Rusia invirtió mucho en láseres militares, desde el Zadira, diseñado para incinerar drones enemigos a distancias de hasta cinco kilómetros, hasta el Peresvet, una plataforma láser estratégica creada para inutilizar naves espaciales enemigas hasta una altitud de 1.500 kilómetros, así como drones enemigos a larga distancia.
Completa el trío el Sokol-Eshelon, un sistema de armas láser antisatélite de la época soviética y compuesto de un láser aerotransportado acoplado a un avión de transporte Il-76 modificado, conocido como laboratorio aeronáutico o "plataforma volante" Beriev A-60.
Este sistema puede inutilizar naves espaciales a altitudes de hasta 1.500 kilómetros mediante un potente láser fijado en la parte superior trasera del avión.
Los láseres tienen una serie de ventajas sobre los misiles convencionales, sobre todo en lo que se refiere al coste de un proyectil de impulso en comparación con un proyectil tradicional.
Pero también se da a conocer una serie de desventajas, como la necesidad de encontrar la manera de acceder a grandes cantidades de electricidad. Los factores medioambientales, como la nubosidad, también pueden reducir drásticamente la eficacia de los láseres.
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