El 26 de septiembre se registró una brusca caída de presión en ambos gasoductos y los sismólogos detectaron explosiones, lo que desató una oleada de especulaciones sobre un sabotaje a uno de los corredores energéticos más importantes de Rusia.
Aún no está claro qué ocurrió exactamente y los países occidentales han negado su implicación. Algunos responsables estadounidenses y europeos sugirieron inicialmente que Rusia era culpable de la voladura de su propio oleoducto, una interpretación tachada de idiota por el presidente Vladimir Putin.
En los últimos meses, periódicos estadounidenses como The Washington Post, The New York Times y The Wall Street Journal han informado de que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) conocía un complot ucraniano para atacar los oleoductos. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha negado que Ucrania los atacara.
"Si partimos de la complicidad demostrada de los países occidentales en la voladura de los (gasoductos) Nord Stream, entonces no nos queda ninguna restricción —ni siquiera moral— que nos impida destruir las comunicaciones por cable submarino de nuestros enemigos", dijo en Telegram Medvédev, expresidente ruso que ahora es vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia.
Los cables submarinos que cruzan los océanos del mundo se han convertido en las arterias de las comunicaciones mundiales. Su importancia los ha convertido en el centro de una creciente competencia geopolítica entre China y Rusia, por un lado, y Estados Unidos y sus aliados occidentales, por otro.
Rusia ha dicho en repetidas ocasiones que Occidente —y en particular Estados Unidos y Reino Unido— estaba detrás de las explosiones del Nord Stream. El Kremlin ha dicho en repetidas ocasiones que el mundo debe saber la verdad sobre lo ocurrido.
Moscú ha exigido una investigación internacional sobre la destrucción de los gasoductos, un proyecto diseñado por el Kremlin para eludir a Ucrania y exportar su gas por debajo del mar Báltico directamente a Europa occidental.
"Sería útil reflexionar sobre las razones de la obstinada falta de voluntad del Occidente colectivo para poner en marcha una investigación internacional transparente y objetiva bajo los auspicios del Consejo de Seguridad de la ONU", declaró Andrey Ledenev, ministro consejero de la embajada rusa en Washington.
(Información de Reuters; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)
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