismo para no inclinarse definitivamente por ninguno de los dos países".
"Argentina juega a dos puntas: mientras negocia la ampliación del swap con China, espera nuevos desembolsos del Fondo Monetario Internacional, donde el mayor peso lo tiene Washington", concluye el analista.
*La actividad de Meta —propietaria de Facebook, Instagram y WhatsApp— está proscrita en Rusia por extremista.
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