Si bien la visita de la comitiva argentina al gigante asiático se inscribe en un contexto de desesperada búsqueda de apoyo económico para calmar la tempestad, su trascendencia excede la coyuntura. Inversiones estratégicas, acercamiento a los BRICS y autonomía ante EEUU: las claves de una gira fundamental para el gobierno del país austral.
Las 29 horas transcurridas entre el despegue en Buenos Aires y el aterrizaje en Shanghái conformaron la ventana temporal de la que dispuso el ministro de Economía argentino, Sergio Massa, para repasar los ejes de una gira crucial para fortalecer la relación bilateral y recibir un indispensable apoyo financiero por parte del Gobierno de Xi Jinping.
Con la ampliación del swap (intercambio financiero) de divisas acordado entre los países como norte —el cual equivale a 5.000 millones de dólares y podría incrementarse en cerca de 3.000 millones más—, Massa busca alejar la posibilidad de que la falta de divisas que atraviesa Argentina derive en un cataclismo económico producto de una brusca devaluación.
De concretarse la iniciativa —que recibió como buen augurio el anuncio de que las empresas chinas podrán invertir en yuanes en la Argentina sin intermediarios— el país austral podrá utilizar parte de esas divisas para pagar importaciones provenientes del gigante asiático, su segundo socio comercial más importante y la principal fuente de importaciones, lo cual elevará asimismo el déficit de la balanza comercial.
Sin embargo, la relevancia que reviste la visita de Massa a Pekín excede la frágil situación de reservas del Banco Central.
El interés de China por participar en el desarrollo de áreas estratégicas como el litio —del cual Argentina es el cuarto productor a nivel global—, los recursos hidrocarburíferos —con el yacimiento de Vaca Muerta como segunda reserva de gas y cuarta de petróleo a nivel mundial— y la infraestructura constituye el principal activo con el que cuenta el ministro argentino para catalizar los acuerdos necesarios.
"La visita de Massa excede a la negociación por el swap: esto busca fortalecer la iniciativa de China y que no se frene por las dificultades económicas que atraviesa Argentina", afirma a Sputnik el economista Santiago Manoukián, director de la consultora Ecolatina. "El principal objetivo de Pekín es promover el uso del yuan con fines comerciales y de inversiones", remarca.
La lectura del economista se inscribe en el marco de la creciente disputa entre la potencia asiática y Estados Unidos por la influencia en Latinoamérica, que en términos económicos se vislumbra en la creciente instalación de la divisa china en detrimento del dólar en diversos países de la región.
Según el sociólogo Marco Teruggi, analista internacional, este "es un viaje donde Argentina quiere aprovechar la situación geopolítica actual, donde un actor de peso como China tiene la predisposición a realizar inversiones y acuerdos que abren una oportunidad al país".
De Washington a Pekín…
Cualquier reunión de Massa ligada a la búsqueda de financiamiento externo tiene como condicionante un ineludible elefante en la sala: el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El organismo financiero —con el cual Buenos Aires acordó refinanciar la deuda de 44.000 millones de dólares contraída en 2018 por el expresidente Mauricio Macri (2015-2019)— funciona como estricto auditor de las políticas de la Administración de Alberto Fernández, en un momento de extrema fragilidad económica reflejada en una inflación interanual del 108,8%.
Con este escenario el Gobierno del Frente de Todos busca ampliar el horizonte de posibles prestamistas dispuestos a otorgar desembolsos frescos. "Ante una posición tan dura de Estados Unidos en el FMI, Argentina intenta aprovechar lo que ofrece Pekín, que no impone el condicionamiento de Washington", afirma Teruggi.
"China puede ofrecer a Argentina liquidez monetaria y reservas en un momento de mucha complejidad, pero también inversiones en áreas estratégicas de la economía argentina: energía nuclear, represas y tecnología", investigador.
Si la potencia asiática se muestra proclive a asistir financieramente a Buenos Aires, esto no obedece a mera filantropía. Según Manoukián, "el papel de China como gestor de crisis internacionales ha crecido exponencialmente en los últimos años, tras un extenso auge de más de una década en materia de préstamos de rescate, sobre todo hacia países en desarrollo", considera el consultor.
"China se convirtió en un prestamista de última instancia clave a nivel global", sentencia el economista.
No es todo color de rosas. Argentina resulta funcional a Pekín en tanto productor de materias primas, pero no como país industrial. Comprometerse a acuerdos ligados a la mera exportación de recursos naturales acarrea el riesgo de una primarización de la economía.
"Si se siguen las demandas de China, seguramente se llegue a una economía centrada en la exportación de minerales. La clave está en si se puede aprovechar ese escenario para desarrollar otro modelo económico, pero esto no está en el centro de la mesa porque hay una desesperación por fortalecer las reservas", plantea Teruggi.
"La pregunta es si Argentina va a apostar a un modelo de producción para China o si va a intentar aprovechar esto para desarrollar otras áreas de la economía", señala el sociólogo.
… y de Pekín a Washington
De vuelta en Buenos Aires, el desafío inmediato es el ligado al FMI y la reacción que adopte EEUU tras el acercamiento a Pekín. La cintura que exhiba el equipo comandado por Massa para lograr mantener intacta la relación con el país norteamericano resultará fundamental para conservar la esperanza de que el Fondo exhiba mayor benevolencia hacia Argentina.
"La Casa Blanca ha dejado en claro en los últimos tiempos que existen acuerdos puntuales de China en los que no va a buscar interferir. Estados Unidos no hace una política de boicot en el plano comercial, como sí lo hace en áreas como la tecnología o la construcción de centrales nucleares. No sé si marcará algún reparo en torno a la extensión del swap", apunta Teruggi.
"Considerando la fragilidad de la economía, Washington no apuesta a un colapso de Argentina, sino a que sea una economía en estado de dependencia: mientras encuentre un alivio estabilizador afuera que no amenace la dependencia hacia el FMI, creo que Estados Unidos no tendría un reparo al respecto del swap con China", advierte el analista.
El escaso margen de maniobra con el que cuenta el país sudamericano, producto de la crisis que atraviesa, lo imposibilita de descartar respaldo financiero de cuanto país lo ofrezca. "Argentina está ante un escenario de tensión: la necesidad del país lo lleva a una posición de ‘infidelidad’ ante el FMI, porque también necesita a China", considera Manoukián.
"La situación es muy frágil: Argentina está apelando a zanahorias [incentivos], garrotes [restricciones] y conejos de la galera", destaca el consultor.
Si la Casa Blanca mira con recelo las iniciativas desde Pekín, la clave reside en qué propuesta acerca para competir con las ofertas provenientes de Asia. "Hay que pensar qué ofrece Estados Unidos y qué ofrece China: es difícil defender un fuerte acercamiento a Washington, porque solamente busca frenar acuerdos con Pekín sin proponer nada a cambio. Posicionarse hacia Estados Unidos pareciera ser un callejón sin salida", opina Teruggi.
El sur también existe
Dentro del menú de iniciativas que motoriza la gira argentina, sin lugar a dudas el acercamiento a los BRICS —Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica— constituye una de las más auspiciosas. Por fuera del subyacente posicionamiento geopolítico que supondría el ingreso formal al bloque, en el futuro inmediato lo que está en juego es un respaldo financiero por parte de la alianza.
"El viaje de Massa a China tiene como parada al Banco de los BRICS, con la posibilidad de que se concrete una ayuda al comercio bilateral con Brasil financiada por la institución", apunta Teruggi.
El rol crucial que el gigante sudamericano desempeña de cara al futuro de Buenos Aires no se circunscribe al bloque en cuestión, sino que alcanza también a la unidad del continente. Según el sociólogo, "en la política global pareciera haber una clara ausencia latinoamericana. Quien puede motorizar esta inserción pareciera ser Brasil".
En este punto, la recuperación de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) resulta fundamental para la integración continental de cara a los desafíos que propone el mundo multipolar.
"Brasil busca reconstruir la Unasur, y se ha mostrado activo en su fortalecimiento para hacer del espacio regional una voz propia para relacionarse con las diferentes potencias. Esta es una buena noticia para Argentina porque ofrece alternativas a Estados Unidos y el FMI", señala el investigador.
"Brasil cuestiona la hegemonía del dólar y plantea dispositivos de crédito alternativo al FMI, sobre todo en cuanto a las imposiciones ante los créditos", remarca Teruggi.
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