"Hace poco, (...) por primera vez en el mundo, el Vitiaz realizó la detección, el seguimiento y la destrucción automatizados de objetivos aéreos ucranianos en condiciones de combate", declaró a Sputnik el ministro de Industria y Comercio, Denis Manturov, en una amplia entrevista.
Las declaraciones del ministro fueron confirmadas por un informe de Sputnik en mayo, en el que una fuente informada afirmó que varios aviones de combate y drones ucranianos habían sido derribados por el Vitiaz, y que la "detección, seguimiento y destrucción" se llevaron a cabo en modo totalmente automático.
Presentado por primera vez en 2013 e introducido en servicio por el Ejército ruso a finales de 2019, el S-350 Vitiaz es una actualización híbrida del S-300 que cuenta con una mayor cantidad de proyectiles, contramedidas electrónicas mejoradas, el sistema de radar actualizado y un nuevo ordenador de puntería que le permite encontrar rápidamente objetivos, examinar el espacio de batalla e integrarse con otros sistemas para aumentar la densidad de la potencia de fuego antiaéreo.
El S-350 Vitiaz tiene un alcance máximo de hasta 120 km, dependiendo del misil, y puede atacar simultáneamente hasta 16 objetivos aerodinámicos o 12 balísticos a altitudes de hasta 30 km.
Es difícil obtener información detallada sobre el equipamiento informático utilizado por el S-350, dado el secretismo que rodea a la mayoría de las aplicaciones informáticas militares rusas. Lo que sí se sabe es que el ordenador es capaz de determinar de forma independiente qué tipo de misil sería el más eficaz contra un objetivo concreto.
Además, una vez determinados los parámetros de los objetivos enemigos, el ordenador puede esbozar de forma independiente la secuencia para su destrucción y calcular desde qué fuerzas e instalaciones subordinadas (si procede) lanzar los misiles para lograr la mayor eficacia.
La última palabra la tienen los operadores humanos del sistema, que pueden aprobar la línea de acción elegida por el ordenador o imponer una alternativa. En cualquier caso, los cálculos asistidos por inteligencia artificial en las defensas aéreas sirven a un propósito crucial: reducir el tiempo de reacción y, por tanto, aumentar la preparación y la eficacia en combate.
¿Qué es la inteligencia artificial?
En primer lugar, cabe dar un conjunto de definiciones de lo que constituye un "arma con inteligencia artificial".
A menudo, cuando nos imaginamos la inteligencia artificial, pensamos en un hardware y un software potentes, increíblemente caros y complejos, como Skynet en la serie de películas Terminator o Deus Ex Machina de Matrix.
La realidad es que aún no se ha creado una inteligencia artificial general, es decir, un tipo de inteligencia artificial que posea capacidades cognitivas similares a las humanas, incluida la capacidad de aprender, razonar, resolver problemas y comunicarse mediante el lenguaje natural.
En cambio, lo que vemos hoy en día en los debates en torno a la inteligencia artificial es en realidad la inteligencia artificial estrecha, o ANI (por sus siglas en inglés), una versión de la inteligencia artificial orientada a objetivos y diseñada para permitir que un ordenador se vuelva extremadamente bueno en una tarea en particular, como jugar al ajedrez, escribir ensayos o, según el caso, derribar objetivos aéreos enemigos.
En otras palabras, se puede afirmar que armas como el S-350 Vitiaz no tomarán conciencia de sí mismas ni se propondrán construir una sociedad utópica de máquinas libres de humanos.
La inteligencia artificial de la vieja escuela
Las empresas de defensa rusas llevan décadas trabajando para integrar la inteligencia artificial en sus productos, con una automatización básica especialmente importante en diversas armas de alta precisión.
Por ejemplo, las series de misiles de crucero antibuque P-700 Granit y P-800 Óniks cuentan con ordenadores técnicamente sencillos, pero matemáticamente sofisticados, que pueden seleccionar, priorizar y diferenciar objetivos automáticamente utilizando la información recopilada durante el vuelo.
También pueden trabajar en grupo, evadir las medidas de guerra electrónica y las defensas aéreas enemigas, seleccionar un líder de grupo e incluso desviar deliberadamente el fuego defensivo sobre sí mismos mientras sus compañeros avanzan hacia el objetivo principal.
Y todo ello con la tecnología de microchips de los años 1960-1980 (en el caso del Granit). El Óniks, el producto más reciente, funciona según principios similares, pero con algoritmos más complejos, posibles gracias a los avances en el hardware informático.
El transbordador espacial Burán es otro ejemplo de ANI bien codificado y desarrollado con recursos informáticos muy limitados.
En 1988, el transbordador despegó hacia el espacio, y tras realizar su vuelo descendió de nuevo a la Tierra para aterrizar en el cosmódromo de Baikonur sin ninguna interferencia humana, con su ordenador principal de a bordo de 16 bits, ajustándose de forma independiente a las condiciones del viento y alterando su curso, lo que permitió un aterrizaje impecable.
El logro del Burán no se repetiría hasta 2010, cuando el vehículo espacial Boeing X-37 realizó un aterrizaje autónomo en la base aérea de Vandenberg, en California, utilizando un ordenador de a bordo mucho más avanzado.
También se sabe que el sistema de defensa antimisiles en torno a Moscú utiliza elementos de automatización de la ANI, como es el caso de su radar Don-2N, que detecta automáticamente los objetivos y ofrece un curso de acción a los operadores.
En caso de una decisión de interceptación, se lanzan los misiles A-135 Amur, dotados de un sistema de detección y seguimiento de objetivos totalmente automatizado, que incluye la capacidad de distinguir entre objetivos enemigos reales y señuelos. Se espera que el sucesor del sistema, el A-235 Nudol, que en la actualidad se encuentra en fase de pruebas, sea aún más avanzado.
También se ha hablado mucho de la llamada mano muerta —el sistema automático de control nuclear conocido en Rusia como el sistema Perimetr— que tiene la capacidad de activar la fuerza nuclear disuasoria de Rusia de forma independiente si los dirigentes del país mueren en un ataque sorpresa enemigo.
El sistema, que entró en servicio por primera vez a mediados de la década de 1980, utiliza una red de sistemas de control fijos y móviles que evalúan la actividad sísmica, los niveles de radiación, la presión y la temperatura del aire, controlan las frecuencias de radio militares y vigilan de cerca los datos de alerta temprana de misiles.
Una vez analizada esta información, si se sospecha de un posible ataque nuclear enemigo, el sistema intenta comunicarse con el Estado Mayor. Si no recibe respuesta, el sistema automatizado puede tomar la decisión de emprender medidas de represalia.
El Perimetr fue desactivado a mediados de la década de 1990, en medio de la mejora de las relaciones entre Occidente y Rusia, pero se reactivó a finales de 2011 en medio de la expansión de la OTAN hacia el este, la investigación del Pentágono sobre la iniciativa Prompt Global Strike y los planes para situar defensas antimisiles y misiles de crucero estadounidenses cerca de las fronteras rusas.
Una inteligencia artificial moderna para una guerra moderna
Mientras que la aplicación de la inteligencia artificial simple en los misiles de precisión y las defensas aéreas rusas tiene una larga y exitosa historia, su uso en sistemas aéreos y terrestres, que requieren cosas como el procesamiento de imágenes, se desarrolló más lentamente, en parte debido a la potencia de cálculo implicada.
El pasado mes de agosto de 2022, el Ministerio de Defensa ruso mostró que tiene un entendimiento de la importancia de la IA en la guerra moderna al fundar un departamento independiente para apoyar la creación de nuevos sistemas de armamento que utilicen inteligencia artificial.
Hace dos años, el Ejército ruso convocó un concurso cerrado de 5,3 millones de dólares para la investigación de la aplicación de la inteligencia artificial en sistemas militares. Con el nombre en clave de Kashtán, el proyecto de investigación se desarrolló durante un periodo de tres años, entre 2020 y 2022.
No se ha facilitado más información sobre ninguna de estas iniciativas, pero el flujo constante de equipos militares asistidos por inteligencia artificial de cuyo desarrollo y pruebas se ha informado en los últimos meses sugiere que, de forma lenta, pero segura, están empezando a germinar.
En las cuestiones de la implantación de la inteligencia artificial, cabe destacar a Android Technics, una empresa tecnológica rusa especializada en aplicaciones robóticas para los mercados militar y civil. Sus productos incluyen la plataforma robótica de combate Marker, un vehículo terrestre blindado polivalente sobre un chásis de orugas que puede equiparse con misiles antitanque, drones kamikaze y designadores de objetivos, ametralladoras y lanzagranadas.
Aunque el propio Marker lo maneja un ser humano por control remoto, lleva incorporados elementos de integración de inteligencia artificial, como un sistema modular de visión multiespectral que utiliza algoritmos de redes neuronales que les permiten detectar y seguir con precisión el movimiento de objetos terrestres y aéreos, localizarlos y, si el operador humano lo aprueba, disparar.
Esos aparatos están siendo sometidos a pruebas intensivas, que han incluido una estancia en la operación militar en Ucrania a modo de prueba.
El primo mayor del Marker, el vehículo terrestre de combate no tripulado con orugas Uran-9, fabricado por el consorcio Kalashnikov, cuenta con sus propias capacidades asistidas por inteligencia artificial, incluido un sistema automático de detección y evasión de obstáculos, y seguimiento automático de objetivos.
El Uran-9 vio pruebas de combate en Siria en 2018, pero fue criticado por parte del Ministerio de Defensa, que se quejó de su limitada funcionalidad de misión. Según los informes, los desarrolladores han trabajado para resolver estos problemas, y los Uran-9 fueron utilizados como vehículo de apoyo de fuego y reconocimiento en las maniobras ruso-bielorrusas en 2021. Sin embargo, por razones desconocidas, aún no se han desplegado en el conflicto de Ucrania.
Drones con inteligencia artificial en el cielo
El Sukhoi S-70 Ojotnik-B es otro prometedor sistema de drones con capacidades autónomas avanzadas. El enorme dron de 25 toneladas está concebido como un vehículo pesado de reconocimiento y ataque con una función de ala derecha mediante la comunicación con aeronaves tripuladas a través de inteligencia artificial.
Las pruebas de vuelo del sistema comenzaron en 2019, y el dron ha demostrado la capacidad de operar con éxito de forma autónoma e interactuar con los cazas rusos de quinta generación Su-57, así como realizar misiones de bombardeo con bombas de caída libre y misiles de alta precisión. Si todo va según lo previsto, este dron pesado entrará en servicio en las Fuerzas Aeroespaciales en 2024.
Y en el mar
Completa la lista de armas rusas asistidas por inteligencia artificial, el Poseidon, un dron submarino de propulsión nuclear y armamento nuclear que cuenta con un sistema de guía asistido por inteligencia artificial. Propulsado por un reactor nuclear, el torpedo autónomo tiene un alcance ilimitado y una potencia de explosión capaz de provocar un "tsunami nuclear", lo que significa que su uso real no se contempla excepto como elemento estratégico de disuasión ante una agresión enemiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario